De izquierda a derecha, Fernando Savater, César Antonio Molina y Luis Alberto de Cuenca
El pasado 7 de julio un grupo de unos 150 intelectuales, escritores, periodistas y músicos publicaban una carta en la revista «Harper’s», en la que manifestaban su preocupación por el clima de intolerancia y censura, de pensamiento único, que se está imponiendo peligrosamente en todo el mundo, y muy especialmente en Estados Unidos, tratando de eliminar cualquier derecho a discrepar. Entre los firmantes, nombres como Salman Rushdie, Martin Amis, John Banville, Francis Fukuyama, Noam Chomsky, Margaret Atwood, JK Rowling o Wynton Marsalis. Esa carta provocó una agria polémica, especialmente furibunda en las redes sociales.
Dos semanas después, intelectuales españoles se adhieren a ese manifiesto («porque contiene un mensaje importante») con otro, entre cuyos firmantes están Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, César Antonio Molina, Mercedes Monmany, Luis Alberto de Cuenca, José Manuel Blecua, Adela Cortina, Arcadi Espada, Ignacio Martínez de Pisón, Juan Soto Ivars, Sabino Méndez, José María Merino, Carmen Posadas, Elvira Roca Barea, Borja Sémper u Óscar Tusquets. «Las reacciones hostiles al manifiesto de “Harper’s” en EE.UU. animan a un grupo de izquierda liberal (no autoritaria) a escribir la carta de apoyo y recabar firmas, a ser posible también entre mucha gente que no sea de izquierdas. Querían firmantes cuyas ideas políticas estuvieran en las antípodas, porque el respeto a la libertad de expresión es previo al enfrentamiento político», explica Juan Soto Ivars, uno de los promotores del manifiesto.
Reza así la misiva: «Queremos dejar claro que nos sumamos a los movimientos que luchan no solo en Estados Unidos sino globalmente contra lacras de la sociedad como son el sexismo, el racismo o el menosprecio al inmigrante, pero manifestamos asimismo nuestra preocupación por el uso perverso de causas justas para estigmatizar a personas que no son sexistas o xenófobas o, más en general, para introducir la censura, la cancelación y el rechazo del pensamiento libre, independiente, y ajeno a una corrección política intransigente. Desafortunadamente, en la última década hemos asistido a la irrupción de unas corrientes ideológicas, supuestamente progresistas, que se caracterizan por una radicalidad, y que apela a tales causas para justificar actitudes y comportamientos que consideramos inaceptables. Así, lamentamos que se hayan producido represalias en los medios de comunicación contra intelectuales y periodistas que han criticado los abusos oportunistas del #MeToo o del antiesclavismo new age; represalias que se han hecho también patentes en nuestro país mediante maniobras discretas o ruidosas de ostracismo y olvido contra pensadores libres tildados injustamente de machistas o racistas y maltratados en los medios, cuando no linchados en las redes».
Aunque no se cita en la carta, nos viene a la mente el «miserable ninguneo», del que hablaba Arturo Pérez-Reverte ayer en ABC, al que fue sometido Juan Marsé por el nacionalismo catalán (políticos, TV3…) por ser catalán y escribir en castellano.
«(…) Por si fuera poco, la intransigencia y el dogmatismo que se han ido abriendo paso entre cierta izquierda, no harán más que reforzar las posiciones políticas conservadoras y nacionalpopulistas y, como un bumerán, se volverán contra los cambios que muchos juzgamos inaplazables para lograr una convivencia más justa y amable», prosigue el texto.
Mercedes Monmany explica a ABC el porqué de este manifiesto: «La radicalización de la censura, que cada vez es mayor y limita la libertad de expresión. Es un problema global. Empezó en Estados Unidos, pero ocurre en Francia, en España, en Gran Bretaña (el caso de JK Rowling)… Hubo una demonización de una autora que yo admiro muchísimo, Margaret Atwood. Estamos llegando a unos niveles de histeria exagerados, copiando los métodos totalitarios de las dictaduras. En éstas, la censura se hacía a las claras, y en las democracias es encubierta, la mordaza es sutil. A ello se suma el problema de las redes sociales, donde todo es muy agresivo, blanco o negro. El insulto es lo primero que se utiliza, en vez del argumento. Son sociedades que han perdido la capacidad de argumentar, de debatir, de intercambiar opiniones… y produce la autocensura, gente acobardada, una sociedad que baja la cabeza. Se pide partido único, pensamiento único, tendencia única».
Monmany denuncia la existencia de listas negras en «zonas calientes» de Europa con nombres contra los que se actúa de muchas formas: demonización, no aparición en medios de comunicación… Se ha llegado a un punto de delirio: derribar y pintar estatuas, la petición de que Colón no descubra América… Un proceso que nos lleva directos al analfabetismo cultural, volver a las cavernas y a las dictaduras».
Por su parte, Fernando Savater cree que «hay que denunciar ese truco de apellidar “fobia” a toda aquella crítica que molesta por lo acertado y se refiere a lo supuestamente intocable. Así que hay homofobia o xenofobia, pero nadie habla de “nazifobia”».
Luis Alberto de Cuenca subraya la importancia de este manfiesto: «Es necesario, porque el valor máximo que tiene un hombre en este mundo es la libertad. Todo lo que pueda coaccionarla o coartarla debe ser extirpado de raíz. Estamos en un momento poco proclive a la libertad, en general. La corrección política ha hecho de este mundo un paisaje desolado. Hay cierto clima de represalia sobre aquel que se escapa de la corrección política».
ABC – Madrid