Agua fresca en el desierto de nuestra inmensa desolación. Así puede describirse el acuerdo suscrito entre Juan Guaidó y Nicolás Maduro, el cual le otorga a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el liderazgo para que asuma el plan de cooperación técnica que lleve a cabo entregas de equipos de protección para el personal sanitario y mejoras en la capacidad de diagnósticos y los tratamientos médicos, a fin de enfrentar el covid-19 de mejor forma.
Aunque algunos les arda este acuerdo, la verdad es que este apunta en el sentido correcto. Ciertamente, es lo adecuado para los tiempos actuales y lo venidero. Pues, el mes pasado, expertos de la Academia de Ciencias Físicas, Matematicas y Naturalea, estimaron parámetros epidemiológicos que posicionan el pico de la curva de contagios entre 1.000 y 4.000 casos diarios para junio-septiembre del año corriente, lo cual imprimirá una fuerte presión en nuestro deterioro sistema de salud.
De hecho, conclusiones de una encuesta nacional acerca del impacto de la covid-19 realizada por el Parlamento (16 de mayo 2020) revela lo siguiente: el 90% de los hospitales sufre de escasez de alcohol desinfectante, el 76% tiene carestía en jabón, casi el 62% tiene carencias en tapabocas y el 57% tiene necesidad por guantes. Todos estos materiales e insumos médicos son cruciales para encarar la pandemia por coronavirus.
Por lo tanto, no se puede más que celebrar la apertura de diálogo y, aprovechando la luna de miel, podemos empezar a construir responsabilidades compartidas -bajo este marco- hacia otras urgencias que merecen atenderse sin más demoras, esto es, la recuperación del sector eléctrico, la reactivación económica, la seguridad alimentaria, combatir la hiperinflación, entre otros dolores.
Se puso en cuarentena a la contienda política, en favor de lo más importante hoy: la salud de los venezolanos. Francamente, esto marca un precedente esperanzador. De ahora en adelante, este hito servirá para amalgamar las posturas ideológicas en pos de la reconstrucción nacional. De aquí en más, la hoja de ruta para un posible restablecimiento de las garantías democráticas ya empieza a tener contenido.
Os ruego: ¡Qué la madurez política nos permita seguir conversando!