Fotografía del Archivo Fotografía Urbana.
Esta imagen, hecha en estudio y cuya autoría se ignora, pertenece al Archivo Fotografía Urbana. Nos muestra una mujer rubia, vestida de policía, que mira a la cámara con los brazos cruzados y expresión de confianza y serenidad. Detrás de ella, reluciente, como acabado del salir del paquete, un vehículo de policía.
La mujer es Irene Sáez Conde, nacida en Caracas, el 13 de diciembre de 1961. Tras ganar una seguidilla de concursos de belleza en el año 1981: Miss Venezuela, Miss Confraternidad Sudamericana y Miss Universo, ingresa a la universidad, cursa un par de años en Ingeniería y luego se inscribe en Estudios Políticos y Administrativos (Ciencias Políticas), en la Universidad Central de Venezuela, de donde egresa con honores. En 1992 se presenta a las elecciones de alcalde del municipio Chacao, que entonces estaba recién creado (antes de su ordenación como municipio era una de las parroquias del municipio Sucre).
La politóloga, que entonces carecía de experiencia en las lides políticas, se convirtió en la primera regidora del municipio Chacao, el más rico de Venezuela (su presupuesto total anual, en 1995, fue de 8.118.187 millones de bolívares; el doble, por ejemplo, del presupuesto del municipio Caroní, en el estado Bolívar, que tenía una población siete veces mayor que la de Chacao). Entre las peculiaridades de la jurisdicción estaba también el hecho de que los ingresos propios constituían 87% del presupuesto. Sáez llegó, pues, a gobernar una circunscripción con elevada recaudación de impuestos y que, según el Ministerio de la Familia, ostentaba uno de los porcentajes más bajos de población en condiciones de pobreza y extrema pobreza (16.6%).
—Estas dos características -según reza en un artículo de los sociólogos María Pilar García-Guadilla y Ernesto Roa y el urbanista Juan Carlos Rodríguez V., escrito en 1999- que entonces diferenciaban a Chacao de los otros municipios del país, el alto ingreso y el bajo nivel de pobreza, facilitaron la aplicación de un modelo de gestión mixto, gerencial y político, que contribuyó al alto nivel de legitimidad de la alcaldesa Irene Sáez.
Elegida por vía uninominal, en diciembre de 1992, Sáez se posesionó en enero de 1993 y desde el primer día aplicó un modelo de gestión encaminado al logro de la eficiencia a través de una gerencia moderna. Con esta orientación, su gobierno se caracterizó, entre otras marcas, por una intensa comunicación con los administrados y altos grados de transparencia en el manejo de los recursos. La trayectoria de Irene Sáez como reina de belleza, blandida a veces para descalificarla, le había servido de escuela para comprender la importancia de la imagen en la política de la época y la manera como ella podía usar la propia en beneficio de su gestión. Ya que tenía recorrido un camino de identificación con las masas, lo convertiría en aval para proyectar el perfil maternal que definió su mandato.
«Yo fui a dar, no a buscar», dice Irene Sáez en entrevista para esta nota. «En 1992, cuando fueron las elecciones, yo tenía más de una década recibiendo el cariño de la colectividad. Tenía ya una carrera en el sector privado. No necesitaba nada del ámbito público. Ese cariño que siempre he recibido, quise devolverlo. Y la manera que escogí fue hacer una gestión de calidad, como los vecinos y Venezuela lo merecen. Hice lo que había comprobado que era exitoso: me rodeé de un gran equipo de profesionales, gente capaz, honesta, eficiente, convencida de que las cosas se podían hacer bien, que podíamos transformar el servicio público en eficiencia para beneficio de la comunidad. Nosotros llegamos a devolverle a la gente sus impuestos en servicios públicos de calidad. Hoy tengo la satisfacción de que parte de lo que logramos existe todavía: la policía de Chacao sigue, Salud Chacao continúa, así como buena parte de la infraestructura que hice en la Alcaldía.»
La foto
—Esa foto significa mucho para mí, -dice Irene Sáez- porque expresa la prioridad de mi gestión a la seguridad en nuestro municipio. Es una foto de estudio. No estoy en la calle, donde están los problemas. Pero no hay nada falso en ella, nuestro compromiso con la seguridad de Chacao fue real, como reales fueron los muchos avances logrados.
La directora de Información y Relaciones Públicas de la Alcaldía de Chacao, en los dos periodos de Sáez Conde, era Fátima Fernández. «Yo tenía 26 años cuando llegué a ese cargo», dice la periodista, quien recuerda esa época con mucho afecto. «Pero es que el promedio de edad de los colaboradores de ese gobierno era 30 años». Al preguntarle quién hizo la foto, Fátima prefiere no aventurar nombres, porque no recuerda con certeza. Solo sabe que fue hecha por la agencia de publicidad que llevaba estos asuntos.
«Al comienzo de los seis años que estaría al frente de la Alcaldía de Chacao,
Irene era un poco aprensiva. Estaba pendiente del más mínimo detalle. En los primeros meses dormía con la radio de la policía prendida. Poco a poco, empezó a delegar y a confiar más en su plataforma hasta que llegó el momento en que nos decía “ya vi que tienes un problema, cómo lo vas a resolver”, recuerda Fátima. «Jamás podías llegar con un problema sin traer también opciones de solución, que ella revisaba contigo, hasta llegar a una decisión. La política comunicacional se construía desde la resolución de los problemas. No hacia la construcción de la imagen».
—Siempre nos pidió -sigue la periodista Fernández- que viéramos la gestión desde la calle, no desde un escritorio. Muchas veces, yo misma llevaba las invitaciones a eventos hasta la casa de los presidentes de las asociaciones de vecinos y más de una noche salí tarde de Bucaral, o de Pedregal o La Cruz. En algún momento, nos hizo patrullar, en unidades de la policía, acompañando a estos, desde el viernes a las 6 de la tarde y hasta las 6 de la mañana del sábado. No me lo estás preguntando, pero te puedo decir que esas fueron de las mejores experiencias: conocías a los vecinos a las 2 de la mañana y aprendías a resolver las situaciones antes de se convirtieran en problemas. La política comunicacional no se proponía, se vivía.
«Irene era incansable. Te podía llamar a casa a las 6 de la mañana (apenas empezaban a existir los celulares) para preguntarte qué pensabas de una nota aparecida en la prensa de ese día, porque a esa hora ella ya se había leído, por lo menos, El Nacional, El Universal y el Diario de Caracas. Y, por supuesto, tenía una apertura total hacia los periodistas de todos los medios. Tenía una particularidad: cuando le hacían preguntas incómodas, se le ponía el cuello rojo. Optó por tener una pañoleta a mano».
Al pedirle un comentario sobre la foto, Fátima dice que en Sáez ese vestuario no era un disfraz. «Ella portaba ese uniforme porque se sentía parte de ellos. En varias ocasiones, el 24 de diciembre me llamó a casa para pedirme que, después cenar con mi familia, la acompañara a llevarle cena a los policías que estaban de guardia. Y ellos tomaban esos gestos con mucho aprecio y reconocimiento».
Un cuerpo de seguridad modelo
«El vehículo es una verdadera patrulla policial», establece el abogado penalista, profesor de criminología de la UCV, Luis Izquiel Bermúdez. «Es una camioneta fabricada especialmente para tal fin. En la actualidad, muchos cuerpos de seguridad en Venezuela compran vehículos corrientes y luego los rotulan y le ponen una “coctelera” para que luzcan como patrulla. Pero cuando un vehículo es diseñado expresamente para un cuerpo policial, la suspensión es distinta, el motor también (tiene más fuerza) y el diseño interior está pensado para llevar detenidos. En la época de Irene Sáez, Chacao invertía grandes recursos en brindarles a los funcionarios los mejores elementos operativos para proteger a la ciudadanía».
—En esa época -sigue Izquiel- las policías municipales podían tener un uniforme distinto. Hoy eso es imposible, porque la Ley del Servicio de Policía, aprobada en 2009, impone un solo diseño de uniforme para todas las policías municipales.
El experto en seguridad ciudadana es coautor de un libro de reciente aparición, ‘Revolución de la muerte: Veinte años de crimen, violencia e impunidad en Venezuela’ (Editorial Dahbar, 2020), escrito con Fermín Mármol García. Al preguntarle si aquella Policía de Chacao era un cuerpo decorativo o pura pantalla, como se llegó sugerir, Izquiel afirma: «Esa Policía de Chacao de los tiempos de Irene Sáez es el gran referente de un cuerpo de seguridad modelo en Venezuela. Los excelentes salarios permitían reclutar funcionarios muy capacitados, (algunos eran graduados en carreras universitarias y otros combinaban sus labores policiales con estudios superiores); contaban con buenos comedores, gimnasio y otras condiciones laborales. Sáez, además, estableció acuerdos con instituciones policiales de otros países para que los funcionarios de Chacao fueran a hacer cursos».
—En la actualidad -compara Izquiel- los policías en Venezuela ganan salarios de hambre (cerca de $10 en promedio) con los que no pueden alimentar a sus familias. No cuentan con seguros médicos que los cubra ante cualquier circunstancia en el ejercicio de sus funciones. En la mayoría de los casos, ellos mismos tienen que comprar botas y algunos elementos del uniforme. Y si llegan a morir en enfrentamiento con la delincuencia, las distintas instituciones no les aseguran ni siquiera un entierro digno (muchas veces los familiares tienen que hacer “vacas” o colectas para tal fin). Esto ha producido una deserción masiva de policías honestos de los cuerpos de seguridad, cuyas vacantes son llenadas con frecuencia por funcionarios que usan el uniforme, la insignia y el arma para delinquir y corromperse. Por eso, a diferencia de lo que ocurría en tiempos de Irene Sáez, hoy la ciudadanía siente una enorme desconfianza y escaso respeto hacia los funcionarios policiales en Venezuela.
Los símbolos según Giulliani
El policía Einer Giulliani vive en Madrid desde 2018. Entre las pocas pertenencias que tiene consigo en el exilio está la foto de su graduación, donde aparece recibiendo un diploma de manos de la alcaldesa Irene Sáez. Miembro de la 6ta. Promoción, que egresó el 20 de diciembre de 1995, llegó a ser ex director de la Policía de Chacao, donde estuvo 24 años de servicio, y fue director también de Seguridad Ciudadana del Hatillo.
—¿Es verdad que para escoger los policías en la gestión de Sáez hacían un casting?
—No. En mi promoción todos éramos normales. Esa fama salió de la Policía de Tránsito, donde había muchachos que habían participado en el Míster Venezuela. Pero eso no tiene ninguna relevancia. Lo importante es que en mi promoción se presentaron más de 1200 aspirantes a alumnos y quedamos 50. Y nos graduamos 42. Eso no es un casting. Eso es selección, para que en la policía estén los mejores.
—¿Cómo describiría el cuerpo de seguridad representado en la foto?
—Las dos mejores gestiones en materia policial que yo llegué a ver son la de Irene Sáez y la de Leopoldo López. Era una policía cercana a los vecinos y con una buena imagen, con equipos y uniformes de punta, de primera línea. En esas dos administraciones, practicábamos tiro policial en la Academia con más de 1500 cartuchos por cada alumno en un semestre, para entrenar y hacer memoria muscular. Ahora no creo que llegan ni a 200. Quizá en Chacao, pero fuera de ese municipio no creo que lleguen a cien.
«La alcaldesa se reportaba como Luna 1 por radio», dice Giulliani. «Esa era la sigla de ella. Nos hablaba por radio cuando daban bonificaciones, por ejemplo. Daban bonificaciones salariales por lo menos una vez al semestre. Ella apoyaba la gestión policial en educación, en imagen. Los funcionarios teníamos constante trato con ella y total acceso a su despacho».
Lo que sigue es el desglose de los signos contenidos en la foto, con información aportada por Giulliani:
—«El uniforme en la foto era el mismo que usa la policía de los Estados Unidos. De hecho, nosotros teníamos un sombrero negro, como el que usaban los patrulleros norteamericanos. Franela negra, pantalón y camisa beige, todo lo compraban en Miami. Nos daban, por lo menos, tres uniformes al año, con chaleco antibalas, correaje que incluía la funda de la pistola, portacargadores (con dos cargadores de pistola), portaesposas y esposas marca Smith and Weston. La pistola es una gluck, modelo 17, calibre 9 milímetros, de fabricación austriaca, que llegó a ser usada por más del 68% de los organismos militares y policiales del mundo, por su seguridad y desempeño, ya que tiene bajo mantenimiento y poca posibilidad de mal función. Teníamos portabastón y su bastón táctico, portalinterna y linterna, portagas paralizer y gas paralizer».
—En la camisa. «Portanombre, donde constaban nombre, apellido, número de credencial (de la chapa) rango policial o cargo, como era el caso del director. En las puntas del cuello están las piochas, una estrella en miniatura. Esto también lo eliminaron. Ella no tiene charreteras en la foto, pero nosotros las usábamos en metal, con el rango. Y los zapatos que usábamos eran marca Bates, de patente con suela de goma. Nos daban uno al año».
—En la camisa y en la patrulla puede verse la estrella de 7 puntas con el obelisco y el Ávila al fondo. «Así como la estrella de pecho, que fue se eliminó. Esa estrella es importante porque eso identificaba al funcionario, te identifica con la institución y con ser policía. La chapa te identifica como funcionario policial».
—«El vehículo es una Jeep modelo Cherokee Limited. Esas camionetas, en particular, fueron adquiridas en Venezuela. Antes de eso, teníamos Crown Victoria Ford, patrullas policiales equipadas y compradas en Estados Unidos. Las Cherokee se compraron hasta Irene, duraron muchos años. Eran buenas patrullas. Encima del espejo retrovisor hay un faro para alumbrar a los vehículos y a las personas dentro de este. Era un faro superpotente, no había vidrio ahumado o lugar oscuro en la calle que se le resistiera a ese sistema de iluminación. Tenía un sistema de parlantes para la sirena y para hablarles a los ciudadanos, de gran potencia y calidad. Un radio transmisor móvil de 50 vatios, que comunicaba con nuestra central de transmisiones y con otras policías municipales del área metropolitana y otros organismos, como Salud Chacao y los bomberos.
«Estas camionetas y las Crown victorias tenían motores de gran potencia. Esas bichas volaban y tenían un sistema de frenado magnífico. Esas se montaban por una pared. Dentro de las patrullas había portaescopetas, un lugar con un sistema de candado para poner el arma (detrás del apoyacabeza). Y luego, había un vidrio que separaba a los funcionarios de los detenidos».
—En esa época -concluye Giulliani- los policías teníamos mejores equipos que la delincuencia. Y, claro, el gobierno confiaba en nosotros. No en la delincuencia.
En 1995, Sáez fue reelegida, para gobernar hasta marzo de 1999, con una de las votaciones más altas de todos los municipios del país. Su gestión es recordada como una de las más eficientes e innovadoras de la historia municipal de Venezuela.