Los años 60 del siglo XX nos encontraron celebrando el triunfo de la revolución cubana y a Fidel Castro. Ante los traidores como Rómulo Betancourt, se levantó un líder que iluminó el porvenir de los pueblos de Asia, África, América Latina y el Caribe. Los oprimidos de todas las opresiones encontraron una sonora voz que retumbó en las capitales imperiales, haciéndoles saber que ningún agravio, ningún maltrato, asesinato… se quedaría sin defensores, sin un puño y llegado el caso, sin un fusil que retumbara a través de mares, montañas y desiertos, diciendo, no estamos solos y no nos vamos a rendir. A Fidel se sumó el Ché, Camilo Cienfuegos, Raúl… Más recientemente Hugo Chávez.
Y la legión de héroes y mártires que desde Venezuela a toda la región latinocaribeña, fue poblando esta tierra. Esa legión se fue multiplicando desde Caracas, cuando en esos años 60, fue naciendo la lucha armada patriótica y antiimperialista, que se desarrolló en Venezuela, quizás hasta el 04 de Febrero de 1972, bajo el mando de Hugo Chávez. Con la elecciones de 1998, ganadas, precisamente, por Hugo Chávez, se inicia otro proceso, caracterizado por una guerra suigéneris, que continúa hoy, ahora comandada por el presidente Nicolás Maduro, quien tiene, entre otros méritos, haber sabido derrotar al criminal Donald Trump.
Nosotros estaremos levantando las banderas invictas de Alí Primera, José Montesinos, Livia Gouverneur y Rudas Mesones, entre los primeros asesinados por los Trump de todos los tiempos.
Alí Primera nace un 31 de octubre de 1941, cubierto por los dones de la bondad, la sabiduría, la poesía, la canción y el amor. Gracias Alí, por saber socializarlos con tantas flores, perfumes y sonidos cubriendo los confines de la tierra con cariño y ternura. Estaba llegando la revolución sandinista y me llevaste a tu casa para que tomara en mis brazos a tu hijo Sandino. Honor que se concedía a los verdaderos hermanos.
Livia, la Virgen Roja. Nos dejaste ese jardín del edén donde tus ilimitados dones nunca se marchitarán. Tu belleza se quedó en este mundo iluminando los cielos. José, tu rostro y el de Livia fueron símbolo de afiches que flamearon banderas. Rudas, flamante tu alegría y vibrantes las flores que siempre te iluminaron.
Todos Uds. siempre permanecen y permanecerán iluminando los universos de libertad y esperanzas.