Es increíble cómo la máscara más famosa de la humanidad en tiempos de pandemia, llena de simbolismo, decidirá quién será el presidente # 59 de los Estados Unidos. Simple. Esa pared de tela se convirtió en la separación entre la vida y la muerte.
¿Qué quiere decir? Es la expresión el escudo protector contra el enemigo invisible. Dos visiones: Trump, al no utilizarla, desafía al COVID-19. Al ser el presidente un hombre de televisión, colocársela, según su opinión, hace ver débil al héroe de la película.
Biden, resiliente, sabe el significado de la máscara: la responsabilidad del respeto al otro, enseña el peligro que significa la omnipresencia del COVID-19.
A Trump no le importa. La ha utilizado solo por obligación sin darse cuenta de que esa acción temeraria lo hace responsable, en EE. UU., de más de 160 mil muertos y 5 millones de contagiados en seis meses — y en aumento —. El guion del presidente es que la máscara tiene «su tiempo y su lugar».
¿Es que acaso la humanidad está en una fiesta de disfraces? El sentido populista y esperanzador de la vacuna es obvio que disminuye el temor. Allí es donde el hombre de Estado desafía un hecho de guerra con un enemigo invisible, no convencional, de salud pública, pensando en su buena estrella. Baño de populismo.
Trump revierte la ley y el orden cuando intenta vender la panacea de la economía en detrimento de la salud pública.
Abrirle la puerta al demonio.
¿Premonitorio?
La máscara de la muerte roja, uno de los mejores cuentos del escritor estadounidense Edgar Allan Poe, ejemplarizante y didáctico en demasía, palabras más palabras menos comienza: «El desvaste del país durante largo tiempo por la muerte roja…». Es la peste similar al COVID-19, nada más parecido: «…fatal y espantosa».
Un príncipe encerrado, Próspero, intrépido, espera el final de la plaga detrás del lujo y la seguridad de su castillo y expresa que el mundo se las arreglaría por su cuenta. No contento, organiza un baile de máscaras con su séquito, sin percatarse que allí lo esperaba una figura enmascarada de rojo representando lo que sería su posterior muerte.
Los ojos de dos candidatos… ¿Cuál más compasivo?
Joe Biden entiende la resiliencia: sorteó la tragedia familiar de la muerte de su primera esposa, Neolia, y de su hija Naomi, en un accidente de tránsito y posteriormente, hace poco, por un tumor cerebral, la muerte de su hijo Joseph.
Donald Trump: la desobediencia y la mentira sortea la comedia.