Estamos observando en varios países de la región un creciente rechazo popular contra la situación política y el deterioro de las condiciones de vida, agravadas por las consecuencias de la pandemia del covid-19. No resulta prudente realizar comparaciones, pues cada caso tiene su especificidad; empero, es posible encontrar algunos elementos comunes en el comportamiento de los ciudadanos que se activan, de diversas formas, para exigir cambios, superando el desinterés y la apatía, expresiones de la antipolítica, que se han agudizado en la región en los últimos años.
En el marco de la pandemia, encontramos reacciones sociales que generan lecturas interesantes desde la perspectiva política; al respecto, cabe destacar, entre otros, los resultados de las recientes elecciones municipales de Brasil, el Movimiento San Isidro en Cuba, las contundentes protestas en Perú, que algunos definen como una potencial revolución morada; la ebullición social en Guatemala y en Costa Rica.
Los resultados de la segunda vuelta de las elecciones municipales de Brasil, efectuadas el pasado domingo 29 de noviembre, representan una lección de consciencia ciudadana. La gran mayoría ha rechazado los candidatos que se identificaban con el radicalismo y el populismo. Los dos grandes derrotados han sido el Partido de los Trabajadores, del expresidente Ignacio Lula y el presidente Jair Bolsonaro. La población ha votado por los partidos de centro, con propuestas más equilibradas y cercanas. Es un rechazo a los falsos discursos radicales que estimulan pasiones, pero no resuelven los problemas y generan nuevos.
No podemos extrapolar estos resultados para las próximas elecciones presidenciales del 2022, pues Bolsonaro conserva un importante nivel de popularidad y Lula también, a pesar de sus complicaciones judiciales y el deterioro de su partido. Lo relevante es que los ciudadanos han expresado su rechazo y voz de alerta a los partidos, exigiendo soluciones efectivas y, en particular, honestidad en la administración pública.
El caso peruano también resulta emblemático. Recordemos que en los últimos años la sociedad se ha concentrado fundamentalmente en el crecimiento económico, desatendiendo los asuntos políticos. Ahora bien, la irresponsable actuación del órgano legislativo agotó la paciencia ciudadana y, con la aprobación de la moción de censura por incapacidad moral contra el presidente Martín Vizcarra, los ciudadanos salieron a las calles, no a defender a Vizcarra, pero a exigir cambios que incluían la renuncia del presidente encargado, Manuel Merino y la conformación de una nueva junta directiva del Congreso, excluyendo a todos los que participaron en la moción de censura.
El ganador ha sido el Partido Morado, con sus escasos nueve parlamentarios que votaron en contra de la moción, entre ellos Francisco Sagasti, quien ha sido designado como nuevo presidente del Perú. Los desafíos son enormes, la crisis es compleja y la ciudadanía está alerta, más activamente involucrada en la dinámica política.
La reciente protesta popular en Cuba, pequeña en dimensión, pero significativa, constituye otra expresión de potenciales cambios en la región. Un número de vecinos de la zona de San Isidro en La Habana, salieron a la calle a defender a un grupo muy heterogéneo de personas, donde participan, entre otros, miembros de la comunidad LGBT, artistas, intelectuales, musulmanes, raperos, rastafari; que se encontraban reunidas en el Museo de la Disidencia y fueron agredidos por las fuerzas represivas de la dictadura.
La reacción espontánea de ciudadanos que enfrenta hambre, miseria y persecución, motivó al grupo a denominarse movimiento San Isidro. Grupo que viene trabajando desde el 2018, promoviendo la defensa de los derechos culturales, artísticos y civiles; cuestionando particularmente el Decreto 349, que profundiza la censura en el mundo cultural.
Lo que se ha vivido en Cuba no es la primera protesta, ni será la última, pero representa una expresión del desasosiego del pueblo contra la dictadura, que debería estar consciente de su colosal fracaso y del creciente descontento popular. En ese contexto, cualquier artista que disiente y goce de algún apoyo popular, como Luis Manuel Otero, es un “traidor a la patria”. El libreto resulta harto conocido, está agotado y no convence ni a los octogenarios líderes del partido comunista cubano.
También pudiéramos incluir, como reacciones de conciencia ciudadana, los recientes acuerdos de la oposición democrática en Ecuador, particularmente del Partido Social Cristiano y el partido CREO, para participar con un candidato único, Guillermo Lasso, en las elecciones presidenciales previstas para febrero del 2021, conformando un nuevo grupo político definido como Alianza 21-6. Pareciera que la oposición democrática ecuatoriana está aprendiendo del reciente fracaso de la oposición boliviana.
Por otra parte, observando el pasado reciente encontramos: la compleja y violenta protesta en Chile, que logró ser encauzada con la convocatoria al plebiscito sobre la reforma constitucional. También se mantienen en efervescencia las reivindicaciones indígenas en Bolivia y Ecuador; la conflictividad política en Colombia y la lucha por la defensa de la democracia en Venezuela y Nicaragua.
Adicionalmente, algunos, más osados, se atreven a calificar como una expresión de rechazo de los sectores populares argentinos contra la clase política, la agresiva reacción que se generó en las exequias fúnebres del futbolista Diego Maradona, en la Casa Rosada, sede del gobierno. Pareciera que la pandemia está estimulando una mayor reacción política de los sectores más vulnerables.
Félix Arellano es internacionalista y Doctor en Ciencias Políticas-UCV – fgap1749@gmail.com