Aunque parezca mentira, en Trujillo como en la Venezuela actual existen dos tipos de sociedades la de la clase política a espaldas de los ciudadanos y los conocidos “enchufados”, quienes viven dentro del confort y los lujos que contrastan con una sociedad golpeada por la peor crisis económica y social en 20 años de revolución socialista, la cual empobrece cada día a más al ciudadano común.
La clase media, se encuentra carente de los privilegios que gozaba en la otrora Venezuela, donde un seguro médico, un vehículo del año o el acceso a la vivienda a través de créditos bancarios eran posibles gracias a salarios dignos de trabajos bien remunerados.
Hoy existe una sociedad que ha emergido gracias a la crisis generada por los pésimos manejos en materia económica y social implementados y que está compuesta por la clase política y los nuevos ricos quienes viven y comercian con moneda extranjera, compran carros y casas de lujo, se exhiben en comercios llenos de mercancía importada. El resto de los trujillanos lidian con las fallas constantes en los servicios públicos, sin gasolina, transporte, así como el poco poder adquisitivo para adquirir alimentos y medicinas. Lo que es peor, una pandemia que ha mermado considerablemente los trabajos bien remunerados.
Es así como los trujillanos dependen de un empobrecido bolívar, o de algún pariente que, desde el exterior, envíe dinero.
Este año a partir del mes de marzo, se ha marcado por la cuarentena implacable debido a la pandemia mundial, lo que ha acelerado la tendencia a la dolarización informal de la economía; comercializándose todos los productos y servicios al precio de la moneda estadunidense que a la fecha se cotiza en el mercado paralelo en 393.627,00Bs. por dólar
Por lo tanto, la vida de los trujillanos está llena de contrastes, entre las clases de ciudadanos, los productores agrícolas que pagan en verdes la gasolina para poder vender sus cosechas fuera del estado, los enchufados que con sus dólares y amistades con las autoridades y hasta dueños de las estaciones de servicio, son privilegiados a la hora de surtir sus vehículos de combustible. Asimismo, el pueblo que pierde las pocas horas productivas que les brinda la semana de flexibilización en largas e interminables colas para por lo menos llenar sus tanques con 20 o 30 litros, los pequeños productores o comerciantes que se vieron obligados a sacar sus bestias para poder trasladar sus productos y la gente que cada día es más pobre y que debe salir de sus hogares sin importar la edad para hacerse de leña, porque gas no hay.
La constante es la falta de todo, de calidad de vida, de salud, de medicinas, de electricidad, de agua, de gas, de gasolina, ese el diario vivir de los pobres trujillanos.
El Tiempo de Valera