Por “casualidad”, pasando entre canales de tv, me topé y volví a ver “Invictus” (el título se refiere al epíteto divino romano Invictus y puede traducirse del latín como “invicto”). Filme de Clint Eastwood, del 2009. Esta extraordinaria película está basada en el libro de John Carlin 2008 Playing the Enemy: Nelson Mandela and the Game That Made a Nation sobre los eventos en Sudáfrica antes y durante la Copa Mundial de Rugby de 1995. Los cuales inspiraron y contribuyeron así a la unión de los ciudadanos de esa nación.
El filme es magistralmente protagonizado por dos superestrellas de la actuación hollywoodense Morgan Freeman (Presidente Nelson Mandela) y Matt Damon (François Pienaar, capitán del equipo de Rugby de Sudáfrica en 1955).
El 11 de febrero de 1990, Nelson Mandela fue liberado de la prisión Victor Verster después de haber pasado 27 años allí. Cuatro años después, Mandela es elegido el primer presidente negro de Sudáfrica. Su presidencia enfrenta enormes desafíos en la era posterior al Apartheid, incluida la pobreza y el crimen desenfrenados. Mandela se preocupó particularmente por las divisiones raciales entre sudafricanos negros y blancos, que podrían conducir a la violencia.
Invictus, que también es el título de un poema, mencionado en la película, cuyo autor fue el poeta británico William Ernest Henley, se centra principalmente en como hizo el presidente Mandela para lograr unir a negros y blancos en Sudáfrica. Evitando así que volviesen a caer en el espiral de la violencia. Con una impecable dirección Eastwood nos muestra en el filme todo lo que tuvo que hacer Mandela para convencer a su pueblo, en especial, a los negros que tenían una lógica sed de venganza, por tantos y tantos años de sometimiento y barbaries contra ellos, para convencerles de que “La paz es el único camino”.
Mandela enfrentó con decisión a quienes promovían la violencia y gracias a su liderazgo y actuación con el ejemplo logró conducir a su pueblo por el camino de la paz y la reconciliación nacional. “El pueblo sudafricano está condenado a la reconciliación y a vivir en paz y con progreso”, Nelson Mandela.
El presidente “Madiba” (nombre del clan del que era miembro), se dio cuenta que necesitaba buscar algo en común que lograra inspirar, unir a los sudafricanos y lo encontró. El deporte. El rugby como deporte nacional era la herramienta, la vía idónea para que los sudafricanos apartaran sus diferencias, sus viejas rencillas y lograran unirse en torno a un propósito común. Ganar el mundial de Rugby de 1995, que se celebró en Sudáfrica.
Inspirando primero al capitán del equipo nacional sudafricano François Pienaar, conociéndole, mostrándole sus buenas intenciones de trabajar para la superación de las diferencias raciales y la unión de todo el país. Hablándole de su experiencia de vida y sobre todo practicando con el ejemplo como líder y presidente. Así Mandela logró, a través del capitán, pudo llegarle e inspirar a todo el equipo (conformado por 99% de jugadores blancos) y que este a su vez inspirara a toda una nación de 42 millones de sudafricanos.
¿Cómo lo consiguió? Haciendo que cada jugador se diera cuenta de la gran responsabilidad que tenía sobres sus hombros. Que se concientizara de que debería esforzarse al máximo, encontrar y dar lo mejor de él, pero principalmente trabajando en equipo. Mandela envió al equipo de gira por todo el país. Recorrieron Sudáfrica, de punta a punta, dictando clínicas de rugby a los niños de las comunidades más vulnerables lo que permitió una conexión directa con la gente, ganándose su confianza al llevarles esperanza e inspirarles.
Los sudafricanos, por vez primera, se unieron entorno a su equipo de rugby, jugaron y ganaron el mundial.
Los venezolanos, lamentablemente no contamos, por lo menos no en este momento, con un verdadero líder político de la talla de Nelson Mandela, que logre inspirarnos. Pero, tenemos que contar con los que tenemos. Escoger a los mejores. Es responsabilidad directa de esa dirigencia política opositora, al igual que Mandela, buscar y encontrar ese factor, ese motivo de inspiración. El discurso necesario que devuelva la esperanza a un pueblo que parece haberla perdido por completo. Tal vez, no necesitemos de un Nelson Mandela, sino de muchos Madibas que en conjunto, con su ejemplo de unidad y trabajo en equipo logren inspirarnos, logren despertar almas.
@joserioslugo