José Ríos Lugo: De sorduras, cieguras, tercuras  y amparuras…

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Un verdadero terremoto, que ha estremecido hasta lo más profundo las bases de la “conciencia colectiva” de la sociedad, ha sido el mensaje de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV). Donde además de señalar  y condenar las condiciones injustas, adversas existentes para el libre ejercicio del voto en las parlamentarias del 6 de diciembre, advierten que el camino de la abstención para enfrentar lo adverso de dichas condiciones no es el indicado.

Mensaje de la CEV: “4. Ante esto, un grupo importante de líderes y de partidos políticos ha expresado su voluntad de no participar en las elecciones parlamentarias. Esto no basta, deben asumir la responsabilidad de buscar salidas y generar propuestas para el pueblo que durante años han creído en ellos, pues la sola abstención hará crecer la fractura político-social en el país y la desesperanza ante el futuro. Esta decisión de abstenerse priva a los ciudadanos venezolanos del instrumento válido para defender sus derechos en la Asamblea Nacional”.

Un mensaje claro y directo. Sin lugar para otras interpretaciones acomodaticias a posiciones abstencionistas.  Los obispos, máximos representantes de la iglesia católica en Venezuela, llaman abiertamente a la participación masiva del pueblo venezolano en las parlamentarias de este año. A ejercer el sagrado Derecho Humano Universal del voto. Como la mejor vía para avanzar en el camino de lograr un cambio político en el país. Un cambio de los que hoy detentan el poder en Venezuela por la vía pacífica, constitucional y electoral.

CEV (continuación del punto número 4): “No participar en las elecciones parlamentarias y el llamado a la abstención lleva a la inmovilización, al abandono de la acción política y a renunciar a mostrar las propias fuerzas. Algo semejante pasó en diciembre de 2005, y no tuvo ningún resultado positivo.  A pesar de las irregularidades, la participación masiva del pueblo es necesaria y podrá vencer los intentos totalitarios y el ventajismo de parte del gobierno.”. ¿Dónde está la confusión?. Más claro y directo imposible.

Los factores que nuevamente llaman a la abstención, el G4 o lo que queda de este y  23 micros “partidos” más, firmantes de la convocatoria a la abstención, quienes por cierto no han dado muestra alguna de haber consultado a sus bases para tomar tal decisión, ante el fracaso de sus intentos por manipular ante la opinión pública el contenido del transparente y muy oportuno mensaje de la iglesia, han optado por TAPARSE LOS OÍDOS, LOS OJOS  y  DESCALIFICARLO  señalando que el mismo es “ambiguo” y “confuso”.

Este mensaje del clero venezolano puede marcar un antes y un después, conforme a la decisión que deben tomar los venezolanos sobre si votar o no votar. Ya en muchos ha generado cambios de visión, de perspectivas sobre la realidad existente y sobre el camino a seguir para lograr avanzar en la concreción del objetivo de la mayoría de los venezolanos,  por lo menos del 75%, como lo es una transición en paz hacia la democracia.  Cito un tuit de Américo Martín, quien al parecer por lo que expresa en el, ha cambiado su opinión (adversa a votar en estas parlamentarias) y ahora llama al voto.

Un recurso que puede contribuir a dejarnos sin recursos

Me parece que los demandantes que introdujeron ante el TSJ el recurso de amparo solicitando la suspensión del proceso electoral parlamentario del 6D, en el cual señalan una serie de irregularidades de aspecto técnico y por otra parte, de violaciones a la Constitución, ley y normativas electorales actúan de buena fe. Pero, creo que no evaluaron bien los pros y contras de dicho recurso.

Apelando a la mayor objetividad posible el escenario con mayor probabilidad es que el recurso sea desestimado por un TSJ que responde solo a los intereses del Poder Ejecutivo. De manera que, puede verse como de gran ingenuidad esa acción por la vía jurisdiccional.

Claro, sus autores con justa valía señalarán que ellos están conscientes de esa enorme posibilidad, pero que si no se logran los objetivos por lo menos quedará constancia de que se intentó una acción en defensa del Estado de Derecho. El problema es que no se han medido bien las consecuencias. No se ha previsto que el hecho de que sea rechazado dicho amparo coadyuvará directamente a aumentar la desconfianza y desmotivará el voto. Con lo cual solo la abstención y Maduro obtendrán logros.

Todos, casi todos  o por lo menos es el caso de Andrés Caleca, expresidente del Consejo Supremo Electoral, quien es uno de los impulsores y demandantes del recurso, han manifestado que creen en la vía electoral y que de darse las elecciones ellos votarían. Pero, si creen en el voto y están dispuestos a votar deberían haber considerado que dicho amparo, cuyo destino parece estar cantado,  al ser desestimado por el TSJ se convertirá en un desmotivador más del voto. Y por otra parte hay quienes han señalado, conforme a la Constitución, que el amparo promueve la conculcación del derecho Humano Universal de ejercer el voto. Veremos qué pasa.

Finalmente, quiero dejarles la siguiente cuenta y recordarles que las matemáticas no se equivocan. Todas las encuestas reflejan que entre un 70% y un 80% de la población venezolana rechaza al gobierno de Maduro. Siendo así y tomando el porcentaje menor, estamos hablando de que ese 70% representa más de 18 millones de venezolanos. Repito 18 MILLONES. Si tomamos en cuenta solo los inscritos en el REP (actos para votar que suman 20 millones de venezolanos), el 70% es 14 millones de ciudadanos en contra del gobierno de Nicolás Maduro. 14MM que estarían abarrotando todas las calles del país. (claro con los protocolos adecuados por el COVID-19, como lo han hecho en: España, Francia, Polonia, R. Dominicana, Bielorrusia y Surinam).

Esa es una fuerza DESCOMUNAL, contra la cual ningún gobierno autoritario y/o dictadura puede. Así nos lo muestra la Historia Universal.  ¿Qué gobierno puede con tan gigantesca fuerza electoral en contra, así coloque las peores condiciones posibles para ejercer el voto?. La respuesta es simple, ninguno sobre la tierra. Eso está más que demostrado (con las experiencias de: Chile, Bolivia, Sirinam, Polonia y hoy Bielorrusia). Pero, no vayamos muy lejos, lo demostramos nosotros mismos aquí en 2007 y en 2015. Con todo en contra salimos a votar y ganamos. Superamos el ventajismo gubernamental, el abuso de poder y las trampas.

Entonces: ¿Cómo puede ser posible que con la excusa de que “no existen condiciones justas, libres, ideales para ejercer el voto” (jamás las hubo en todo este periodo de la revolución bolivariana) se llame nuevamente a la abstención?.  ¿Cómo puede ser posible que esa dirigencia extremista del G4 que lidera Guaidó, en vez de aprovechar semejante fuerza en la vía electoral, mande a quedarse en casa a los venezolanos, de brazos cruzados.  A que solo contemplen por televisión como Maduro, con apenas el 20% o 25% de la población se quede con la Asamblea Nacional, al igual que en 2005?.

¿Es qué esa dirigencia no aprendió nada de esas malas decisiones, de esos rotundos fracasos del 2005 y del 2018 que no nos han conducido a nada concreto para lograr el cambio?. Pero, lo peor aún es que esa dirigencia que deja mucho que desear, que no ha estado a la altura de las circunstancia del país, sigue sin presentarles a los venezolanos un plan, una ruta real y viable alternativa al voto para lograr un cambio. Por el contrario, solo sigue vendiéndole al pueblo sus fantasías de invasión, golpes, Tiar y sanciones que ahogan al pueblo y que buscan provocar una explosión social que derroque a Maduro. Sin importarles el sufrimiento del pueblo por consecuencia del destrozo del país que ha hecho Maduro, el cual se ha incrementado enormemente gracias a las sanciones inútiles para derrocar gobiernos.

Mientras tengamos tal dirigencia profundamente mediocre, sin sentido nacionalista y que responde a sus intereses financieros antes que a los del país. Que además cuenta con el apoyo de la comunidad internacional el camino a una salida está muy, muy lejos.

@joserioslugo

Mensaje de la Conferencia Episcopal Venezolana ante las elecciones parlamentarias convocadas para el 6 de diciembre de 2020

La Conferencia Episcopal Venezolana en sus reflexiones y exhortaciones permanentemente ha llamado la atención ante el sufrimiento del pueblo, golpeado por la profunda crisis económica, social, moral, institucional y política que vive el país, siendo olvidado por quienes asumieron el rol de representarlo en el campo político. Esta crisis se ha agravado por la emergencia del COVID-19, que se ha extendido en un país marcado por un grave deterioro del sistema sanitario nacional y por el colapso de los servicios públicos.

Nuestro pueblo tiene una gran vocación democrática, por lo que asume en su normalidad ciudadana la vía electoral como la manera pacífica y racional de establecer una ruta política consensuada e inclusiva para resolver los ingentes problemas que le afectan; esta convicción nos lleva a descartar cualquier salida fuera de la institucionalidad constitucional. Para ello, es necesario celebrar elecciones libres, justas e imparciales con participación de todos los partidos y movimientos políticos, y con un basamento ético que respete el voto ciudadano según está previsto en la Constitución y las normas electorales.

En este momento histórico de Venezuela, están convocadas para el próximo mes de diciembre las elecciones parlamentarias. Somos conscientes de las irregularidades que se han cometido hasta ahora en el proceso de convocatoria y preparación de este evento electoral: desde la designación de los directivos del Consejo Nacional Electoral, la confiscación de algunos partidos políticos, inhabilitación de candidatos, amenazas, persecuciones y encarcelamiento de algunos dirigentes políticos, el cambio del número de diputados y de circunscripciones electorales. Resulta inmoral cualquier maniobra que obstaculice la solución política y social de los verdaderos problemas presentes en el país.

Ante esto, un grupo importante de líderes y de partidos políticos ha expresado su voluntad de no participar en las elecciones parlamentarias. Esto no basta, deben asumir la responsabilidad de buscar salidas y generar propuestas para el pueblo que durante años han creído en ellos, pues la sola abstención hará crecer la fractura político-social en el país y la desesperanza ante el futuro. Esta decisión de abstenerse priva a los ciudadanos venezolanos del instrumento válido para defender sus derechos en la Asamblea Nacional.

No participar en las elecciones parlamentarias y el llamado a la abstención lleva a la inmovilización, al abandono de la acción política y a renunciar a mostrar las propias fuerzas. Algo semejante pasó en diciembre de 2005, y no tuvo ningún resultado positivo.  A pesar de las irregularidades, la participación masiva del pueblo es necesaria y podrá vencer los intentos totalitarios y el ventajismo de parte del gobierno.

El momento actual exige la participación plena y libre de todos los partidos y movimientos políticos, junto con el compromiso ineludible de las autoridades y los dirigentes de los mismos, de dejar a un lado sus propios intereses para promover el bien común y el servicio a todo el pueblo venezolano. Nos mueve la fe en Dios, en los valores trascendentes y el amor al pueblo, los únicos que conducen a la paz y a la convivencia fraterna de todos.

Que el Señor y la Virgen de Coromoto bendigan a nuestro pueblo y les conceda discernimiento a los dirigentes sociales y políticos ante los graves retos que enfrenta hoy la patria.

Con nuestra bendición.

11 de agosto de 2020

Conferencia Episcopal Venezolana

 

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