No suele acontecer a menudo que del lado sindical surjan comentarios de reconocimiento hacia representantes del mundo empresarial, quizás por privar visiones tradicionales que traducen sentencias como “patrono es patrono” y por otro lado “el mejor sindicato es el que no existe”, las cuales desconocen que en los países donde capital y trabajo se han puesto de acuerdo, eso sí coordinados por un Estado responsable, se han logrado niveles óptimos de prosperidad y mejores condiciones de vida para la población.
Como es previsible la relación entre trabajadores y empresarios la mayoría de las veces, está marcada por diferentes puntos de vista con relación al trabajo y sus condiciones, y en temas álgidos del mundo del trabajo venezolano com la eliminación de la retroactividad de las prestaciones sociales en 1997, y el articulado laboral de la vigente constitución del cual fui corredactor en 1999, derivó en numerosos debates públicos en foros y medios de comunicación, donde privó el respeto mutuo por la opinión del contrario.
Posiciones que fueron decantando y conciliando ante un Estado que tempranamente lanzó al cesto de la basura la CRBV, y paulatinamente destruyó el valor del trabajo, por ende, el salario y los sindicatos, y por otra parte ha perseguido implacablemente al Capital, reduciéndolo a una magra presencia en la economía nacional. Claro el balance ha sido fatal, la miseria más abyecta que haya conocido la población venezolana desde la existencia como república, y el éxodo más notorio a nivel global como lo relatan las agencias internacionales especializadas en la materia.
En ese escenario de una Venezuela atribulada desde los inicios del siglo XXI, destacó la voz y el talante del recién fallecido Aurelio Concheso, quien siempre manifestó una activa preocupación por la situación de Venezuela, un país al que sirvió como empresario preocupado por el desarrollo social, y al mismo tiempo de interlocutor con el movimiento sindical de este país, quienes consideraron en él una voz autorizada y creíble en sus propuestas en materia de reformas laborales.
En esa dirección, Concheso traspasó ese paralelo 38 tradicional del odio de clases, para a partir de sus palabras, fuera percibido como autentico y honesto en sus opiniones, así generaran divergencias en el auditorio del mundo laboral y sindical, eso lo comunicaba desde sus convicciones profundas de venezolanidad, por ejemplo, ante el calificativo de “italiano reencauchado” aun cuando era cubano de origen corso, manifestada por un sindicalista de la otrora CTV de finales de siglo XX. Esa actitud la demostró en hechos al crear una de las primeras empresas de cesta tickets de alimentación que se promocionó en Venezuela.
En cuanto al conocimiento, fue pródigo en divulgarlo a través de sus columnas semanales, de su programa de radio por RCR La Otra Vía, demostraba al público en general que había maneras sencillas de entender ese terreno tan árido como lo es la economía. Por tanto, no escatimo en decir, que ha sido el empresario que ha tenido la mayor capacidad de tejer vasos comunicantes sólidos con los diferentes sectores laborales de este país, siendo notable que su trayectoria haya motivado a otros actores empresariales a continuar su legado, sobre todo en el escenario de un diálogo permanente con los trabajadores en el contexto de recuperación de nuestra nación.
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