La corrupta Policía Metropolitana (PM) de las últimas décadas del siglo XX se quedó en pañales.
Esa descomposición criminal compete al gobierno todo, comenzando por el presidente Nicolás Maduro Moros, pero especialmente a Min-Interior; la Comandancia del Cuerpo de Policía Nacional Bolivariana (CPNB), a la cual está adscrita la FAES; y la UNES (Universidad Nacional Experimental de la Seguridad), cuya filosofía y currículo deben ser revisados urgentemente: mucho criminal homicida y extorsionador está saliendo de sus aulas, hasta con los buhoneros, choferes y transportistas de alimentos se ensañan cotidianamente.
La FGR debería comprender que la pudrición de la FAES/PNB no es cuestión de algunos casos puntuales, sino de un peligroso e inaceptable proceso de corrupción y abuso de poder intolerable.
Igual ocurre con los mal llamados “colectivos”, en cuyo seno han crecido grupos de delincuentes armados (por el gobierno), dedicados a la corrupción por apropiación indebida de recursos públicos, peculado de uso, porte ilícito de armas de guerra, extorsión, tortura y asesinato.
Pronto desvelaré un caso terrible en Caracas: un joven funcionario de una Misión del gobierno fue secuestrado por miembros de un colectivo: lo sacaron de su centro de trabajo, se lo llevó un grupo de motorizados armados a la parroquia San Juan (“cerca de la vieja sede del diario El Nacional”), lo metieron en “una jaula de metal”, intentaron electrocutar lo (pero fallaron) y durante horas lo apalearon con un cuartón de madera por las nalgas, bajo amenazas de muerte. Luego de esta terrible humillación hijo deputa, lo soltaron por la noche y lo amenazaron de muerte su se atrevía a denunciarlos ante la FGR. Tengo nombres, y si a ese muchacho le ocurre algo, los vamos a perseguir penalmente hasta que se haga justicia. Lo peor de todo es que los promotores y ejecutores de esta actuación criminal son marido y mujer, ambos funcionarios de la Fundación Negra Hipólita.