César Malavé: Betancourt anda por ahí

Compartir

 

Volvemos de nuevo a  Rómulo Betancourt, paladín y constructor de luchas por la legalidad y ejercicio de los partidos políticos en la Venezuela postgomecista.  Recordamos con eufórico patriotismo, una vez más, al venezolano que en 1928, con tan solo 20 años de edad, se suma a las luchas políticas e idealistas de los estudiantes de esa generación, lo que le valió la cárcel y su prematuro exilio a Curazao. Desde allí comenzó el arduo estudio de las distintas corrientes políticas y el empeño en idear un proyecto de un país posible que se pudiera ejecutar en Venezuela donde,  la gran mayoría de la población siempre había vivido marginada y azotada por regímenes caudillistas y autoritarios. Ya para 1945 la tensión política, que vivía el país, hizo implosión en la  Revolución de Octubre que  conformó una junta revolucionaria de gobierno integrada por Gonzalo Barrios, Raúl Leoni, Prieto Figueroa y Presidida por el mismísimo Betancourt. En ese tiempo, de 1945 a 1948, Venezuela vivió las más radicales y necesarias transformaciones que durante diez años habían sido aplazadas. Se redactó una nueva constitución con lo que se creó un Estado Venezolano con profundos principios democráticos.  En 1959  vuelve a la presidencia de la República por segunda vez, consecuencia de lo que se logró en 1945, elecciones universales, directas y secretas. Durante ese tiempo nuevamente toma las riendas políticas del país y se concentra en afianzar el sistema democrático  que imperaría durante cuarenta años, tiempo durante el cual ocho presidentes se sucedieron al cargo, siete de ellos escogidos a través del voto y en ocho periodos constitucionales, garantizando así principios democráticos fundamentales como la alternabilidad en el ejercicio del poder con lo cual se fortalecía el imperio de la ley propio de un Estado de Derecho.

Sin lugar a dudas, Rómulo Betancourt es el indiscutible, hombre de nación, progenitor de la democracia venezolana. Sus luchas, sus sacrificios y sus proyectos que trascendían espacios y toldas políticas así lo demuestran. Su mayor ideal y su legado es haber empeñado sin fatiga toda su voluntad en lograr la libertad que tanto añoraba para sus compatriotas, esa misma libertad a la cual hoy todos los venezolanos nos aferramos y defenderemos siempre. Hoy más que nunca, su obra magnánima, Acción Democratice enarbola la lucha por rescatar la democracia, las libertades ciudadanas, porque no podemos seguir viviendo en un país donde la vida no vale y el pueblo se inmola en las calles para dejar oír su voz de protesta, en contra de un gobierno que nos ha hecho retroceder  tiempos prehistóricos. Por eso, dejándonos llevar de la mano del guía, repetimos lo que él dijera, frente a los egoístas y cobardes que resignadamente veían a Venezuela como un país perdido. “Nosotros, los hombres de Acción Democrática, comprendemos los peligros que entraña esa frase. Los “países perdidos” se los encuentra y se los coge el primer aventurero audaz que se atreva a ponerles la mano. “Nosotros, los hombres de Acción Democrática, partido afirmativo y con fe en las reservas de la nacionalidad, decimos que Venezuela no está perdida. Puede salvarse, debe salvarse y se salvará”

Al evocar, una vez más su ejemplo, con absoluta certeza manifestamos, que un hombre ha asistido de incógnito, sin que lo reconozcan, a las centenares de batallas de los últimos veinte años en defensa de la libertad, única manera de vivir decentemente y hoy, mismo nos  anima a estimular y multiplicar la resistencia que se ha iniciado en varias poblaciones venezolanas, hartadas de tantas calamidades; hambrientas y deseosas de libertad, justicia y progeso. Muchos no han oído hablar de él, pero cuando protestamos, escribimos o marchamos por una vida digna. Cuando defendemos nuestro derecho constitucional a los servicios públicos, cuando enfrentamos, con determinación patriótica, el militarismo, el caudillismo y autoritarismo que saquea y desmantela al país, Betancourt anda por ahí.

@ cesarmalave53

 

Traducción »