Los programas complementarios de apoyo nutricional y alimentaria en medio de una aguda crisis humanitaria, contingencias bélicas y/o naturales, severas recesiones económicos y las diferentes pandemias con sus terribles secuelas negativas: parálisis del aparato productivo, aumento del desempleo, de los niveles de pobreza lo cual, implica disminución sensible de la capacidad adquisitiva (consumo) de amplios sectores de la población, inflación, generalmente asociados a: devaluación, desabastecimiento y escasez. En tan dramático escenario dicho programas son de obligatoria y necesaria implementación.
Fundamentalmente están orientados a los sectores más vulnerables y extremos: tercera edad (pensionados y jubilados), niños, de cero a 10 años, enfermos crónicos, sectores informales y desempleados, impedidos, minusválidos y familias disfuncionales. Pero, en la medida que la crisis estructural se amplifica y profundiza dichos programas se diversifican y generalizan.
El colapso de la industria petrolera en Venezuela (Pdvsa) que, la llevó de ser un exportador de combustibles (diésel, GLP, gasolina) a un importador de ellos, la abultada deuda externa, la disminución de sus niveles de reservas internacionales, la caída del PIB (7mo. año seguido con recesión e inflación) y la pandemia del covid-19 en un marco político poco democrático, de violación de los derechos humanos, de rechazo internacional y de sanciones.
Venezuela con los sueldos y salarios más bajos de América latina y con un salario mínimo igual o menor al tipo de cambio (430.000 Bs x $) equivalente a un dólar mensual hace imprescindible la distribución transparente y masiva de las Cajas CLAP.
Lo ideal es que dichos programas de apoyo social y alimentario sean complementarios y transitorios que, en paralelo a su implementación y desarrollo se promuevan planes de ajustes, cambios y correcciones de las causas que generaron la profundización de la crisis y las distorsiones económicas, para resolverlos y superarlos.
Sí inicialmente fue imprescindible importar los componentes a utilizar en las cajas de alimentación suplementarias, progresivamente deben ser sustituidos por elementos, componentes de producción nacional y procurar que la reactivación económica, el aumento de la productividad y del empleo propicien que el número de familias y personas que requieran de ellas disminuya sustancialmente para dedicar dichos recursos en gastos de inversión pública y que ellos propicien una efectiva recuperación económica.
Venezuela, un país considerado, equivocadamente rico, con abundantes recursos minerales, hídricos, gran biodiversidad y una excelente posición geográfica, ha resultado afectado, a lo largo de toda su historia, negativamente por el equivocado, errado manejo de tan alto potencial y por una visión mercantilista, rentista y extremadamente dependiente de ellos (las exportaciones de materias primas), al punto que un alto porcentaje de su población joven y cualificada optó por la emigración ante la imposibilidad política, jurídica, económica de lograr garantizar éxito y sustentabilidad económica, social, profesional en su propio país. Y trágicamente en los últimos 22 años la visión estatista, de profundización de los controles, de instrumentación de políticas con visión de corto plazo, demagógicas y anti iniciativa privada (Libre Mercado) se amplificaron.
Paradójicamente los actuales gobernantes arribaron al poder con la promesa de resolver todos los problemas y aunque durante su gestión gozaron de la más amplia y cuantiosa bonanza petrolera con precios superiores a los 100 dólares por barril de petróleo, lo cual, lamentablemente para su hoy brutalmente empobrecida población que, vive la tragedia social, económica y humanitaria más aguda del último siglo. Del está barato dame dos a esperar que una caja Clap, cada vez con menos productos para que sacie su hambre.
Lamentablemente y no se podía esperar lo contrario por la naturaleza de la burocracia dominante, la confección y distribución de las cajas Clap han estado sometidas a las mayores desviaciones administrativas posibles y han sido manejadas con criterios de manipulación política y control social que evitan que cumplan la función para la cual fue concebida.
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