Pedro Palma: Francisco Kerdel Vegas, polifacético

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Recientemente falleció Francisco Kerdel Vegas, ilustre médico venezolano, quien le dedicó su vida a su querida Venezuela, dándole lo mejor de sí en múltiples y muy diversas áreas. Su tenacidad e inagotable interés por cultivar y diseminar el saber, no solo de la ciencia médica, sino también del pensamiento humanístico, lo llevó a ser un hombre polifacético. Un dedicado y reconocido dermatólogo, alcanzó fama y reconocimiento internacional. Después graduarse de médico en la Universidad Central de Venezuela en 1951, hizo estudios de especialización en las prestigiosas universidades de Harvard y Nueva York, reintegrándose a su Alma Mater a mediados de la década de los 50 como profesor asistente de dermatología. Allí enseñó por muchos años, llegando a la categoría de profesor titular de esa especialidad, y ser fundador del Instituto Nacional de Dermatología, que más adelante pasó a ser el Instituto de Biomedicina “Dr. Jacinto Convit”.

Su obra científica no solo fue reconocida en Venezuela, sino que también lo fue internacionalmente. Fue Individuo de Número de la Academia Nacional de Medicina y de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela, así como miembro correspondiente de varias academias de medicina latinoamericanas, miembro de la Sociedad Médica del Reino Unido, de la Academia de Dermatología de los Estados Unidos de América y, más recientemente, de la Real Academia Europea de Doctores, con sede en Barcelona, España.

Pero su legado fue mucho más allá de su destacada carrera como científico de la ciencia médica. Dedicó incansables esfuerzos al desarrollo y diseminación de la educación, habiendo sido el primer vicerrector académico fundador de la Universidad Simón Bolívar y, ulteriormente, miembro del comité directivo de la Universidad Metropolitana.

Francisco Kerdel Vegas

En el ámbito diplomático, tuvo una destacada actuación como embajador de Venezuela en el Reino Unido entre 1987 y 1992, desempeñándose ulteriormente como embajador en Francia y representante ante la Unesco durante la segunda mitad de los años 90, habiendo desarrollado estrechos vínculos con lo más granado de las comunidades académicas e intelectuales de esas naciones. Fue un impulsor y promotor de las cátedras Simón Bolivar de la Universidad de Cambridge y Andrés Bello de la Universidad de Oxford, así como de la cátedra Francisco de Miranda de la Universidad de Paris.

Consciente de la calidad intelectual y profesional de un sinnúmero de venezolanos que han emigrado durante los últimos años, fundó la Fundación Talento Venezolano (Talven), con la finalidad de identificar y contactar a muchos de esos destacados compatriotas que desarrollan actividades científicas y culturales en otros países, a los fines de crear los mecanismos y los medios para que ellos puedan mantener un lazo con Venezuela, a través de programas conjuntos de investigación, cursos a distancia, entrenamiento de profesionales, y tantos otros mecanismos que pueden ser de capital importancia para el desarrollo científico y cultural del país.

Hace unos años Francisco me invitó a desarrollar un capítulo de un libro que él estaba promoviendo, sugiriéndome un tema que, además de desconcertarme inicialmente, me tentó de tal manera que no pude rechazar. En esa ocasión me planteó que, así como existían variables que influían y eran determinantes de las fugas de capitales financieros de las economías, también se podían identificar variables y circunstancias que llevaban a las personas a arbitrar entre su permanencia en su lugar de origen o emigrar, influyendo esto de forma directa en la fuga del capital humano de las naciones. Entonces me invitó a desarrollar un análisis comparativo de los factores que explican las fugas de capitales financieros y humanos que ha sufrido Venezuela en años recientes. Como producto de ese esfuerzo escribí un trabajo denominado Arbitraje en la fuga de capitales financieros y en la fuga de talentos, que se incluyó como un capítulo del libro titulado Diáspora del talento, migración y educación en Venezuela: análisis y propuestas, editado por Fundacelac y por la Fundación Talven, sirviendo como editores Rubén Darío Peralta, Cristina Lares Vollmer y el propio Francisco. Ese trabajo me resultó fascinante y muy educador, por lo híbrido y poco convencional, razón por la que siempre le quedé muy agradecido.

En otra ocasión me invitó a que enviara mis artículos de prensa a una página virtual que agrupa a profesionales de la medicina. Cuando le expresé mis dudas de que mis artículos, mucho de ellos con contenido económico o de cultura general, pudieran ser de interés para la comunidad de galenos, su respuesta fue que, por el contrario, todo profesional debe recibir información de áreas muy diversas del saber. Entonces me expresó que, para él, aquel profesional que solo se interesa por estudiar y analizar los temas relacionados con su oficio, podrá ser un experto en su área de acción, pero siempre será un profesional incompleto y con una formación deficiente.

Esa es solo una muestra de su amplitud de mente, variada condición y múltiples aptitudes que lo caracterizaban, haciéndolo un personaje polifacético, con quien era un verdadero placer tratar y conversar de los más diversos temas, sobre los que siempre emitía ideas y conceptos sólidos y llenos de contenido.

Venezuela toda tiene que agradecer y enaltecer el legado de este compatriota ilustre que acaba de partir, quien, a lo largo de su larga y fructífera vida, hizo y dio tanto por nuestro país y por todos sus conciudadanos. Que en paz descanse.

 

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