Algunos amigos me preguntan por qué suspendí mis breves artículos. Preguntan también por lo que haré frente a lo electoral. Dejando claro que no tengo la intención de recomenzar mi saga de escritos, voy a responder lo primero repitiendo lo último que escribí:
En medio de un enorme silencio crítico sólo se oye el megáfono que exige lealtad a Maduro, olvidándose de la que le deben a Chávez. Es una lealtad que vela los hechos. Claro, hay una gran excusa, sin dudas estamos en guerra. Bien, haré lo que hacen los viejos, doblaré cuidadosamente aquel edicto que lanzó Chávez después de las elecciones del 2006: “El que votó por mí, votó por el socialismo…” Guardaré como un tesoro ese estandarte, ya vendrán nuevos tiempos para enarbolarlo…
Sobre el proceso que tendremos en dos semanas, quiero decirles a los amigos preguntones, que si bien no auguro que con él lleguen esos nuevos tiempos, iré a votar por los candidatos del PCV. En momentos que el gobierno pide lealtad absoluta (na’guara) a sus opacas decisiones, hay que buscar encontrarse con los insumisos que rechazan el tutelaje de los que reducen la revolución a la observancia de la fe y la esperanza en ellos, como si fueran clérigos de algún proceso evangelizador.
¿Y a qué me refiero como nuevos tiempos? Frente al ambiguo rumbo con que se busca el lugar donde todos somos uno, y dado que ese lugar está más allá del horizonte de la conformidad; Si descartáramos el regreso, sólo quedan dos opciones: Confiar que los conductores saben lo que hacen, o sentarlos para discutir con ellos lo qué diablos están haciendo.