Amo a Selena, soy fan. En las mejores noches siempre está su música, en un mal día, una canción suya basta para mejorarlo. Cada vez que veo alguno de sus videos, su sonrisa me contagia como también su forma de bailar me dan ganas de bailar. Ella canta en español en medio de un mainstream que lo ha querido todo en inglés. En spanglish, tropezaba en las entrevistas en español, solía usar palabras en inglés y preguntar al entrevistador (casi siempre varones) si se daba a entender, solía improvisar algunas palabras híbridas entre los dos idiomas y se disculpaba diciendo que estaba aprendiendo español. La música country estaba dominada por hombres, y en varias ocasiones le negaron espacios por ser mujer, además, por ser mujer latina. En una entrevista alguien le preguntó a qué se dedicaría si no cantara y respondió: “Creo que yo trabajaría en un Whataburger” y se muere de risa. Selena cruzó muchas barreras y venció obstáculos para componer, cantar y pararse en los escenarios, y una vez que lo logra, varios entrevistadores varones suelen hacerle preguntas sobre su cuerpo, su belleza, sus curvas, como alguien que le pregunta, al tiempo que le acerca el micrófono al pecho, ¿y cómo haces para estar tan guapa? Ella responde con ligereza: “Yo no hago nada, solo como mucho, dietas a mí no me gustan, me gustan los chocolates y la carne tampiqueña con mucho chile”. Selena Quintanilla fue asesinada por Yolanda Saldívar poco antes de cumplir 24 años, en marzo de 1995. Para entonces Selena ya era Selena, la Reina del Tex-Mex. Era famosa, tenía varios discos y el dinero se multiplicaba. Sin embargo, después de su muerte, Selena llega cada vez más lejos. ¿Por qué será que volvemos a su música, a lo que representa para las comunidades latinas en Estados Unidos, a lo que representa que una mujer de piel morena y pelo negro largo y brillante haya abierto puertas en una industria que romantiza las pieles blancas y exalta el pelo rubio, qué será que tiene que decirnos hoy, a la vuelta de las elecciones presidenciales en Estados Unidos con un actual presidente racista, xenófobo y misógino el alcance de una mujer latina que desde la música, teniendo como idioma principal el inglés, decide cantar en español (al principio cantando fonéticamente sin saber qué significan las palabras)? ¿Qué dice sobre la relación política entre los dos idiomas? ¿Por qué será que volvemos a su historia?
El próximo 4 de diciembre se estrena en Netflix, Selena, la serie, que tendrá dos temporadas. Esta es una serie autorizada por sus familiares, pues tienen una larga lista de demandas y han rechazado una buena cantidad de proyectos que la involucran. Ellos participan como productores de esta serie en la que Selena será interpretada por Christian Serratos. En 2018 hubo otra serie llamada El secreto de Selena, pero no fue autorizada por la familia porque estaba basada en la historia del libro de la periodista María Celeste Arrarás, centrada en la perspectiva de Yolanda Saldívar, cuya sola publicación generó más de 16 millones de dólares (como referencia, Selena en vida acumuló 12 millones de dólares, este es uno de varios ejemplos de cómo su nombre ha sido una mina de oro). También está la película de 1997, en la que Jennifer López interpreta a la cantante, que también, como el libro, fue un éxito que generó más de 70 millones de dólares. Se dice que la película le trajo el primer millón a JLo. Las canciones de Selena se escuchan en todo el mundo, Spotify tiene 3.2 millones de escuchas mensuales. Se ha comercializado también con su estilo, la marca Forever 21 sacó una línea inspirada en su emblemática forma de vestir, atuendos que ella misma diseñaba. La marca de cosméticos MAC vendió en 24 horas la colección completa inspirada en el maquillaje de Selena, que, de hecho, se produjo a causa de la petición en internet que organizó una joven latina quien recolectó 37.000 firmas para que la marca tuviera representación latina en sus productos. Sus familiares reciben millones de dólares cada año en su nombre. Esto, por el lado económico. También está el impacto en la comunidad latina en Estados Unidos, en México, en Latinoamérica que después de su muerte se ha potencializado. De hecho, a los 23 años, Selena deseaba hacer una transición del español al inglés, quería dar un salto al mainstream, pero no calculó que sus canciones en español serían el nuevo mainstream. Bad Bunny, J Balvin, Shakira (que tiene un cover buenísimo de Amor prohibido), Jennifer López, Marc Anthony, Daddy Yankee cruzaron una enorme puerta que ella abrió y que abrió con el idioma en un país con 60 millones de latinos. Sin embargo, su influencia no está limitada al idioma, Beyoncé, por ejemplo, cuenta que una vez se encontró a Selena en un centro comercial en Houston y se acercó a saludarla porque le gustaba cómo cantaba, aunque Selena no sabía quién era ella ni Beyoncé entendía lo que decían sus canciones, cuando entró a un estudio a grabar se inspiró en Selena. Hay muchos ejemplos más de cómo ha influido a varios niveles, incluyendo el político. No parece exagerado decir que Alexandra Ocasio-Cortez también ha entrado por esa misma puerta, y junto con ella la perspectiva inclusiva que hoy juegan un papel crucial en la agenda estadounidense. ¿Cuál es la historia que abrió esa puerta?
Selena Quintanilla Pérez nació en 1971, en Lake Jackson, Texas. Su papá tenía una banda que se llamaba Los Dinos (primera generación) y tenía también un restaurante que se llamaba Papagayos. Selena tenía seis años cuando su papá se dio cuenta que su hija tenía talento para cantar. Cuando iban en familia al restaurante, Selena y sus dos hermanos, después de comer chile con carne, cantaban allí. Su padre puso un letrero en el restaurante invitando a la gente a escuchar a sus hijos. Empezó cantando rancheras en español, y la primera vez que pisó un escenario tenía 14 años y el pelo corto y cantó “Oh, mamá”, un cover de Pablito Ruiz. A esa edad Selena & Los Dinos (segunda generación) grabaron su primer disco. A los 15, ganó el primero de varios premios Tejano Music Awards, algo raro para una mujer joven y latina. Empezaron haciendo giras en la camioneta destartalada de su padre. En 1991 Yolanda Saldívar le pide a Abraham Quintanilla, el padre de Selena, que le permita presidir el club de fans de su hija. Así se conocen ellas, se hacen amigas, así se convierte en su asistente personal, le lleva todas sus cuentas y la llama “hija”. Se casa con Chris Pérez, un guitarrista de heavy metal que empieza a tocar la guitarra con Los Dinos. Explota la fama, la gente canta sus canciones, y entre más dinero generan, a Selena más le molestaba que Yolanda Saldívar no fuera clara con las cuentas, y mientras grababa un disco nuevo en Corpus Christi, la citó en un hotel para hablar del tema. Saldívar compró una pistola y unas balas de 25 centavos. Sabemos qué sigue. Después de disparar, Yolanda Saldívar se encierra en una camineta roja con la pistola, el FBI intenta persuadirla para que salga, ella amenaza con matarse, en el radio se entera de la muerte de su “hija” cuando un oficial le pregunta si sabe cuáles son los diez mandamientos, a lo que Saldívar responde entre un llanto ansioso y desesperado: “No matarás”. Yolanda Saldívar sigue hoy en la cárcel.
Don Francisco le pregunta a Selena si el famoso tema que ella compuso Bidi bidi bom bom está en inglés o en español, Selena se ríe y dice: “Pues está en los dos porque es el latir del corazón”. En las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos habrá 32 millones de votos latinos (la otra mitad no puede votar), la gran mayoría no habla español, su primera lengua es el inglés, pero tal vez algunos de ellos también canten fonéticamente algunas canciones en español. Selena encarnó y encarna hoy la realidad de millones de latinos en Estados Unidos que quieren aspirar a un mejor futuro. Alguna vez JLo dijo: “Ella fue la razón por la que me atreví a soñar que una vida mejor era posible, ella despejó el camino para todos nosotros y le estaré eternamente agradecida”. Tal vez por eso, además de lo genial que es su música y su carisma, volvemos a su historia porque la relación entre ambos idiomas es también un deseo político.