El panorama político actual, ante una posible fragmentación de los polos, coloca en el tapete la polarización política que ha imperado en el país.
Se interpreta la polarización como el posicionamiento radical y excluyente de personas y grupos en los “bandos” que participan de un conflicto. Suerte de relación simbiótica, en la que los polos se influencian y, en determinadas coyunturas, dan paso a un abierto ejercicio bélico. La polarización es entonces una identidad colectiva que nos divide, en el que los polos suelen identificarse como Gobierno-Oposición. Aun cuando, en determinadas coyunturas se impone como identidad el eje izquierda-derecha, clasificación en función de la distancia ideológica entre los partidos políticos. Polarización que ha estado en el centro del análisis político, en las interesadas y sesgadas narrativas transmediáticas y, por supuesto, en la agenda de analistas y políticos en general. Una polarización política enraizada cultural y políticamente que se asume sin cuestionar.
Recientes acontecimientos nos impulsan a levantar una serie de interrogantes. ¿Se rompe la polarización? ¿Se fragmentan los polos? ¿Se democratizan? ¿Implica ello que declina el grado de conflictividad? Emerge una tendencia a la fragmentación de los polos en determinadas coyunturas. Las próximas elecciones parlamentarias han profundizado una fisura o escisión en la oposición, ante la decisión del electorado de votar o abstenerse. Bloque defensa del voto vs bloque defensa de la abstención. En el otro polo, Gobierno, la fisura se hace presente ante el surgimiento de la Alternativa Popular Revolucionaria, una alianza de partidos y movimientos de izquierda, que surge en el marco de la coyuntura electoral parlamentaria, que garantiza la participación política a todos los sectores revolucionarios de base existentes en el país. Otro hecho que ha generado una escisión en este polo ha sido la Ley Antibloqueo, impulsando la configuración de dos bloques pro y contra la Ley.
La fragmentación en los polos podría interpretarse como un cambio en la cultura política, impulsada por la desalineación de las posturas extremas y promoción de posiciones conciliadoras frente a las coyunturas y conflictos políticos.
Sin duda alguna, se democratizan los polos y se fortalece la democracia.
@maryclens