Diálogo con caníbales
Los hábitos democráticos que adquirimos durante los cuarenta años de gobierno adecopeyano persisten entre nosotros para bien pero también para mal. Esa necesidad, a veces ingenua y otras torpe, de querer dialogar con unos caníbales, de pretender soluciones electorales con unos asaltantes de carretera o de aspirar vías republicanas para dirimir diferencias con violadores de niñas, nos ha hundido en una intolerable inutilidad histórica.
Pienso que los líderes políticos tienen que ser juzgados no sólo por lo que hacen en el tiempo histórico que protagonizaron, sino también por lo que dejaron de hacer.
En ese sentido, nuestro liderazgo no será absuelto por la historia, fracasó estrepitosamente.
Paredón a la ineptitud
Sí, todos los que hemos ejercido algún tipo de liderazgo en este tiempo, por más que unos hayamos buscado todas las vías posibles para derrotar a la tiranía (entre los que me encuentro, ¿la historia me absolverá?) hemos fracasado. Y nuestro fracaso derrotando al chavismo –veámoslo como autocrítica– ha sido el fracaso de nuestra nación. Ha traído hambre, enfermedad, bancarrota y ruina. Nadie, por más que haya enfrentado a la tiranía, puede sentirse satisfecho. Nadie.
No hicimos lo suficiente. Este horror jamás debió haber sucedido, haber permitido que Hugo Chávez y su banda de mil ladrones destruyera a Venezuela es vergonzoso.
Y sí, la historia nos juzgará por el fracaso.
Las babas de los “universales”
Recuerdo, por ejemplo, las babas de algunos patéticos opinadores (escriben en El Universal, esa bazofia chavista) que recomendaban permitir la debacle nacional como medida de juicio histórico a la ineptitud chavista. Lo que esas oscuras luminarias de dominó y botiquín olvidaban era que las debacles nacionales no distinguen personas, grupos sociales ni fortunas económicas, afectan a todos por igual. Su mediocridad indoblegable jamás entendió nada, aún no entienden.
Mientras advertimos: “¡Enfrentamos a unos criminales de lesa humanidad!”, la borracha soberbia de los intelectualazos no hizo caso. Según ellos el chavismo era inepto, no criminal.
“Aquí no hay dictadura”, decían. La historia no los absolverá, les escupirá en la jeta.
Las ladillas de nuestra era
El problema es que los babosos de la sesuda mediocridad “intelectual” –esa secta– siguen pululando como irritantes ladillas en la intimidad de nuestra política, pican, causan escozor e irritan: joden. Dan consejos que nulos políticos escuchan, causando más confusión, traición y desorden del que ya tenemos. Cómo si no fuera suficiente el hundimiento, siguen impulsando diálogo con caníbales, elecciones con cuatreros, vías republicanas con violadores de niñas.
Siempre he sostenido que la verdadera crisis venezolana es moral y ética. Nuestro derrumbe se debió y se debe a un relajamiento total de valores y principios.
A las ladillas “intelectuales” la moral en la política les resulta inútil. ¿Los absolverá la historia?
La defensa legitima contra la barbarie
Por enésima vez, el destino nos ofrece una nueva oportunidad para deshacernos de la lepra chavista –y sus ladillas–, una vez más la encrucijada muestra dos rutas: luchar usando todas las vías que existen para derrotarlos o repetir la pajuatada de dialogar con caníbales o participar en elecciones con asaltantes de carretera. No nos queda otra opción que luchar en todos los escenarios, incluso, defendernos legítimamente de sus ataques, para liberarnos. Pelear es la única salida.
Falta voluntad política para luchar de manera total contra la lepra chavista, sin embargo, la dirigencia está obligada: el pueblo ha tomado la iniciativa, hay protestas en todo el país.
Si queremos una absolución histórica debemos acompañarlos. En el 2020 el chavismo debe caer. ¿Lucharemos?
¿Nos absolverá la historia?
@tovarr