Carlos A. Mendoza: Una alegría bien triste

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Hoy 22 de noviembre, está cumpliendo años mi gran hermano José Rafael, es una celebración muy atípica porque está en el cielo, celebrando su primer cumpleaños en  ese cielo que se ganó por ser el generoso y noble ser humano que siempre lo caracterizó. De él recuerdo casi todo, era mi hermano mayor mi mentor en nuestra infancia, lo observaba mucho, analizaba sus dificultades propias de un muchacho abstraído hasta que mi mama nos sustrajo un poco de tiempo para dedicárselo y educarlo con los pocos recursos que poseía y lo empujo tanto que ya siendo un hombre adulto lo motivo a graduarse en la Universidad y convertirlo en flamante licenciado en Contaduría pública y Finanzas. Él tomó su camino y yo el mío, pero nunca dejamos de contactarnos, de seguirnos, de consultarnos, de comprendernos, nos admirábamos como quien admira al que ha salido adelante después de venir de muy abajo, aprecié mucho su constancia de estudios, sus esfuerzos, la defensa que hacía de mí cuando éramos adolescentes y yo buscaba problemas y el me los resolvía con sus buenos puños como era en aquella época. Fue altamente  consecuente con toda la familia, particularmente con Nancy Fagúndez su  compañera de vida y después dos hijas hermosas y dos nietas tan preciosa aun, que llegaron siendo hechas con las bellezas que proporciona la vida. Cultivó mucho el amor y el humor, era un hombre positivo. Nos amó literalmente a todos, amaba a mis hijos como amo a los suyos y yo lo ame siempre, pero mucho más lo ame en los últimos años de su vida que le cobraba no haber cuidado su salud a tiempo y de paso con la infeliz circunstancia de haber heredado prácticamente todo de las afecciones de nuestros padres, Estuve con el casi hasta el final de su destino y como buen luchador se negaba férreamente a irse, al final comprendió que ese era un camino inevitable y cedió gallardamente ante la fuerte presión de ganar esa guerra. Su fallecimiento para mi sigue siendo un evento muy desafortunado, ocurrió a muy  poco tiempo del fallecimiento de mi esposa, su tristeza se acrecentó cuando se enteró que mi Nanchy había partido, la lloró y quería acompañarme, compartir mi dolor sin importarle el suyo,  pedía que lo trajeran a Maracay “porque yo quiero estar con Carlos Alberto él no está bien” me llamaba casi a cada rato, sabia lo fuerte que era para mí lo que me sucedió.

Ese gesto de puro amor genuino, lo guardo como el corolario de los grandes recuerdos de toda su vida conmigo, Celebra José Rafael  tu misión aquí en la tierra ha sido perfectamente cumplida.

Los hermanos Mendoza

 

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