Rafael Fauquié: Escuchar la voz de los poetas

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Escucho la voz “poeta” y pienso en más, mucho más que en solo autores de versos rimados. Pienso en escritores  capaces de describir verdades; creadores de voces encargadas de expresar lo irremplazable, lo inconfundible, lo verdadero, lo genuino, lo exacto; escritas en verso o en prosa, no importa: siempre serán poéticas las palabras humanamente expresivas.

Poética fue la expresión de los hombres desde el comienzo de los tiempos, la que precedió a la religión y a la ciencia. Un gran poeta, Saint-John Perse, confirió a la creatividad humana -toda ella- un rango estético y definió a la ciencia y a la poesía como actividades hermanadas en lo que él llamó “pensamiento desinteresado”.

La voz de los poetas se relaciona con la libertad de una conciencia individual capaz de idear imágenes y de establecer correspondencias entre esas imágenes. En esa voz percibimos, distinguimos, una conciencia mediadora apoyándose en su propia historia para comunicar pensamientos y ordenar imaginativamente personales razones. Libremente ella nombra lo que considera imposible de callar. Explora, desde una sensibilidad y una intensidad propias, miradas, comprensiones, visiones y memorias. A la vez ética y estética, se afirma sobre argumentos erigidos a partir de dos premisas esenciales: la verdad y la belleza. Su entonación particulariza a un individuo que supo hacerla suya y supo merecerla. Escuchar esa voz, comunicarnos con ella, es oír signos que, eventualmente, hablan a nuestra existencia. Es apartarnos del lugar común, de la reiteración, del estereotipo, de la banalidad, de la unanimidad…

 

 

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