Ya tenemos septiembre ahí mismo y con septiembre, se supone que el nuevo año escolar, y yo, aún cansada por el que terminó en julio.
¿Cómo regresar a clases? ¿A distancia? ¿Presencial? ¿Semipresencial, con sistema híbrido?
Comencemos por dejar sentados algunos principios: lo que se decida debe ser tomando en cuenta “El interés superior del niño”, esto es, lo que más le convenga. No sólo porque así lo establece la Convención Internacional de Derechos del Niño (Art. 3) y nuestra CRBV (Art. 78), sino porque se supone que la educación es para el bien de los niños, niñas y adolescentes, entonces no se pueden tomar decisiones que les perjudiquen.
Lo otro que conviene recordar es que antes de comenzar la cuarentena, ya la educación venezolana estaba en serios problemas. En marzo, hablábamos de una Educación en emergencia: rutina escolar perdida, inasistencia del 40% del alumnado – según datos de la última ENCOVI – a causa de la falta de alimentación – en casa o en la escuela – problemas con el agua, la electricidad, el transporte… También para entonces, y en realidad desde hace varios años, la escuela estaba teniendo serias dificultades por las renuncias de docentes, debido a los bajos, bajísimos salarios… Conviene apuntar también que, según datos oficiales, en el año escolar 2018/2019, el país contó con 1.295 planteles menos que en el año escolar anterior… En fin, los problemas de la educación venezolana no comenzaron con la pandemia, con la cuarentena. Cabe preguntar, ¿algunos de esos problemas se ha solucionado o se han agravado? ¿Han aparecido otros?
Con la educación a distancia, surgieron otros obstáculos: la mayoría de los estudiantes no tenían los equipos necesarios – computadoras o al menos teléfonos inteligentes -, la conectividad a internet es escasa y el servicio en Venezuela es considerado de los más lentos del mundo; tampoco todos tenían radio o televisión para poder tener clases por esas vías; los docentes no sabían cómo educar a distancia, ni los estudiantes tenían experiencia de cómo aprender sin el maestro en frente, y los padres no tenían esa responsabilidad de acompañar el aprendizaje de sus hijos… Añadamos que con el colapso del servicio de electricidad, ni por radio, ni por televisión, ni on line, era posible que muchos estudiantes tuviesen acceso a esas clases remotas.
Los problemas complejos no pueden tener soluciones simples y mucho más cuando las medidas que se tomen afectarán a millones de niños, niñas, adolescentes, a sus familias y al personal que labora en las escuelas. Entonces, deben ser muy bien pensadas, nada de improvisar.
¿Regresar a clases cómo? Alternativa 1: presencial. ¡Me encantaría ver de nuevo a los niños y niñas llenar los salones! Verlos correr en el patio, verlos sonreír en la clase, preguntar, hacerle reír a uno con sus ocurrencias, pero, ¿Tienen las escuelas equipos de bioseguridad? ¿Tendrán las familias los recursos para estar comprando mascarillas? ¿Los salones tienen suficiente ventilación? ¿Hay agua permanentemente en los planteles? ¿Y los maestros, con los actuales salarios, podrán comprar, además de zapatos, esas mascarillas imprescindibles para trabajar? ¿Se reincorporarán suficientes maestros para poder garantizar que todas las secciones estén atendidas? ¿Habrá transporte colectivo para tanta gente? ¿Los estudiantes y el personal que no vive cerca de los planteles tendrán el efectivo y el recurso para pagar ese transporte? ¿Las escuelas públicas y subsidiadas tendrán servicio de alimentación para que se pueda garantizar al menos una comida por día? ¿Qué opinan los padres? ¿Están de acuerdo con mandar a sus hijos a los colegios? Conteste usted las preguntas
Añadamos otras interrogantes, que no eran problemas antes de marzo: ¿cuántos casos de contagiados con covid19 tenemos en cada comunidad? ¿Se están haciendo las pruebas necesarias para saberlo con certeza? Piénsese cuantos casos se reportaban en marzo y cuántos, oficialmente se han estado reportando durante el mes de agosto. Hay países, como Australia, que están teniendo clases presenciales, previa consulta a los padres, y ellos deciden si mandan a sus hijos o los mantienen con clases a distancia. En Australia hay control de la pandemia. ¿Tenemos control aquí?
La alternativa de clases semipresenciales, combinado unos días –variable- con presencia y completando con educación a distancia, echando mano de diferentes modalidades: on line, radio, televisión, con el debido entrenamiento a docentes, estudiantes y padres. Esa ha sido la alternativa de algunos países. Con mucha flexibilidad, con decisiones descentralizadas, cada región, cada población, cada plantel según su realidad, no solo de infraestructura, sino también de la situación de la pandemia. Se mantienen preguntas del párrafo anterior. Conteste usted para el caso venezolano. ¿Cuál es la situación?
Alternativa 3: seguimos a distancia. Datos necesarios: ¿A cuántos estudiantes se llegó con el programa “Cada familia una escuela”? ¿Cuánto aprendieron los alumnos por esa modalidad? ¿A cuántos se llegó con otras modalidades? ¿Hubo monitoreo? En Fe y Alegría, combinando clases por radio – se cuenta con 23 emisoras – grupos de wasap, orientaciones escritas sobre todo en zonas rurales, avisos en bodegas de la comunidad… según el monitoreo que se hizo todo el trimestre, se pudo atender al 81% del alumnado…¿ Dónde están los datos de las otras instancias?¿Tendremos suficientes maestros para este próximo año? Porque la educación a distancia también requiere de docentes, formados, dispuestos ¿Cuánto siguen ganando los educadores de escuelas públicas y de las subvencionadas? Sin maestros, no hay escuela. No podemos pensar sólo en el 16% que cubre la educación privada, cuyos docentes ganan más que los de las públicas y las subvencionadas ¿Ha mejorado el internet? ¿Tenemos menos apagones? ¿Maracaibo, San Cristóbal, Mérida, Barquisimeto, cuentan con electricidad todos los días? ¿Ha mejorado el suministro de agua para los planteles? Espero sus respuestas.
No soy de los que piensa que hasta que no se tengan las condiciones ideales no se puede hacer nada. Las condiciones ideales se van construyendo. Para ello se requiere voluntad política, toma decisiones a tiempo, ponerse metas, consultar, aprender de otros, inversiones… La UNESCO en un informe reciente, dice que, con la pandemia, anticipan reducción de inversiones en el sector educativo, sin embargo, sabemos de países latinoamericanos, como República Dominicana por poner un ejemplo cercano, ha hecho esfuerzos por ir dotando a maestros con equipos electrónicos que les permitan trabajar a distancia. Me gustaría hablar de esfuerzos parecidos aquí. No conozco.
Una cosa es lo deseable y otra lo posible. Juzgue usted, desde su realidad, que es lo posible para sus hijos y allegados. ¿Cuáles condiciones mínimos exigiría usted para cada una de las alternativas posibles? ¿Qué aconsejaría a los que toman las decisiones?
Lo cierto es que en educación no se puede improvisar. Tal vez no sea posible tomar decisiones a largo plazo sino ir avanzando a medida que la situación lo permita: la pandemia, los problemas que se puedan ir solucionando, las inversiones que se puedan ir haciendo, recordando que, según nuestras leyes vigentes, los derechos de los niños, niñas y adolescentes, son Prioridad Absoluta, Art. 78 de la CRBV y Art. 7 de la LOPNNA, y recordar que sin educación no hay presente ni futuro, ni para los niños ni para el país.