Quien fuera uno de los políticos más jóvenes en llegar a las salas del poder es hoy el hombre de mayor edad en ser elegido presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, junto con la primera mujer en su historia en llegar a la vicepresidencia de ese país. Quien fuera hija de inmigrantes de la India y Caribe es hoy la primera mujer negra en contrarrestar la ominosa oleada de supremacismo racial, xenofobia y declarado odio liderada o emblematizada por Donald J. Trump.
La costosísima broma de mal gusto de confirmar ante el mundo que cualquiera puede llegar a ocupar la oficina más poderosa del mundo occidental parece llegar al callejón contundente donde prevalece la verdad sobre la mentira, la buena voluntad sobre la ira, la comprensión por encima del odio racista y el afán por el civilizado debate o conversación de las ideas por encima de las falsas proclamas o insufladas ínfulas de la ignorancia.
Bienvenido sea el amanecer de una reconstrucción que permita enfrentar debidamente una de las peores pandemias y emergencia de sanidad pública, ya no con la retórica de la ignorancia o la intuición, sino con el rigor científico de la sanidad mental y bienvenida la ventana que desmantele la descarada avaricia e hipócrita conveniencia de quienes le dieron la mano a un peligroso payaso con afán de ganancia coyuntural o ventaja fiduciaria. Bienvenida la era en que la tercera edad de Joseph Biden permita que los jóvenes dibujen un mucho mejor horizonte para un futuro donde la inclusión abata los afanes de exclusión, donde se abran puertas para mujeres y hombres jóvenes en igualdad y se nos quite de la cabeza la patética propensión a la construcción de muros, murallas y alambradas.
Bienvenida la posibilidad de reunir a los niños migrantes que fueron arrancados de sus familias y a la viabilidad de que millones de migrantes reciban la libre oportunidad de intentar arar una vida dolorosamente distante de sus lugares de origen y bienvenida la saliva que no se amedrente nunca más en señalar al nacional-socialismo como un veneno inhumano, a la confederada sabana blanca incendiada como una plaga de la peor versión posible de la voluntad humana y a la negligencia ignorante de quien se ofende incluso por otro idioma como una cerrazón imbécil que merece educación. Bienvenida también la opinión contraria a cualesquier párrafos y la oposición civilizada de las ideas ajenas… y sí, bienvenido el recuerdo fortalecido del mejor paisaje casi olvidado de una nación con montañas moradas, continente casi entero de todos los climas, inmensa olla de todas las culturas donde las mejores expresiones del arte han fluido en partituras invaluables, libros inagotables, pinturas palpables y arquitecturas monumentales afines al inabarcable paisaje de tanta grandeza.
Despido con infinito sosiego al falso millonario y declarado machista, al mitómano narcisista cuya ignorancia fue minimizada por su tramposa astucia y sus muchas habilidades para el Mal con mayúscula. Despido la falsa melena, la sonrisa maquillada, la piel naranja y el mal gusto encarnado de un publicista paupérrimo y patético populista que ha de mirar ahora desde la sombra el filo de su abismo, la reconstrucción de los daños provocados y el esperanzador renacimiento de algo tan valioso que hasta parece sencillo habiéndose acercado a la amnesia: quien abona y transpira en la Mentira termina por rendirse ante una Verdad.