Carlos Casanova: Secuestro de los partidos y el giro histórico

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Cuando un gobernante imparte una orden y el ciudadano obedece, el gobernante está gobernando; si el gobernante imparte una orden y nadie le obedece, ya no está gobernando. Conforme a ello, el 99 % de los venezolanos pueden estar en contra de Maduro, pero si le obedecen, entonces gobierna. A Castro, Ortega, Chávez o Maduro, no les interesa que estén de acuerdo con su gestión o que los respalden, les basta con el hecho de que estando en su contra, les obedezcan.

Diciembre, 2020, es un mes importante para la vida política de la nación, se producirá por parte del gobierno la constitucionalización de las leyes del Estado y del poder comunal, seis en total, junto a la ya aprobada Ley Antibloqueo, se celebrarán elecciones parlamentarias con un aumento de curules, para un total de 227, manteniendo las 87 circunscripciones, elecciones que no reconoce la comunidad internacional, y la que mayoritariamente tampoco acompañará la población.

El próximo año tendremos dos Asambleas, la que le prorrogarán el mandato, y la que se crea como instancia nueva, esta elección para el régimen es trascendental, toda vez que la Asamblea Nacional constituye el poder que no ha controlado y lo necesita para darse su propia institucionalidad, no solo la del gobierno como tal y la revolución, sino para darle piso institucional al modelo político que se instaurará a partir del próximo año, de Estado Comunal Socialista, con la Asamblea Nacional del Poder Popular.

No estamos hablando del mismo Poder Legislativo, el que se promueve viene de la mano del Estado comunal, que será controlado ampliamente por la revolución, con participación de partidos que les fueron despojados a sus militantes, y les impusieron desde el TSJ sus directivos.

Total, aquí no se puede discutir si se va a elecciones o no, sin antes discutir si esos dirigentes nombrados por el régimen pueden ser de oposición, luego de que se pusieron de acuerdo para concretar la división en los partidos, contribuyendo aún más en el fraccionamiento opositor, entrando en la estrategia de la institucionalidad que el régimen necesita e incorporándose al nuevo modelo de Estado.

El régimen se agarra para sí algunos partidos de oposición, para que dejen de serlo al entrar en el enfriamiento de una Asamblea Nacional que se reunirá dos veces al año, dejando de ser la caja de resonancia de los problemas del país.

Pero el régimen va más allá, al secuestrarlos bajo sus arreglos les cambia a los partidos de oposición su destino, les está cambiando su historia, y los convierte en partidos de cuadros, ya que sus masas mayoritariamente militan en unos partidos que no reconocen la institucionalidad revolucionaria, perdiendo la función de ser instrumentos de lucha, en búsqueda de que se pierda la movilidad que aún tienen.

He escuchado algunos dirigentes, de los que se fueron con el régimen, decir, por ejemplo, “después del 6 de diciembre nos reunificaremos”, y permítanme decirles que eso no sucederá, después de las elecciones, el régimen les dará votos para que exhiban frente a los otros su legitimidad, y así coexistirán dos partidos, los controlados por el régimen y los que están fuera de los símbolos partidistas, objetivo final en esta estrategia.

Cuando el gobierno secuestra los símbolos, se los quita a los militantes, los excluye de la identidad colectiva que los caracterizó, que son precisamente las particularidades comunes en las que se establece la identidad de un grupo social, convertidos en actores en sus diversas categorías de adscripción e identificación. A través de los atributos comunes, sus miembros se autoidentifican, son identificados por otros, y se diferencian.

Desde la nueva Asamblea Nacional no se podrá impulsar cambio alguno, se debate sobre una Asamblea Nacional haciendo la proyección de la actual, y las nuevas leyes impondrán otra.

Aquí se producirá el giro histórico, para la simbología de los partidos manejados por aliados del régimen en esta nueva etapa de construcción del socialismo, obligando la traición histórica de ser partidos que ayudan a una legitimidad de un modelo que históricamente se combatió, para formar parte de su estructura.

Dios nos bendice

 

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