“Es importante que todos los sectores del país puedan sentir que tienen a alguien por quien votar”, dijo Jorge Rodríguez, ministro de Información, al anunciar que se habían indultado a 110 condenados. Sin embargo, es poco lo que este gesto aporta a resolver la abstención electoral; por tres razones:
El fantasma de una alta abstención (actualmente estimada entre 75 y 85%) es lo que motiva al gobierno a “hacer algo”, como los indultos, para tratar de rescatar la participación electoral y algo de su credibilidad. Pero, indultar a esos presos, exiliados o enconchados no responde al reclamo generalizado por las condiciones electorales, aquellas que deberían perfilar la transparencia, equidad, acceso al voto, etc. Como el venezolano común no cuenta con ellas, opta por responder en las encuestas que no piensa ir a votar.
La segunda razón por lo que el indulto no resuelve la abstención es menos mencionada, pero más importante. El enorme caudal opositor (entre un 70 y 80%) se escurre como agua entre los dedos porque son demasiados partidos, demasiado pequeños y, hoy, sin articulación entre sí. Con sólo articularse, escoger un solo cadidato por curul, hacerle la campaña y defenderle los votos, la oposición, sin mejores condiciones electorales que las actuales, le dio la paliza del siglo al chavismo en las parlamentarias de 2015. Una interpretación que se desprende de esta observación es que un gobierno tan malo como el de Nicolás Maduro sigue en el poder y hace lo que le viene no tanto por su gran articulación interna, apoyo militar o dinero sino por la debilidad de su adversario. De hecho, los indultos pueden agravar la multiplicación de partidos y…”algunos podrían presentar sus candidaturas”, como invitó Jorge Rodríguez. Así el gobierno mata dos pájaros con una sola piedra: luce magnánimo y busca reducir la abstención, mientras que contribuye a fraccionar el voto opositor para asegurar el triunfo de su exigua minoría.
La tercera razón por la cual el gesto de supuesta magnanimidad del gobierno no tiende a tener un impacto electoral significativo es porque los indultados no tienen suficiente conexión popular. Por ejemplo, ningún partido político de oposición pasa del 2% en identificación partidista y casi ninguno llega al 1%, por lo que no movilizan políticamente. Ningún partido ni dirigente de oposición con alta visibilidad ha construido una marca que lo identifique como un gran acompañante o promotor social; sino como aspirante a posiciones de autoridad; pero los ciudadanos «no saben cómo se come eso».
El error de asumir que esos indultos mejorarían las condiciones electorales se repite a nivel de altos voceros de la política de otros países, supuestamente mejor conectados con sus respectivas bases ciudadanas y que, por lo tanto, deberían estar conscientes de las tres razones antes citadas para no caer en el error de otorgarle un efecto electoral exponencial a estos indultos, siendo que las razones de base para no votar son mucho más graves y afectan a todos los venezolanos. Tampoco se atreven a destacar, excepción hecha de Joseph Borrell, que la lista de indultados equivale a la confesión de parte del gobierno venezolano de que aquí hay presos políticos.
Aún así, no se puede dejar de reconocer la maestría con la que el gobierno de NM se mueve y manipula la opinión pública: ¡Chapeau! Con decir esto tampoco estamos diciendo que el triunfo del gobierno en las elecciones parlamentarias será absoluto. No, pero tiende a recuperar espacios: va a lograr mayoría de diputados por la alta abstención, porque va unificado y con un solo candidato por curul; reducirá la imagen de ilegitimidad de las condiciones electorales porque a unos pocos les parecerá bien el saludo a la bandera de los indultos; no existe un requisito legal que exija un mínimo de participación electoral; algunos partidos de oposición ya están participando y reconocerán los resultados; la Asamblea paralela de Juan Guaidó probablemente operará desde el exterior; algunos de los países que han reconocido a Guaidó como Presidente Interino dejarán de hacerlo; y la oposición quedará más fragmentada, desorientada y deprimida que lo que ya se encuentra en este momento. Uno de los primeros actos de la nueva Asamblea Nacional será buscar la aprobación de una Constitución que no llamo <nueva> porque lo que hará será recoger lo que se ha venido haciendo por fuera de la vigente. Ya la Comisión Constitucional de la Asamblea Nacional Constituyente que preside Herman Escarrá la tiene casi lista.
@joseagilyepes