El martes 3 de noviembre es un día de gran importancia para el mundo entero. En especial para Latinoamérica y Venezuela. Son las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Estados Unidos es el país más importante del mundo. Se trata de un estado federal, verdaderamente descentralizado e integrado por estados autónomos, con una auténtica división de los poderes públicos. La orientación de la Constitución Nacional y de las Enmiendas que han sido hechas en distintas etapas, consagran la dignidad de la persona humana, el respeto al ciudadano común, el valor del trabajo y el estímulo a la empresa como baluarte productivo de la nación. El pluralismo ideológico y político ha estado garantizado, en la medida en que la lucha se realiza en términos civilizados, dentro del respeto común y de sometimiento de todos al ordenamiento jurídico común como garantía insustituible.
El llamado “Sueño Americano” ha sido una ilusión convertible en realidad. Hasta el punto de que cerca de sesenta millones de personas nacidas en otros países hacen vida plena en ese territorio. De ellas más de la mitad mantienen al idioma español, lengua de origen, como instrumento fundamental de su existencia.
Podríamos extendernos hasta el infinito analizando las distintas áreas de la vida en Estados Unidos. De sus actividades científicas, sociales, económicas, deportivas y militares pero siento que es innecesario. Sin embargo diremos que habiendo participado de manera protagónica en dos guerras mundiales y en infinidad de conflictos bélicos, grandes y pequeños, en todos los Continentes, su territorio no ha crecido como consecuencia de esas acciones bélicas y políticas.
Sin embargo, mantengo una seria preocupación con relación a los resultados electorales de este martes. He mantenido una excelente relación con los republicanos en las últimas décadas, pero siempre con respeto y consideración a los demócratas. A la hora de las grandes jornadas y de las polémicas acciones emprendidas por los distintos gobiernos, en el fondo se siente un bipartidismo agudo en lo fundamental.
Anhelo la reelección de Donald Trump. Es la mejor manera de enfrentar y derrotar una conspiración mundial que se siente en muchas partes al mismo tiempo. Las manifestaciones violentas, saqueos y anarquía en Europa y en nuestro vecindario tienen una orientación clara. Ahora también en territorio de Estados Unidos. Pero este martes puede pasar cualquier cosa. No creo que Biden sea comunista, ni socialista del siglo XXI, pero para lograr la nominación y en su campaña se ha acercado peligrosamente a quienes quizás sí lo sean.
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