Alirio Pérez Lo Presti: Ontología del virus: Ontología del virus

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Deseosos de hallar alguna explicación medianamente convincente sobre las cosas que nos ocurren, no faltará quien intente dar forma al sentido de una pandemia. Desde quienes consideran que se trata de un castigo divino hasta los que creen que es una forma de regulación de la población propia de la naturaleza. Los “consparanoicos” estarán bailando en una pata por décadas, pues se ratifican sus creencias de que la élite actuó de nuevo, cuando no los extraterrestres. Lo cierto es que ya hemos pasado por pandemias antes y las conductas para enfrentarlas han sido diferentes. El balance ha enseñado que unas han sido combatidas de maneras más erráticas que otras en una sucesión de torpezas difíciles de creer.

VIH-SIDA

La década del ochenta del siglo pasado se vio profundamente modificada con relación a las costumbres sexuales cuando aparece la pandemia del VIH/SIDA. Entre cristianos y musulmanes se expande la idea de que se trataba de un castigo de Dios a los homosexuales y se le llamó inicialmente cáncer gay. En ese tiempo, no era común el uso del preservativo entre homosexuales por considerarse predominantemente que este era solo un método anticonceptivo. Dado que la difusión del VIH/SIDA en África fue preferentemente heterosexual, y con evidencias de que en parejas de heterosexuales occidentales había transmisión del virus, los organismos encargados de prevenir enfermedades a nivel mundial no tardaron en preconizar una fortísima campaña en la cual el condón habría de venir en el mismo combo de elementos amatorios, como la caja de bombones y el ramo de flores.

Dada la magnitud del problema, los medios de comunicación de manera unívoca y recurrente hicieron que el condón formase parte de lo sexual, cuando no del enamoramiento y de las instancias más románticas de las personas. Por más pataletas que se hizo desde el catolicismo, la necesidad de usar el preservativo terminó por imponerse. Balance de la pandemia: Mucho más de cuarenta millones de muertos.

Sexo animal y gastronomía que mata

Después de mucho darle vueltas, la teoría más reconocida sostiene que el VIH proviene de un virus llamado “virus de inmunodeficiencia en simios”, el cual causa síntomas similares al SIDA en los primates. El virus debe haber entrado por primera vez en los seres humanos en los años 20 del siglo XX, en el centro de África. Las relaciones sexuales entre humanos y animales no solo están ampliamente difundidas, sino que, en algunos pueblos, las primeras formas de iniciación sexual son precisamente con animales. Sin poder ser categorizada como una parafilia ni una aberración, muchos jóvenes tienen un largo anecdotario (cuando no prontuario) en lo que respecta a sus prácticas sexuales que incluyen desde grandes aves hasta grandes y no tan grandes mamíferos.

En las comunidades llamadas originarias, no es infrecuente comerse un plato de mono, una culebra o un loro. La naturaleza provee y se debe sobrevivir a través de la caza y la pesca, la cual no siempre es dadivosa. En sociedades con grandes poblaciones, alimentar a tanta gente no deja de ser un gran problema y las recetas de animales no propios de la gastronomía occidental son afines a esas culturas. El festival de Yulin, Guangxi, llamado también festival del lichi y la carne de perro, se celebra en el solsticio de verano en China. A lo largo de diez días de festividades los perros desfilan en jaulas de madera y de metal y los participantes del festival los sacrifican y cocinan para su consumo. Se ha llegado a comer hasta 10 000 perros en cada evento.

En realidad, el negocio de consumo de animales de todo tipo, incluyendo los silvestres, forma parte de los hábitos de buena porción de la población mundial, además de ser un elemento cultural que los distingue. Los riesgos a los cuales conlleva, por no tratarse de animales de granja, criados con normas de sanidad para ser llevados a la mesa, probablemente tienen su más trágico resultado con la aparición del COVID-19.

La gran burrada

Contrario a la pandemia del VIH/SIDA, en la cual se preconizó el uso del preservativo, con la tragedia del coronavirus las cosas no fueron tan expeditas. La enfermedad comienza en China y la Organización Mundial de la Salud se encarga de anunciar tarde que se trata de una pandemia. Contrario a lo esperable, no establece las pautas para enfrentar la misma y de manera disparatada, deja a discrecionalidad de gobernantes de los países la responsabilidad de combatirla.

Desde el primer día, se debió indicar de manera masiva e irrestricta el uso de tapaboca, el distanciamiento físico (doble torpeza haber indicado que había que “distanciarse socialmente”) y la higienización de las manos y de espacios físicos. Un recetario elemental de tres medidas universales que no se señalaron en su momento, pudiendo minimizar el número de muertos que lleva a cuestas la nueva pandemia. A la par de este yerro, líderes atolondrados hacían alardes de manejarse con irresponsabilidad.

@perezlopresti

 

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