La verdad es que Michelle Bachelet deja bastante mal parado a nuestro flamante ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza, al desmentir cada una de las razones, que este señor manifestó en contra de la comisión independiente de la ONU, que se apersonó en Venezuela, a los fines de investigar la situación de los derechos humanos, sobre todo, en las cárceles de nuestro país, y en donde llegó a la conclusión de que allí se han cometido y se siguen cometiendo crímenes de lesa humanidad.
Se pudiera inferir incluso que Bachelet le tomó la palabra, y le salió al frente, una vez que este señor convocó a una rueda de prensa, acompañado en esta oportunidad por el Fiscal General, el señor Tarek William Saab, el famoso “poeta cojitranco de la revolución”, como lo llamaba el finado historiador Manuel Caballero, y quien, por supuesto, estaba allí en el escenario, tan acartonado como Arreaza, para apoyar las mentiras del otro, y en donde argumentaba que dicha comisión no había venido al país, sino financiada por EEUU y el Grupo de Lima, que son unos enemigos descarados del pueblo de Venezuela, incitados por el odio y la envidia que sienten quién sabe por qué logros de carácter social, en una nación que se debate entre la miseria, el hambre y las enfermedades, en especial, por los efectos de la pandemia del Covid-19, que fue otro de los puntos, que trajo a colación el informe, es decir, la falta de condiciones sanitarias, en las que se encuentra nuestro sistema de salud pública, y que se palpa en el hecho de que nuestro país constituye uno de los que más presenta casos de muerte de nuestros trabajadores de la salud; producto de un gobierno, no sólo signado por la desidia, sino asimismo por la corrupción.
Porque, además, Arreaza colocaba a Bachelet en la acera de enfrente de la comisión de la ONU, que encabezó la representante de Portugal, Marta Valiñas; aun cuando la alta comisionada de la ONU ya había estado en suelo patrio y había preparado su respectivo informe, donde llegaba a estas mismas conclusiones, en lo que se refiere a violación de los derechos humanos; por lo que no dejó de ser descalificada entonces por el régimen de Nicolás Maduro; cosa que olvidó Arreaza, y de modo que hacía ver que la oficina de Bachelet era la que manejaba la versión fiel de la realidad, a propósito de dicha temática; donde, por lo demás, el gobierno quedaba librado supuestamente de esa grave acusación, en lo que atañe a la comisión de delitos de lesa humanidad, y para el caso se valía de versiones, como la de Juan Requesens, a quien presentaron en cierta oportunidad en un video, y en donde éste reconocía que lo trataban del mejor modo posible en su condición de preso del régimen, aunque la verdad sea dicha que en su momento se dijo que parecía que el diputado Requesens, había sido drogado, a los fines de que profiriera estas cosas, tal y como acostumbran, según denuncian, los organismos de seguridad del Estado cubano, y que son los que, al parecer, están detrás de cada una de estas acciones atroces, que se cometen, sobre todo, en las cárceles, en materia de presos políticos, como sería el caso del propio Requesens, cuyos familiares hasta días antes de ser liberado, incluso, en situación condicional, decían lo contrario.
No pasemos por alto, además, que estamos ante un régimen que maneja la mentira como una política de Estado, y así decía Arreaza que la comisión de la ONU no se había valido sino de testimonios, que ruedan en las redes sociales; esto es, que la redacción de dicho informe no se había fundamentado sino de fuentes secundarias, que serían fuentes sesgadas; cuando lo que se tiene entendido es que la comisión se basó entrevistas que sostuvieron con las víctimas de encarcelamientos y torturas; cuando no, de familiares de personas asesinadas por los cuerpos de seguridad, en especial, de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), y que fue lo que llevó a que se planteara en la opinión pública hasta la idea de que se declarara a este cuerpo de carácter terrorista.
¿Después de este informe qué? He allí una pregunta que está en la mente de la sociedad venezolana; tomando en cuenta que hasta ahora un organismo como el Consejo de Seguridad de la ONU, que sería el encargado de tomar cartas en el asunto; luego de esta gravísima denuncia, se le tiene por muy neutralizado por la corriente socialista, y la prueba está en que hasta Venezuela tiene un representante en el mismo; cuando ya de primera mano la situación, que está planteada, diera para que fuera expulsado de dicho consejo.
Porque, por lo demás, la fiscal, que lleva el caso Venezuela en la Corte Penal Internacional, a propósito de las denuncias, que se han formulado ante esta instancia, Fatou Bensouda, ha sido acusada de retrasar el proceso en una forma intencional. De hecho, lleva 16 años sustanciando el respectivo expediente, y todavía pide tiempo, para terminar de decidir y esto porque, al parecer, ha sido sobornada por el personal diplomático del gobierno de Nicolás Maduro; con quien mantiene vínculos personales, a pesar de la gravedad de dichas denuncias, que ameritan una intervención, tal como ha ocurrido en algunos países africanos, así como en Bosnia.
Por supuesto, será la plenaria de la ONU, de acuerdo a lo que se ha señalado, la que decida qué hacer, a propósito de las revelaciones, que cursan en el informe de la comisión independiente; aun cuando ya se tiene entendido que cualquier materia a aprobar el llamado de Responsabilidad de Protección (R2P) en Venezuela, no contará con el visto bueno ni de Rusia ni de China; aparte de que no será cosa de un día para otro, pues primero se deberán dar algunos pasos, antes de proceder. El hecho cierto es que Nicolás Maduro quedará como uno de los grandes criminales de la historia, junto con Hitler y Stalin.
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