Enrique Meléndez: El amansa votantes

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La famosa amenaza de Diosdado Cabello, en efecto, tiene varias lecturas. Primero, un gran cinismo, puesto que se trata de jugar con el hambre de las personas: no hay comida, para quien no vote; a propósito de su descaro; puesto que se trata de un hombre que decide quien come y quien no. He allí la arrogancia del señor encomendero; para retrotraernos a nuestro régimen colonial; cuando entonces, nuestra sociedad no era de clases; es decir, estaban en plena vigencia los valores del feudalismo o del latifundismo, en el caso de nosotros; de modo que se trataba de una sociedad jerarquizada, y donde el derecho se ejercía más por la fuerza, que por la palabra, y que es lo que estamos viendo en el caso de Cabello, quien dispone a su antojo; sobre todo, mediante el chantaje, y sobre una voluntad; desconociendo, en ese sentido, ese derecho que tiene la ciudadanía, consagrado en la Constitución, y es el derecho a participar o no de un evento electoral, y no una obligación.

Pero, además, amenaza, porque presume; es la segunda lectura que tiene su expresión, y es aquí donde pesa esa estrategia de lucha, que llevó a cabo Gandhi de la resistencia pasiva; tomando en cuenta que lo que está presente a primera vista es la desconfianza del elector venezolano, con respecto a los procesos comiciales, que convoca este régimen; es decir, que lo hace no el país político, sino el ministerio de Asuntos Electorales, empezando por ahí; porque como dice el dicho: la mentira tiene las patas muy cortas; sobre todo porque, a medida que avanza el tiempo de este régimen, pierde aquella militancia dura; mejor dicho, lo que se conoció como “el chavismo duro”; de manera que ha tenido que desnaturalizar la esencia de dichos procesos, con normativas que, como en este caso, desconocen la Constitución y las leyes; cuando ya se ve perdido por la vía electoral; actuando en esta oportunidad de un modo tan truculento; que la ciudadanía se ha dado cuenta que los procesos comiciales para esta gente no persiguen un fin, sino que se transforman en un medio para legitimar una situación de facto; que es lo que la lleva a no sentirse motivada de ninguna forma a participar de este evento del 6 de diciembre, y así que una abstención del 80%, como reportan las encuestas, que se sondean en la ciudadanía, sería una contundente derrota para este régimen; que, por lo demás, por cuestiones de coerción y de otro tipo de chantajes cuenta con una participación de unos tres millones de electores, que serían aquéllos que trabajan en la administración pública, además de los beneficiarios de algunos de los programas sociales del régimen.

Una tercera lectura proviene del hecho de que uno también observa en esa frase la traducción del fracaso, que ha sido el gobierno de Diosdado Cabello, y lo digo con nombre apellido, porque hasta se tiene entendido que el hombre fuerte de esta dictadura es él; empezando porque  Nicolasote, a pesar de su enorme humanidad, no tiene los riñones para proferir este tipo de amenazas; aparte de que le nace de un impulso más instintivo, que racional. En efecto, Cabello no midió lo que dijo, y la prueba está en que otros voceros del gobierno han tratado de sacarle las patas del barro, a ese respecto, aclarando que la frase fue descontextualizada; que lo que quiso decir fue esto y no aquello. Pero decía que, asimismo, hay allí el reflejo de lo que presiente, que va a ser la respuesta de la ciudadanía ante dicho fracaso, y que como ya no estamos en el tiempo de los adecos y copeyanos, a cuyos gobiernos la ciudadanía los castigaba votando por uno y por otro; a partir de ahí,  ahora la ciudadanía cuenta con la abstención. ¿Qué dice la ciudadanía en lo que respecta a obra de gobierno? El silencio, en el marco de una hiperinflación, que te convierte la vida en una tragedia.

La otra lectura que tiene la expresión de Cabello es el hecho de que viene a ser lo que en filosofía se conoce como una tautología; como decir: uno es igual a uno. Amenazar a alguien que no tiene comida, con quitársela, viene a resultar lo mismo que hacerlo y no hacerlo. ¿Quién tiene la despensa hoy en día de su casa rebosada? Nadie, ahora las cosas se compran a granel, como se dice en el medio venezolano: el café, el azúcar, la sal y así sucesivamente todo se vende por lo que se conoce como teticas. Y en tanto que tautología su expresión viene a resultar una ironía; porque, por lo demás, Cabello sabe de esta situación; es decir, que 1 millón 200 mil bolívares, que es el sueldo mínimo, apenas alcanza para comprar una tetica de café y una tetica de azúcar, y que es donde se observa que el verdugo siempre estará insatisfecho de su mala fe; de su distanciamiento con sus semejantes, hasta no abrigar en su alma un instante de misericordia, como lo demuestra el tono de su amenaza; pues, se repite, en este caso se trata de jugar con el hambre de la gente.

Por lo demás, estamos ante un ministerio de Asuntos Electorales que altera y manipula las cifras a su antojo; que reporta masivas participaciones del país en todas las regiones; como ocurrió cuando se eligió la Asamblea Nacional Constituyente, donde reportó ocho millones de votos, habiéndose visto la víspera del anuncio uno centros electorales vacíos, como ayer; que es también la otra circunstancia, por la cual la ciudadanía se muestra escéptica frente a los procesos electorales de esta gente, y los que la opinión pública viene conociendo como tramas; mejor aún, tragicomedias, porque lo que va a resultar de allí va a ser una tragedia; pues como ya lo advierte la propaganda de los partidos intervenidos: si votas por AD o por Copei, estás votando por Maduro. Todo conduce al todo. Es aquí donde se cae el argumento de los pragmáticos, como llamo yo a los cultores del voto. Porque en las presentes circunstancias el sufragio no elige; pues, repito, no se trata de un fin, sino de un medio.

melendezo.enrique@gmail.com

 

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