Y ahí tenemos a los vecinos de un pueblo de Albacete comentando en los mentideros de la plaza sobre los resultados de Wisconsin cuando ni se enteraron de las elecciones en Galicia, la prueba más evidente de una colonización mediática.
Dando un repaso en España a las portadas de nuestros periódicos y las aperturas de los informativos de televisión descubrimos que estamos con el alma en vilo por el resultado electoral de Estados Unidos. Están consiguiendo que nos preocupe más el voto de Pensilvania que el número de rastreadores que hay en nuestro centro de salud. Han logrado que nos olvidemos de nuestros 20.000 contagiados y 150 muertos diarios y nos quedemos hipnotizados por un recuento electoral que ni entendemos ni nos afecta. ¿Alguien podría explicar en qué le cambia la vida que gane Trump o Biden?
En mis primeros años de periodista becario en un periódico nacional, en 1991, me dejaron de responsable de cierre de la sección de Sucesos. Coincidieron dos tragedias naturales: la erupción de volcán Pinatubo en Filipinas y unas inundaciones de Bangladesh. Mientras que en el segundo caso las víctimas mortales se contabilizaron por decenas de miles, en el primero, apenas hubo un par de muertos, uno de ellos un periodista. Sin embargo, a la redacción del periódico llegaban diez teletipos sobre el Pinatubo por cada uno de Bangladesh. La razón era que cerca del volcán filipino había una base militar estadounidense con mucha población de ese país, lo que lo convertía en asunto de interés para Estados Unidos. En cambio, en Bangladesh, ni Estados Unidos ni ninguna otra potencia occidental tenía intereses. Que estas circunstancias influyeran en la cobertura de los medios estadounidenses era comprensible, lo curioso es que los medios españoles se veían condicionados por ese comportamiento. Es decir, si llegaban muchos teletipos de Filipinas y pocos de Bangladesh, la prensa española replicaba ese porcentaje de importancia en su cobertura. El patético resultado era comprobar que se titulaba una columna con cien mil muertos de las inundaciones y un titular a tres columnas con el desalojo de dos mil personas en Filipinas, sin víctima alguna.
Treinta años después, tengo la sensación de que los medios siguen con el mismo patrón. Como llega un alud de informaciones de agencia sobre el recuento estadounidense, tanto los grandes medios del resto del mundo como los pequeños creen que eso es lo más importante. Y ahí tenemos a los vecinos de un pueblo de Albacete comentando en los mentideros de la plaza sobre los resultados de Wisconsin cuando ni se enteraron de las elecciones en Galicia, la prueba más evidente de una colonización mediática.
Pero lo que está sucediendo en estas elecciones estadounidenses es solo un ejemplo de la forma en que la agenda internacional dominante puede condicionar a unos medios nacionales y, sobre todo, cómo los medios pueden terminar imponiendo su agenda a la sociedad. Como, lógicamente, nuestra atención es limitada, el interés por esos temas lleva asociado inevitablemente el desplazamiento de otros. Y son muchos los intereses que hay en un país para que nos ocupemos (y preocupemos) por asuntos de países lejanos donde, suceda lo que suceda, nadie le pedirá explicaciones ni responsabilidades a su gobierno. Es verdad que hubo sectores políticos y mediáticos que, ante nuestros problemas nacionales, se limitaba a sacar Venezuela, ahora hay otros, y quizás de todos los signos políticos, que lo que hacen es sacar las elecciones de Estados Unidos. Total, llevan años con el espantajo de Trump.