Leosalvy Velásquez: Dolor de un pueblo que fenece

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Una hija de Pedernales

¿A quién hacer llegar este mensaje cuando parece consumirnos la impotencia y desesperanza en nuestros pueblos? Aun así, como hija de mi pueblo, Pedernales, y con esperanza, quiero ser portadora de lo que se encuentran viviendo hoy día. Dice una poesía de mi madre «Pedernales, una islita que merece que le presten atención», hoy me remito a ello. Mi pueblo muere poco a poco a causa de este sistema que oprime a toda Venezuela. No se dice nada o muy escasamente de la situación en el oriente de Venezuela, sobremanera de los pueblos que se encuentran en la periferia de nuestra Venezuela.

Pedernales ya tiene casi dos años continuos sin luz al igual que los pueblos que conforman el municipio. La escasez de gasolina agudizó mucho más la situación precaria en la que viven, creo no equivocarme pero hubo un retroceso de cien años donde los pescadores han tenido que acudir a curiaras para poder llevar a cabo la labor de la pesca, pues es la única forma de no morir de hambre, ¿Carne?¿Pollo? Eso pasó a ser desconocido por los pobladores. ¿Legumbres? Inalcanzables al bolsillo.

Sin contar que no se puede pensar en acudir a la capital para sacar el dinerito del banco, pues no hay transporte y si lo hubiera tampoco pudieran pagarlo, los sueldos paupérrimos del estado no dan ni para un kilo de queso. La gente tiene que trabajar doble para poder generar el poco dinero en efectivo y comprar lo mínimo que les sea permitido.

Aislados totalmente y unidos a estar sin luz, sin gasolina, sin comunicación, puesto que no hay gasoil para que la planta Movistar funcione (única red en la zona), también se encuentran sin gas, sin medicinas con brotes de civil, tuberculosis, paludismo… ¿Hasta cuándo?

No es que estén en estado de indefensión es que a esa situación les ha llevado este gobierno. ¿Acaso no son también venezolanos? Mis palabras pueden decir poco de lo que viven en realidad, pero cuando veo las caras de mi propia familia quienes viven allí, no hace falta que me digan nada para saber lo mucho que luchan para no derrumbarse.

Hay comunidades indígenas en las orillas del Orinoco que han desaparecido completamente. No hay derecho. Sólo Dios les mira misericordiosamente no permitiéndoles decaer en sus esfuerzos.

Hoy en estas pocas palabras levanto la voz con dolor y también con esperanza, en nombre de todos los pueblos que en Venezuela se encuentran en la periferia.

¡También somos venezolanos!

leosavelasquez80@gmail.com

 

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