Abordar, a remendar, a levantar ruedos, a tener paciencia, a cocinar, a hacer dulce de higos, a detectar las mejores hojas de la parra para hacer niños envueltos, a cosechar aceitunas, a leer a Góngora, a ser hipócrita y prejuiciosa, a pensar que los hijos de las madres solteras son malas influencias, a llegar virgen al matrimonio, a comprender que una mujer no sólo debe ser honesta sino parecerlo, a conducir, a andar en bicicleta, a ser ordenada, a combatir la polilla, a cortar el pasto, a disparar con un rifle y una carabina, a no tenerle miedo al agua, a nadar, a entender que una chica decente sólo puede tener novio después de los 18, a no consumir drogas porque son malas, a fumar, a beber cerveza negra; a escuchar folclore, flamenco y fados; a hacer un fuego con carbón y leña, a pescar, a hacer remedios caseros para el dolor de garganta y el resfrío, a pintar postigos de madera con barniz para barcos, a combatir la humedad de los placares, a plantar y a carpir, a cazar liebres y perdices, a dispararle al vuelo a un pato, a resolver trinomios cuadrados perfectos, a reconocer una oración subordinada, a mover las caderas, a depilarme, a no prestar juguetes ni libros, a no sentarme para hacer pis en baños públicos, a llevar siempre un pañuelo por las dudas, a fabricar guirnaldas para los cumpleaños, a no ser generosa, a hablar mal de las chicas que cambian de novio demasiado seguido, a ir al teatro, a ser amable y educada con los mayores, a ser envidiosa, a ser sumisa, a entender que hay cosas de chicas y cosas de chicos, a no hablar de la menstruación en público, a ver belleza en la ausencia de voluptuosidad, a mirar las manos de los hombres, a correrme las cutículas.
A correr, a mentir, ser envidiosa; a leer a Horacio Quiroga, a Rimbaud, a Poe, a Bradbury; a no sentir pavor en un lugar oscuro, a estar sola, a ser hipócrita y prejuiciosa, a pensar que los hijos de las madres solteras son malas influencias, a llegar virgen al matrimonio, a comprender que una mujer no sólo debe ser honesta sino parecerlo, a reconocer el olor de la marihuana, a probar de todo para saber cómo es, a jugar con fuego, a ser egoísta, a guardar secretos, a tener secretos, a no prestar ni libros ni juguetes, a disparar con una escopeta de dos caños, a cazar liebres y perdices, a romperle la cabeza a un pejerrey recién sacado del agua, a encarnar con camarones y a encarnar con lombrices, a bañarme en un tanque australiano y a no cortarme las palmas con el borde al salir, a montar a caballo, a no asustarme cuando un caballo se desboca, a sacar un auto encajado del barro, a cambiar un neumático, a serruchar un árbol, a usar una llave inglesa, en absoluto a conducir, en absoluto a ser paciente, en absoluto a andar en bicicleta, en absoluto a ser una mujer a la que nadie pudiera decirle cómo debe ser una mujer, a estar triste, a sentir nostalgia, a saber que una chica decente sólo puede tener novio después de los 18, a hablar mal de las chicas que cambian de novio demasiado seguido, a tomar vino caliente para entrar en calor, a estar furiosa, a sobrevivir a la tristeza y a la furia, a ser independiente, a no ser independiente en absoluto, a usar la palabra odio, a fabricar barriletes, a destapar una cañería con soda cáustica, a ir al cine, a construir una tienda india y un horno de barro, a plantar y a carpir, a contemplar con hidalguía cómo se mata a una vaca enferma de carbunclo y cómo se le abre el vientre con un cuchillo y cómo del vientre sale un feto rosa brillante y plástico y se derrama sobre el pasto y se cubre rápidamente de moscas, a saber que una mordida humana es más temible que la picadura de una víbora venenosa, a saber que si me pierdo en el Ártico y tengo que sobrevivir comiendo cualquier cosa debo evitar comer hígado de perro porque puedo morir intoxicada por exceso de vitamina A, a saber que si me pierdo en la montaña debo evitar tomar agua de nieve porque no tiene la suficiente cantidad de minerales y puedo deshidratarme, a ser omnipotente, a escuchar a Beethoven.
Esas cosas quisieron enseñarme mi madre y mi padre. Cuánto esfuerzo, cuánta paciencia, cuanto tesón, cuánto empeño. Nada de desperdicio. Hay un verso de Ada Limón: “Imagino las entrañas de mi ser a veces, / parte hembra, parte macho, parte dragón terrible”. Eso: hembra, macho, dragón terrible.