Johnny Galué: A los 508 años de la obra de El Príncipe de Nicolás Maquiavelo

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Los grandes pensadores de estos momentos, lo que nos dicen es que hay que releer los clásicos, y fundamentalmente a “Maquiavelo”, “no es casual” que éste, sea “el único autor imprescindible en 508 años, porque en esencia, todos nacen de él, hasta los que le contradicen.

Se sabe de la escritura de “El Príncipe” que Maquiavelo escribió, hace exactamente   508 años, una carta a su amigo Francesco Vettori en la que dice que ha escrito este tratado de teoría política “y que lo está retocando”, aunque el libro es publicado por el editor romano Antonio Blado, en 1532, muerto ya Maquiavelo. Maquiavelo era consciente de las transformaciones que estaban alterando la escena del mundo, y advirtió la necesidad de adecuar las instituciones y las reglas de la vida política a ese nuevo escenario, y las funciones que ejerció en la República florentina afinaron su reflexión.

Con un lenguaje sencillo, conciso e instructivo, Nicolás Maquiavelo se dirige a Lorenzo de Médicis, nieto del papa León X, capitán general de los florentinos y duque de Urbino, a través de su obra El Príncipe, una obra clave y de referencia para cualquier historiador modernista. Donde se hace uso de las palabras para mostrar, a reflexión del autor, el arte del buen gobierno, las posibilidades del poder y unas pautas y consejos que un buen Príncipe debe seguir.

Todo ello, va acompañado de ejemplos políticos reales de la época del Renacimiento europeo, que en alguna ocasión Maquiavelo compara con sucesos históricos de la Antigüedad para relativizar las situaciones estatales del Quattrocento y del Cinquecento. Con estos magnos ejemplos, el autor pretende mostrar al destinatario que todo es posible en materia de poder, Estado y guerra. Abarca situaciones posibles e hipotéticas ante poniéndose al enemigo en cuestiones de intriga, Estado y batalla para así poder barajar distintas soluciones posibles que pueda tener el problema o la crisis política en cuestión; todo ello, con la intención de reforzar el poder del Príncipe y del Estado.

A Nicolás Maquiavelo, se le considera el verdadero fundador y padre de la ciencia política y fue el primero en usar la palabra Estado en su sentido moderno. Algunos le atribuyen, la invención de la dictadura moderna y su consiguiente Real política, como expresión específicamente distinta de las antiguas formas de totalitarismo. Sus ideas políticas estaban impregnadas de sentido práctico y una visión realista de gobierno.

Maquiavelo, tiene una concepción totalmente diferente de la sociedad humana; para él el hombre es de naturaleza perversa y egoísta, sólo se preocupa por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás; sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin escrúpulos morales, puede garantizar un orden social justo, que frene la violencia humana

El príncipe, de Nicolás Maquiavelo, cumple nada más y nada menos que 508 años, lapso que no hizo envejecer a uno de los más influyentes libros del arte de la política de todos los tiempos. Pero el texto de este florentino nacido en 1469 no cumple cinco siglos de existencia solamente, también cumple cinco siglos de lecturas, de referencias, de deslumbramiento, un periplo a través del tiempo y de la Historia.

La cárcel, la persecución y las acusaciones de conspiración contra los Medici, la familia más poderosa e influyente de la Florencia del Renacimiento, se convirtieron en las dramáticas contingencias que atravesó Nicolás Maquiavelo, quien murió antes de ver su libro publicado.

La escritura de El príncipe apareció fuera de todo plan, mientras su autor escribía una obra ambiciosa, los Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Todo hace suponer que la urgencia que interrumpió su proyecto, se impuso y terminó por plasmarse en una escritura vertiginosa que le demandó pocos meses.

Maquiavelo confiaba en que con El príncipe, volvería a conseguir el favor de los Medici, su libro parecía hablar secretamente a los integrantes de esa familia de banqueros, en una Italia completamente dividida, y que ese amparo político lo pondría a salvo de las intrigas de pontífices y reyes. Nada de eso ocurrió, el libro permaneció inédito hasta 1532, cinco años después de la muerte de Maquiavelo, que falleció sin saber que había lanzado al espacio una verdadera maquinaria cultural que hoy, a 508 años del inicio de su viaje, goza de una sorprendente contemporaneidad.

 

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