La noticia relativa a la entrega de nuestras refinerías a Irán, para la recuperación de su colapso; de acuerdo a lo que se ha venido especulando en estos días, es la prueba del rotundo fracaso, que ha tenido la gestión militarista, desde que Hugo Chávez asumió el poder, y quien desde un comienzo le metió el ojo a una empresa, que para el momento de su llegada se había erigido en una de las transnacionales del petróleo más importantes del mundo entero, y la que no sólo estaba dedicada a producir gasolina y otros derivados del crudo, entre ellos, la famosa Orimulsión que en su momento constituyó una verdadera amenaza para los productores de carbón, ya que como bitumen estaba llamado a sustituir esta fuente energética por su reducida expulsión de gases contaminantes, y el que la desidia, con la que Chávez miraba las cosas lo llevó a desecharla; pues le pareció más rentable el otro invento que se hizo, con respecto al procesamiento del crudo extrapesado de la Faja del Orinoco, que era la fuente de materia prima, que constituía la Orimulsión, en el sentido de tratarlo con disolventes y aditivos, que es lo que se ha venido haciendo hasta ahora; tomando en cuenta, por lo demás, que la Orimulsión tenía muy poco mercado hasta ese momento; de modo que consideró más conveniente comercializar el crudo, en lugar de ese bitumen; dado, además, de que se atravesaba por la mejor época de los precios de los hidrocarburos, sobre todo, por su condición de commodity, y con el perdón de la digresión, pero decíamos que estábamos ante una industria petrolera que no sólo estaba dedicada a la producción de distintos tipos de combustible y materia energética, en su conjunto, sino también tecnología de punta, y donde entraba el llamado Complejo Refinador de Paraguaná con una capacidad de procesamiento de más de un millón de barriles de petróleo diario; que surtía de combustible no sólo el parque automotor venezolano, sino también la parte de nuestros vecinos, que constituía nuestra periferia territorial, y que se iba de contrabando; aparte de los acuerdos comerciales, a los que llegó Chávez en el marco del ALBA y Petrocaribe; incluyendo allí a Cuba, para donde se iban en sus mejores tiempos más de cien mil barriles de gasolina; sin contar con un personal altamente calificado, y por donde comenzó Chávez en su papel de elefante metido en una vidriera, para valernos de una metáfora; 20 mil técnicos, a los que despidió sin ninguna fórmula de juicio, y sólo por el hecho de que de la noche a la mañana se volvieron contestatarios, con respecto a su gestión.
Que era por donde empezaba a torcerle el cuello a la gallina de los huevos de oro; incitado por un hombre como Alí Rodríguez Araque; que hasta el momento había sido un fundamentalista en materia de hidrocarburos; del grupo aquél que especulaba con el delirio, de que el pensamiento neoliberal, lo que quería era hacer salir a Venezuela de la OPEP; sobre todo, durante la gestión de Luis Guisti, para luego privatizarla. Una idea, en efecto, que en aquella lejana década de 1990 se manejaba en algunos sectores, sólo que muy peregrina en un país que se jactaba de haber sido el promotor de la creación del cártel petrolero, y no sin razón se le endilgaba a Juan Pablo Pérez Alfonso el calificativo de “Padre de la OPEP”; un delirio que llevaba a decir, incluso, a esta gente que la llamada nómina mayor tenía hasta comprada la champaña, para celebrar dicha salida; como suele ocurrir con los equipos de béisbol de EEUU, cuando logran ganar el campeonato de las Ligas Mayores; aparte de que se decía que Pdvsa era una “caja negra”; tal como lo escribió un Tobías Nóbrega en un artículo, que le fue publicado en el semanario Quinto Día, y que Chávez en una oportunidad lo citó; lo que significa que estábamos ante una industria petrolera muy exitosa a todos los niveles, sólo que frente a un medio venezolano enceguecido por un nacionalismo rastacuero.
Fue el instante en el cual Chávez redujo la nómina de la empresa a unas 20 mil personas, y transformó algunas de sus sedes; como las de Chaguaramos y Chuao de Caracas en universidades; en una forma, por lo demás, muy improvisada; que fue una de las características de su modo de proceder en el mando: conforme va viniendo, vamos viendo; con el cuento de que con esa nómina podía conducirse una empresa de tal magnitud; aunque, para que se vea el grado de improvisación, a la que llegaba este señor, al poco tiempo esta nómina la fue cargando de gente; que, por supuesto, no tenía las credenciales suficientes, como para ocupar aquellos cargos, que había dejado vacante dicha nómina mayor; sobre todo los leales al partido de gobierno, cuando en otrora para entrar había que pasar por concursos de oposición, y tener un curriculum, donde se exigía hasta el conocimiento de otra lengua, como el inglés; pues de tener una visión y misión con fines lucrativos, Pdvsa se transformó en una agencia para el clientelismo político del chavismo, en su conjunto; bajo el lema de que ahora era del pueblo; de modo que al día de hoy vemos a una Pdvsa que carga con unos 140 mil trabajadores; algunos de quienes, como ha trascendido, ni siquiera van a sus puestos de trabajo; en especial, los activistas del PSUV, y que es lo que explica ese colapso; que muy bien lo ilustra un video que rueda por las redes, donde se oye la alarma, que anuncia la paralización del último taladro de un campo petrolero del oriente del país; mientras se registra una producción de unos 500 mil barriles de petróleo diario, a que quedó reducida la misma; cuando Pdvsa llegó a producir, para el momento de la asunción de Chávez al poder unos 3 millones 500 mil barriles diarios, con vistas a producir, de acuerdo a las proyecciones que se tenían para el momento unos 6 millones de barriles; siendo tan incapaz esta gente, como decíamos al comienzo, que ha tenido que cederle las refinerías a técnicos iraníes, en ese sentido.
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