“En la historia universal se cuentan hazañas de gran valentía donde los hombres luchan y mueren por defender su pueblo, sus familias y sus ideas. Pero como hay actos plausibles también los hay aborrecibles. La confianza es algo que el ser humano valora mucho y solo hay un acto que es capaz de destruir por completo esto: la traición”. Sergio Cuevas.
En primer lugar —puede haber algunas excepciones como es habitual—. hay que entrar a considerar que cualquier acción que asuman los líderes opositores en conchupancia con ese hecho brutal en contra de los partidos de oposición, trascenderá, irá más allá de las paredes de esas organizaciones del cual formaron parte. Será la sociedad civil, es decir, 85 % de compatriotas que no tiene esos vínculos, ni obedece a disciplinas, ni conoce de esas conductas, ni siquiera como son esas casas por dentro, ni conoce de estatutos ni de doctrinas, ni de excepciones de reglas; serán ellos quienes juzgarán esos acomodos y reacomodos apresurados, de última hora. Además, aquellos que nunca han militado en partido político tienen la particularidad de ser más severos, más inflexibles con la falta de solidaridad, rigurosos con todo lo que tenga que ver con la ética; aúpan el comportamiento vertical y castigan al traidor hasta la infinitud.
Pocas dudas tengo de que, con el calificativo de traidores a la democracia venezolana y a sus organizaciones partidistas, serán señalados todos aquellos dirigentes de la oposición que decidieron aceptar, sin competir, el testigo de quienes hasta hace poco fueron sus crueles contrincantes. De manera que aquellos que acepten los símbolos, las siglas de sus partidos despojados arbitrariamente por el régimen, serán señalados como aguantadores del autoritarismo; los retratarán de conciencias frágiles, su futuro se reducirá a un prolongado olvido; serán los nuevos socios de la rapiña y de veinte años de calamidades.
Estos saltos al vacío los dan en el preciso momento en que se discute la posibilidad de asistir a un proceso electoral fuera de ley y ceñido únicamente a elecciones parlamentarias; mientras el grueso número de venezolanos y la comunidad internacional sugieren votaciones presidenciales y parlamentarias con las mayores garantías posibles. En pocas palabras, creen ciegamente que el régimen es invencible. Dudan de que este embrollo donde está sumida la oposición tenga salida. Consideran una fantasía pensar en las posibilidades de ir a unas elecciones presidenciales. No creen que la presión del imperio norteamericano produzca un efecto que pueda ser irreparable. Puesto que algunos no se pasean por el hecho real de que el régimen no logra tener las manos libres. Que sobre él pesan grandes contrincantes que persiguen verlo fuera de juego. Que el hecho de que hasta ahora no se haya logrado el objetivo definitivo no significa que no pueda suceder más adelante. Tampoco se pasean, los que se van detrás de los partidos arrebatados por el régimen de Nicolás Maduro, que probablemente serán sancionados por el gobierno de Donald Trump: congeladas sus cuentas bancarias en Estados Unidos y países amigos, eliminadas sus visas y la de sus familiares más cercanos.
Creo que esta nota del embajador Tarre Briceño, refiriéndose al Parlamento Europeo, se ajusta perfectamente a los puntos expuestos en este artículo de hoy; dice él: “La Resolución aprobada incluye la petición de elecciones presidenciales y legislativas libres, transparentes y creíbles; reconoció la crisis humanitaria e instó a la comunidad internacional a ayudar a los migrantes venezolanos; ratificó su apoyo a Juan Guaidó como presidente interino legítimo; condenó el nombramiento antidemocrático de los nuevos miembros del Consejo Nacional Electoral; solicitó más sanciones en contra los líderes de la dictadura y un largo etcétera”…