Estos últimos días he sentido mucho más el orgullo de ser chavista. A propósito de una versión, nunca se supo si fue oficial, que corrió de la Ley Antibloqueo, se abrió un intenso debate donde militantes, periodistas y académicos demandaron explicaciones, se plantaron en la defensa de la vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999, como máxima norma de República y reivindicaron un principio fundamental de la Revolución de Chávez, la propiedad pública como patrimonio de la Nación. Como en mucho tiempo, no habíamos visto a importantes factores del chavismo beligerar e interpelar con coraje y pasión patria, a favor de los principios que sostienen el proyecto bolivariano y chavista. ¡En hora buena!
Sin embrago, no faltaron en el debate las exageraciones y descalificaciones de lado y lado. Debo decirlo, es injusto insinuar que el Presidente Nicolás Maduro sea un entreguista. El Presidente es un decisor que le toca gobernar en condiciones asfixiantes e intenta buscar un margen de maniobra con esta Ley. El hombre y sus circunstancias. Es necesario comprenderlo.
Pero también es injusto y muy bajo calificar a las valientes voces que expusieron públicamente sus dudas o desacuerdos con el texto legal que corrió, como traidores o desleales al Presidente Maduro. Es un burdo chantaje, que ya no funciona más. Por el contrario, lo que se requiere es abrir auténticos espacios de debate interno donde se expliquen los cambios que en el modelo construido con Chávez se están produciendo, producto de las actuales circunstancias.
Finalmente fue publicado, una vez aprobado, el texto de la Ley Antibloqueo. Destaco como importante que en la exposición de los capítulos por algunos constituyentes en la sesión que finalmente fue televisada, se haya ratificado claramente, entre otros principios, que la Constitución de 1999 es la norma superior del ordenamiento jurídico, es decir que las llamadas leyes constituyentes no son superiores a la Carta Magna, ni pueden contravenirla, ni modificarla.
En segundo lugar se aseguró, en esas exposiciones, que Petróleos de Venezuela no será privatizada y que no renunciaremos a la plena soberanía sobre nuestros hidrocarburos y demás recursos naturales. Muy importante que esto se haya dicho en la plenaria, ya que en las actas quedó plasmado el espíritu de los y las constituyentes convirtiéndose en fuente de derecho para futuras diligencias jurídicas.
Respecto al texto de la Ley, se debe reconocer que muchos de sus artículos son instrumentos necesarios para que el Ejecutivo Nacional pueda maniobrar en medio del criminal cerco financiero y comercial que ilegalmente se nos ha impuesto, con la finalidad de intentar restituir los derechos de la población al salario, a la alimentación y a los servicios.
Hay artículos, como el 26, 27 y 29, entre otros de la referida ley que facultan al gobierno a cambiar el régimen de administración y gestión de las empresas públicas y facilitar y promover la participación del sector privado en estás y en toda la economía.
Al respecto, habrá que esperar ver los planes concretos, para evaluar si estos estos apuntan, como parece, a un cambio en uno de los fundamentos del Chavismo: La salvaguarda de la propiedad nacional en manos del Estado. Necesario es decir, que el Chavismo programáticamente siempre ha reconocido el papel de la empresa privada, pero sin menoscabo de la propiedad pública, ni del papel del Estado en la economía.
En conclusión, este debate forzado por la fuerza de la opinión ha permitido evidenciar la posición de amplios sectores del Chavismo dispuestos a defender los valores fundacionales de la Revolución Bolivariana y de las banderas históricas de los sectores patrióticos, de la izquierda y del movimiento popular revolucionario en Venezuela.
El nacionalismo petrolero, la propiedad pública sobre nuestros activos y nuestra Constitución Bolivariana de 1999, son banderas que jamás arriaremos y que más allá de las circunstancias que hoy nos imponen la agresión extranjera, mañana volveremos a izarlas al viento como lo hicimos con el Comandante Chávez a la cabeza.
Mi reconocimiento a los valientes compañeros y compañeras que dieron la cara y pusieron el pecho para motivar este debate. No se dejen amilanar por la mala conciencia de los que no tienen argumentos, más que la descalificación, el chantaje burdo y la burla soberbia.
Los primeros responsables de la unidad de un proyecto político son quienes lo dirigen. La humildad, los métodos correctos de dirección, la voluntad de convencer antes que imponer son claves para mantener unida y moralizada una fuerza que enfrenta la más grave agresión extranjera de los tiempos modernos.
Poquito a poco, pasito a paso se abre el camino en el monte camaradas. ¡No hay pueblo vencido! ¡Chávez vive, la lucha sigue! ¡Hasta la victoria siempre!