No es fácil escribir sobre una persona de la talla de Tulio Ramón Badaracco Rivero, hombre de letras y avezado investigador de la historia local. Con él hemos compartido muchas vivencias, momentos gratos y, también, tormentosos. Pero no dejamos de reconocer su brillantez y arqueo intelectual para abordar el devenir histórico de Cumaná, esa noble ciudad que nos vio nacer y es primigenia en las hojas doradas de este continente. El poeta Badaracco siente con vislumbrada pasión cada episodio fundacional de este heroico suelo, plasma con su aquilatada pluma el palpitar sonoro de sus personajes, paisajes y exuberante belleza que le dan un colorido especial a la Atenas de América. Es la narrativa poética de Badaracco que va apuntalando la génesis cumanesa hasta hacerla brotar en la conciencia y despertar de cada uno de sus moradores.
Parte de lo que sabemos sobre los anales de Cumaná se lo debemos a este insigne cronista. Aprendimos de él que su origen fundacional fue “la empresa humanitaria más luminosa y gloriosa llevada a cabo por españoles en tierras americanas. Fue un hecho que se produjo en base al proyecto presentado y discutido por Pedro de Córdoba con Fernando de Aragón, el Católico, Rey del Imperio Español, el más poderoso de la tierra en aquellos tiempos, en cuyos dominios ´no se ponía el sol´” [Badaracco. Ramón (2009). Los Fundadores de Cumaná. Ediciones Alcaldía del Municipio Sucre]. Interesante reflexión del cronista que ensalza al fraile dominico como fundador de esta ciudad, gracias a su prédica a favor de nuestros aborígenes y denodado interés en aprobar leyes humanitarias, como las de Burgos y Valladolid que fueron las primeras dictadas en territorio americano.
El apreciado cronista nació en Cumaná el 8 de marzo de 1932. Hombre de formación socialcristiana y vida ejemplar, junto a su adorada Diana. Cursó estudios de derecho en Madrid (España), luego, los culminó en la Universidad Central de Venezuela (Caracas), en 1961. Ha ejercido la abogacía, pero se ha entregado de lleno a estudiar la historia de su ciudad natal. Dentro de su fecunda producción literaria mencionamos “Tierra de Frijoles. Crónicas de Cumaná”, “Taller del Cronista”, “Coro y Cumaná”, “La Fundación de Cumaná”, “Los Fundadores de Cumaná”, “Noticias de la Historia”, “Personajes Notables de Cumaná”, “La Casa Argos y otros cuentos”, “Antonio José de Sucre. Mito y Santidad”, “Noche de Cuchillos”, “El hombre que nunca murió” y sus poemarios “Formas” y “Voces de Amado”. Muchas de esas obras nos la ha autografiado, el infatigable escritor.
Como fiel testimonio de su arduo trabajo en desentrañar la historia cumanesa, hemos intercambiado ideas y palpado una gran variedad de documentos en su oficina donde deja explayar la sapiencia y, por supuesto, una atención especial a propios y extraños. Es que el rutilante cronista no deja de sorprendernos. Muestra una sonrisa franca, mientras su verbo límpido desnuda cada acontecimiento de la historiografía de una ciudad para trasladarnos a los pueblos originarios de América. También Badaracco se ha destacado en otras esferas de la sociedad. Es cofundador del Ateneo de Cumaná. Individuo de número de las academias nacionales de Ciencias Políticas y Sociales y de la Historia. Fue Presidente de la Sociedad Bolivariana del Estado Sucre, Secretario General de la Federación de Escritores del Estado Sucre, Presidente de la Comisión Centenaria del Natalicio de Andrés Eloy Blanco, entre otras organizaciones. Desde 1995 es Cronista Oficial de Cumaná,
Su fértil investigación por la historia local e incursión en el campo literario le han permitido ser merecedor de importantes reconocimientos públicos. Ha sido condecorado con la Orden Antonio José de Sucre en Primera Clase y la Orden del Libertador en grado de Comendador. Por mucho tiempo publicó artículos en periódicos y revistas de la región. Hoy, ante el avasallante avance de la tecnología informativa, el animoso cronista ha tenido que adaptarse a las redes sociales para continuar publicando su acrisolada obra a las nuevas generaciones. Como buen ensayista, novelista y poeta, Badaracco se sumerge en la estética para despertar en el ávido lector el magnánimo interés por los hechos locales y reivindicar el proyecto fundacional de Cumaná, hasta ahora desconocido en el ideario colectivo.
Resulta interesante en el poeta Badaracco leer un trozo de su narrativa al referirse a Pedro de Córdoba, el Gran Vicario de América y fundador de Cumaná. Allí deja verter su prosa para describir estéticamente a este misionero dominico: “Pedro de Córdoba, fue un sacerdote a quien Dios Nuestro Señor dotó de muchos dones, gracias corporales y espirituales, que fue elegido para una misión administrativa, si se quiere, pero él la convirtió en una empresa sin igual. (…). Fue un excelente predicador, ejemplo dentro del sacerdocio en virtud y penitencia, que lo elevaron siempre entre sus compañeros y feligreses”. Vemos aquí la belleza poética que le imprime el cronista cumanés para enaltecer al avezado sacerdote que emprendió la empresa más relevante en América, la dignificación de nuestros aborígenes.
Más adelante, Badaracco relata un episodio digno de relevancia histórica sobre una conversación entre Pedro de Córdoba y el Rey Fernando El Católico, a propósito del proyecto fundacional de Cumaná: “Perdonadme Majestad, estoy cansado, y sus lágrimas corrían libremente y también al viejo monarca se le saltaban las lágrimas y su mente, sin saber porque viajaba a su amada Isabel sin saber a qué se debía aquel acceso de ternura. Luego más calmado, Pedro comenzó a explicarle el propósito que lo llevaba. Había mucho tiempo. Sus palabras taladraban el corazón del Monarca que escuchaba prendado al espíritu de Cristo, que hablaba por aquella santa boca”. Lo demás está escrito en las innumerables páginas que, de su puño y letra, el cronista cumanés ha tenido que plasmar del tintero para instarnos a redescubrir el origen de esta ciudad, grande en la historia y fecunda en su seno.