The Ocean Cleanup recogiendo residuos en el Océano Pacífico.
¿Podría una solución a los residuos plásticos marinos amenazar uno de los ecosistemas más misteriosos del océano?
Se sabe poco sobre el neuston, pero los biólogos marinos temen que esta comunidad de organismos que vive en la superficie de los océanos pueda ser diezmada por las redes que barren la contaminación plástica.
En mayo de 2017, la costa italiana de Liguria quedó cubierta por un delicado color púrpura. El mar había arrastrado pequeños caracoles de ese color. Su nombre en latín: Janthina pallida. Los caracoles violetas rara vez se ven en tierra, pero fueron arrastrados a la orilla por un patrón inusual de viento, de modo que zonas enteras de la playa adquirieron un tono pastel. Quienes caminaban por la orilla, pudieron disfrutar de un extraordinario encuentro con un maravilloso ecosistema del que la mayoría probablemente nunca ha oído hablar: el neuston.
Neuston se refiere al conjunto de organismos que vive justo encima o debajo de la capa superficial del agua. Penden de ella o flotan y se desplazan sobre la película que se forma entre el agua y la atmósfera. En estas aguas transparentes abundan las especies de color azul intenso, lo que el oceanógrafo Sir Alistair Hardy denominó “la flota azul”.
Es un mundo misterioso con muchas incógnitas, incluso para los expertos. Pero recientemente ha sido fuente de discusión entre un proyecto que intenta limpiar el mar, extrayendo basura plástica de su superficie, y los biólogos marinos que alertan de que esto podría destruir el neuston.
Un mundo entre mundos
El neuston comprende una multitud de pequeños crustáceos, pólipos, moluscos o peces, cuya coloración azulada no solo les ayuda a camuflarse en el mar, sino que les protege de la radiación ultravioleta del sol. Porpita, Velella y Physalia son sifonóforos, colonias de pólipos flotantes. Como por ejemplo, la carabela portuguesa (Physalia physalis), también conocida como botella azul o falsa medusa. Y es que a diferencia de las medusas, que son organismos individuales, la carabela es un organismo colonial, cuyos pólipos se especializan en diferentes funciones. Sus tentáculos, por ejemplo, pueden alcanzar los 30 metros de largo y presentan cápsulas urticantes que les sirven para inmovilizar a sus presas.
La medusa Velella velella que vive en la superficie del océano.
Por otro lado, la velella (Velella velella), conocida como vela de mar o vela púrpura, también habita el neuston. Es una colonia de pólipos plana como una balsa y con una pequeña vela en la parte superior, gracias a la cual se desplaza impulsada por el viento. Los sifonóforos pueden ser presa de moluscos, como el dragón azul (Glaucus atlanticus), que también vive en el neuston. Esta babosa marina puede adherirse a la superficie del agua boca abajo, gracias a sus apéndices ramificados. Asimismo, también podemos encontrar anémonas de mar, bacterias, una especie de percebe flotante conocido como “percebe de boya” (Dosima fascicularis), así como ciertos insectos del género Halobates, hemípteros patinadores parientes del zapatero de nuestros ríos y estanques.
Todos estos organismos viven “entre los mundos” del mar y del cielo, tal y como lo describe Federico Betti, biólogo marino de la Universidad de Génova. Por abajo, acechan los depredadores. Por arriba, quema el sol. El viento y las olas los trasladan de un lado a otro. Dependiendo del clima, su entorno puede ser cálido o frío, más o menos salado.
Pero ahora, se enfrentan a otra amenaza, en este caso como consecuencia de la actividad humana. El proyecto The Ocean Cleanup (La Limpieza de los Océanos), dirigido por el inventor holandés Boyan Slat, ha recaudado millones de dólares en donaciones y patrocinios para desplegar largas redes para barrer la basura flotante del mar.
A favor de la corriente
“Para 2050, podría haber más plástico en los océanos que peces. Ese futuro es inaceptable para nosotros”, declara The Ocean Cleanup en su página web.
Rebecca Helm, bióloga marina de la Universidad de Carolina del Norte, estudia estos ecosistemas y teme que la propuesta de The Ocean Cleanup de eliminar el 90 por ciento de los residuos plásticos del agua también pueda acabar con la “flota azul”. Helm investiga dónde se congregan exactamente estos organismos. “Hay zonas de muy alta concentración y otras de menor. Estamos tratando de averiguar por qué es así”, cuenta Helm.
Los caracoles de mar pueden formar el neuston.
El neuston se desplaza con las corrientes oceánicas. Helm teme que pueda acumularse en los mismos lugares que la contaminación plástica del mar. “Nuestros datos iniciales muestran que las áreas con altas concentraciones de desechos plásticos también muestran altas concentraciones de organismos vivos”.
The Ocean Cleanup, por el contrario, critica que las preocupaciones de Helm se basan en “suposiciones erróneas”.
“Es verdad que los organismos neustónicos quedarán atrapados en las redes”, admite Gerhard Herndl, profesor de biología marina y ecología de la Universidad de Viena y uno de los asesores científicos del proyecto. Pero “estos organismos tienen una vida peligrosa. Están adaptados a grandes pérdidas, ya que durante las tormentas suelen ser arrastrados a la costa. Tienen altas tasas de reproducción. Si no fuera así, ya se habrían extinguido”, explica.
Helm, por su parte, advierte que se desconoce lo rápido que se reproducen estos organismos, y en cualquier caso recuperarse de una tormenta pasajera es muy diferente a sobrevivir a los sistemas de The Ocean Cleanup, que podrían estar en funcionamiento durante años.
Fin de la comunicación
En diciembre, The Ocean Cleanup invitó a Helm a un simposio sobre el tema en el que ambas partes presentaron sus puntos de vista, pero sin llegar a un entendimiento. Desde entonces, la comunicación directa entre ellos se ha detenido, según Helm. “Ya no están interesados en hablar conmigo”.
La costa italiana de Liguria se ha vestido de un tono pastel por los caracoles que han llegado a sus orillas.
En lo que sí coinciden ambas partes es en que se desconoce mucho sobre el neuston. Lo que es seguro, sin embargo, es que la mayoría de los peces del océano pasan parte de su vida en él. “Más del 90 por ciento de los peces marinos ponen huevos flotantes, que permanecen en la superficie hasta su eclosión”, explica Betti.
En 2019, The Ocean Cleanup llevó a cabo uno de los pocos estudios sobre el neuston durante una expedición al Gran Parche de Basura del Pacífico, una zona donde la contaminación plástica se ha acumulado a gran escala. La organización recogió datos sobre la abundancia de desechos plásticos en relación con los organismos del neuston. Todavía no se han publicado los resultados.
¿Está la solución en tierra?
Helm cree que la mejor manera de abordar el problema de los plásticos marinos sería colocar las redes más cerca de la costa, en las desembocaduras de ríos y bahías. De esa manera la basura podría ser recogida antes de llegar a los océanos.
“Detener el flujo de plástico al océano es la manera más rentable y eficaz de garantizar que no entre en nuestro medio ambiente”, dice. En cuanto al plástico que ya flota en mar abierto, no cree que valga la pena sacrificar partes de neuston y le gustaría ver los resultados de la investigación primero.
Hace poco, The Ocean Cleanup ha lanzado un nuevo proyecto, cuyo objetivo es filtrar los residuos plásticos de los grandes ríos antes de que lleguen a mar abierto. No obstante, también continúa su proyecto en mar abierto.
En 2018, por ejemplo, se instaló un prototipo de red de 600 metros de largo en el Gran Parche de Basura del Pacífico. Los paneles de tela alcanzan los tres metros bajo la superficie del agua, que es la zona donde flota más plástico. Pero el proyecto no salió según lo planeado. Se recuperó menos plástico del esperado. El sistema se ha traslado a tierra para su reparación y optimización. El plástico recuperado hasta la fecha será reciclado y puesto en venta. Los ingresos se utilizarán para financiar futuros proyectos. En los próximos dos años, The Ocean Cleanup espera poner en marcha hasta 60 barreras de este tipo para recoger los restos flotantes.
Betti también se muestra preocupado: “Deberíamos pensarlo dos veces antes de actuar en el mar”. “En la naturaleza, nada es tan fácil como pensamos, y a menudo, hemos hecho más daño al tratar de hacer algo bueno”, concluye.
DW