La cartera de créditos venezolana se desacelera en bolívares y se derrumba en dólares
A pesar de su crecimiento en bolívares, la cartera de créditos de la banca venezolana expresada en dólares oficiales cayó 27%, al cierre del primer semestre 2020, mientras que si se compara con el mismo período de 2019, la contracción se eleva a 58,6%. El efecto de la devaluación en el volumen de préstamos ha sido sencillamente devastador en el último año.
En concreto, al término de junio pasado la cartera de crédito total ascendió a 165.128.969,3 dólares, mientras que en diciembre de 2019 terminó en una cifra equivalente a 225.241.004,4 dólares. En junio de 2019, el monto fue de 398.764.578 dólares.
Estos valores hacen de la cartera de créditos de la banca venezolana una fracción del total de préstamos de cualquier sistema bancario que se mire en América Latina.
Según los datos de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), que llegan a diciembre de 2019, en Bolivia la cartera ascendió a 24.249 millones de dólares; en Chile a 261.744 millones; en Colombia a 146.074 millones; en Costa Rica a 30.518 millones; en El Salvador a 13.162 millones; en Perú a 86.326 millones; en Nicaragua a 3.822 millones; e incluso en Honduras que muestra la cartera más pequeña en el registro de la federación, alcanzó a 567 millones de dólares.
Por cierto, el último registro que la Felaban tiene sobre la cartera de la banca venezolana corresponde a septiembre de 2016, cuando ascendió a 454.885 millones de dólares y era la segunda más grande de la región después de Brasil.
Sin embargo, en bolívares la historia es otra. Al cierre de junio, el monto total de la cartera, registrado por la firma consultora Aristimuño Herrera & Asociados, llegó a 33.755.282.453 miles de bolívares, un incremento de 221,5% en comparación con diciembre de 2019 y de 1.157,2% frente a junio de 2019.
Sin embargo, al revisar la data histórica de AHA, se observa que la estrategia restrictiva de encaje legal ha desacelerado de manera muy ostensible el crecimiento de la cartera. En junio del año pasado, el incremento semestral fue de 457,8% y el anualizado de 21.339,8%.
La intermediación desciende
La restricción de liquidez que el Banco Central de Venezuela aplica a la banca nacional ha tenido un severo efecto contractivo sobre la economía nacional, que se ha agudizado, por cierto, con la llegada del coronavirus Covid-19 al país.
De hecho, la cartera de crédito se ha hecho un elemento irrelevante como palanca del crecimiento -que en Venezuela no existe desde el cuarto trimestre de 2013-, a tal punto que apenas representa un estimado de 0,8% del Producto Interno Bruto, mientras que en el resto de América Latina el crédito equivale a más de 40% del PIB, en promedio.
Al cierre de junio, la intermediación financiera se ubicó 11,75%, un descenso frente al ya disminuido indicador de diciembre que fue 13,70%. Al cierre de junio de 2019, cuando ya estaba vigente el encaje diferencial sobre el saldo ordinario y de 100% para el marginal, este factor fue de 18,78%. En el primer semestre de 2018, la intermediación ascendió a 55% del total de captaciones.
Para que se tenga una idea clara de la situación, el requerimiento de encaje legal a junio pasado ascendió a 95.358.618.402 miles de bolívares, un volumen de liquidez congelada en el ente emisor que supera 182,5% al total de la cartera de créditos.
La baja intermediación genera que la banca tenga ingresos financieros insuficientes ante el crecimiento de los gastos que va al ritmo que marca la inflación, lo que provoca un fuerte deterioro de sus resultados.
Calidad de la cartera
Los indicadores de la calidad de la cartera crediticia de la banca venezolana muestran que el sistema se mantiene adecuadamente capitalizado y el riesgo de los préstamos se ajusta a los estándares internacionales de cobertura.
La cartera inmovilizada se ubicó en 2.238.423.590 miles de bolívares al cierre de junio, una cifra que representa 6,6% del volumen total de préstamos. De acuerdo con los datos de Aristimuño Herrera & Asociados, el portafolio vencido y no cobrado creció 364,3% en comparación con diciembre de 2019 y 3.270,3% frente a junio de 2019.
Estos incrementos son consistentes con la variación general de la cartera en un entorno crítico, aunque son superiores a los aumentos del total de préstamos en los mismos períodos, lo que evidencia que, como proporción del total del portafolio, aumenta el monto de créditos inmovilizados.
Esta situación es evidente cuando se observa el comportamiento del índice de morosidad. En el primer semestre, este indicador se ubicó en 6,63%, mientras que en diciembre de 2019 fue de 4,59%. Si la comparación se extiende a junio de 2019, el incremento se hace notar, puesto que el índice cerró en 2,47% del total de la cartera.
Ante esta situación, las entidades bancarias han hecho esfuerzos por mantener adecuados volúmenes de provisiones para la cobertura de riesgo de impago; sin embargo, el porcentaje de esta cobertura ha caído sustancialmente. Al cierre de junio, se ubicó 50,58% de la cartera total, un descenso desde el 59,52% de diciembre de 2019.
En junio de 2019, el porcentaje de cobertura de la mora ascendió a 119,97% en la primera mitad de 2020, lo que significa que la banca tenía provisiones de cobertura de riesgo casi 20% por encima del total de la cartera vencida. Un año después cubre poco más de la mitad.
El margen financiero bruto de la banca, un indicador que contrasta el comportamiento de los ingresos financieros y los gastos financieros, se estrechó en el primer semestre, como consecuencia obvia de la desaceleración de la cartera y el incremento de los gastos.
Frente a junio del año pasado, el crecimiento de este margen fue de 910%, como resultado del descalce observado entre el aumento de los ingresos financieros (+1.293,1%) y la escalada de los gastos financieros (+2.967,5%), básicamente representados por los intereses que pagan los bancos por las captaciones del público.
En este sentido, queda claro que prestar dinero no es el negocio que está haciendo que la banca venezolana resista una contracción económica histórica y casi tres años de hiperinflación.
Banca y Negocios