Una larga y pavorosa noche extiende su tétrica sombra sobre Venezuela. Nunca hubo en nuestro país tanto dolor y tanta desesperanza como en este trágico momento que estamos padeciendo. En ninguna época de la historia nacional, incluyendo los 300 años de la colonia, los habitantes de esta tierra tuvieron la desgracia de vivir sin presente y sin futuro. Lo único que hoy tenemos como compañía son las carencias múltiples y un caudaloso torrente de calamidades. Por naturaleza siempre he sido optimista a la hora de enfrentar la adversidad; por eso todavía espero que el liderazgo nacional de todos los sectores de la sociedad civil y de los componentes militares, con o sin compromisos ideológicos, actúen unidos para salvar a Venezuela.
En mi memoria se han quedado experiencias y vivencias de todos los gobiernos, desde el General Isaías Medina Angarita (1941-1945) hasta el presente. Por consiguiente, puedo afirmar que todos los Presidentes de la República que tuvieron a cargo la rectoría de la nación, hicieron algo en beneficio del país, en especial quienes gobernaron entre 1958 y 1998; unos más y otros menos, pero todos dejaron huellas positivas a su paso y buenos ejemplos con respecto a la responsabilidad de conducir la república.
Del mismo modo tuve la suerte de nutrirme de suficiente y confiable información en cuanto concierne a la dictadura del General Juan Vicente Gómez y al gobierno del General Eleazar López Contreras. Mi abuelo materno y otras personas de su generación, quienes combatieron esa tiranía y fueron presos y perseguidos por ella, me contaban sus experiencias y la opinión que tenían sobre el gomecismo. Y mediante mi afición al estudio de la historia patria, he acumulado información de varios autores, incluso desde el arribo de Cristóbal Colón a nuestras costas.
Me apoyo en los conocimientos y experiencias adquiridas para comparar buena parte de todo el período descrito con la actual dictadura nazicomunista; puedo decir con propiedad lo que describo al inicio de este artículo. Nadie que tenga siquiera dos dedos de frente negaría, hasta por deducción, que una densa penumbra abate y ensombrece el espíritu de los venezolanos de este tiempo.
Es obvio que la situación sería menos comprometedora para Venezuela, si la dirigencia política democrática, si es que todavía respira, tomara conciencia real de la magnitud de la tragedia y asumiera el rol protagónico que le corresponde. Lamentablemente, la conducta del liderazgo partidista opositor demuestra lo contrario. Frente al espantoso escenario en el que se desenvuelve la familia venezolana, las organizaciones políticas más representativas de la nación responden con un silencio que, en vez de inspirar confianza, causa terror. Es saludable que esa oposición cuide la poca credibilidad que le otorgan las encuestas, porque de lo contrario, podría estar cavando su propia sepultura; y lo que es peor, se llevaría a la tumba el último signo de esperanza que queda en el país. ¡Que la oposición salga de la cueva de ese silencio pavoroso!
Y usted, amigo lector, aporte lo suyo por Venezuela. Ya está enterado de mucho; ahora súmese a la divulgación del mensaje. ¡Hay muchos espacios donde hacer grafitis: haga sus murales, incorpórese a la lucha por la salvación de Venezuela!
Educador – Escritor
urdaneta.antonio@gmail.com – @UrdanetaAguirre