Medidas “discriminatorias” ante restricciones para la misa en la Sagrada Familia por víctimas de COVID-19

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El Arzobispado de Barcelona celebró en la Sagrada Familia la Misa por los fallecidos durante la pandemia con unos 500 fieles, y denunció las medidas discriminatorias que el gobierno de Cataluña quiso aplicar a la celebración religiosa al querer restringir la asistencia a solo diez personas, cuando horas antes había permitido el paso por la basílica a más de 1.200 turistas.

Redacción ACI Prensa

Ante los últimos rebrotes de COVID-19, el PROCICAT, es decir, el Plan Territorial de Protección Civil de Cataluña incluyó el pasado 17 de julio una serie de limitaciones y restricciones en el área de Barcelona, entre las que se incluía, por sorpresa, la prohibición de hacer reuniones de más de 10 personas tanto en el ámbito público como en el privado. Lo que afecta también a celebraciones religiosas y por lo tanto también al aforo de este funeral.

El día 21 de julio el Arzobispado pidió que se mantuvieran las medidas previstas antes de esas limitaciones, ya que en un primer momento esta Misa en la Sagrada Familia sí había recibido el visto bueno de la Generalitat y acordaron diversas medidas de seguridad.

Sin embargo, la Generalitat no respondió a esa petición del Arzobispado hasta el pasado viernes 24 de julio a última hora, tan sólo dos días antes de la celebración de este funeral, lo que les dejaba sin la posibilidad de recurrir la decisión.

Ante esta situación, el Arzobispado de Barcelona decidió seguir adelante con la celebración de la Misa tal y como tenían previsto y siguiendo estrictas medidas de seguridad.

En un comunicado emitido por el Arzobispado de Barcelona manifestaron su descontento al respecto de la decisión de la Generalitat y destacaron el sin sentido de que tan sólo pocas horas antes la Basílica de la Sagrada Familia hubiera abierto a los turistas, “atendiendo a la petición de la administración autonómica y local” y por la que pasaron 1.200 personas, pero se limitara a tan sólo 10 personas los participantes a este acto religioso.

También recordaron en el comunicado que realizaron la petición a la Generalitat del cambio del aforo porque consideraban que era “injusta y discriminatoria”, especialmente “teniendo en cuenta que hemos sido muy cuidadosos y respetuosos en mantener las normas sanitarias exigidas para los espacios cerrados, presentadas en todo momento a la Administración, contando con el visto bueno de los médicos y, máxime, teniendo en cuenta de que para otros locales interiores más reducidos dicha norma autonómica admite un aforo del 50%”.

En el comunicado aseguraron a los participantes que “las medidas aplicadas en la Sagrada Familia van a ser incluso más rígidas que las aplicadas desde ayer por la mañana a las visitas de turistas y que el aforo será del 23% del aforo legal máximo”.

De hecho se tomó la temperatura a todos los asistentes, se les repartió gel hidroalcohólico, tuvieron que guardar dos metros de distancia y mantener la mascarilla puesta durante toda la celebración.

Desde el Arzobispado anunciaron que ante “el poco previsible cambio de actitud de la Conselleria de Salut de la Generalitat de Catalunya, durante los próximos días iniciaremos las acciones legales oportunas contra la arbitrariedad y la indefensión que sufren el derecho a la libertad religiosa y a la libertad de culto, constitucionalmente protegidos”.

“La Iglesia hace suyo el dolor”

Durante la homilía, el Cardenal Juan José Omella destacó que “no son momentos para perder el tiempo en discusiones inútiles, para buscar culpables” o para “aumentar la división”.

Sino que son momentos para “tender las manos, para acariciar, perdonar, acompañar, caminar juntos y tratar de evitar más sufrimientos”.

Recordó que “la Iglesia hace suyo el dolor, el sufrimiento de los familiares, de los difuntos y quiere pedir a Dios misericordia por todos los muertos, no solo por los que han muerto debido al Coronavirus sino también por los que han muerto por otras causas y que durante el tiempo de confinamiento no han podido recibir la despedida merecida: hoy los recordamos a todos”.

El domingo 26 de julio se celebraba también la festividad de San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús, por eso el Cardenal Omella recordó especialmente a los ancianos “que han muerto en las residencias. No podemos olvidar que los abuelos han trabajado duramente para darnos la sociedad que tenemos, una sociedad más humana, más buena y más fraterna”.

También insistió en que en este tiempo de dificultades “hemos descubierto una vez más que la Iglesia sois y somos todos”, y subrayó que “es necesario alargar la mano al prójimo y luchar todos por el bien común. Son tiempos de perdón y de mirar al futuro aprendiendo de los errores”.

 

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