Anabel Hernández: Amores que matan a dos años de AMLO

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En el gobierno del autonombrado “presidente de los pobres y marginados” durante la pandemia del Covid-19, el 71 por ciento de los muertos pertenecen al estrato más desposeído en México.

A dos años de gobierno, la pandemia expone en México las varias deficiencias de la “transformación” prometida: baja recaudación fiscal,  aumento en la brecha social entre pobres y ricos, deficiente servicio médico público federal, mayor corrupción y costo de ésta, negacionismo y demagogia.

En el Zócalo de la Ciudad de México, la media noche del 1 de julio de 2018, día en que resultó electo Andrés Manuel López Obrador como presidente de México,  miles de personas comenzaron a llegar, mujeres, hombres, niños, ancianos, pero sobre todo jóvenes, de todos los sectores sociales y económicos. Marchaban con algarabía en una masiva verbena popular. Yo estuve ahí esa noche y en el batido de mi corazón aún palmita el grito de la multitud: “¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo! ¡Sí se pudo!”.

Ese día, 56.6 millones de mexicanos salieron a las urnas y le dieron el triunfo aplastante a MORENA, el partido de AMLO, incluyendo la mayoría en el Congreso, en alianza con el Partido del Trabajo y Encuentro Social.

“Amor con amor se paga”, sentenció esa media noche López Obrador ante el coro que lo vitoreaba.  “Y así como me quieren ustedes, yo los quiero igual y un poquito más”.

El 1 de diciembre de ese año inició su gobierno. Su llegada a la Presidencia la equiparó con los tres momentos históricos más importantes de México: La Independencia (1810-1821), Reforma (1858-1861) donde se llevó a cabo la separación Estado e Iglesia, y la Revolución (1910-1917). Y bautizó a su mandato como la 4T, acrónimo de la Cuarta Transformación.

Se acaban de cumplir dos años de gobierno. En monólogo sin réplica, el cual es el formato de informe anual del Ejecutivo en México gracias a Felipe Calderón quien en 2008 instauró ese modelo para evitar comparecer ante el Congreso, el 1 de diciembre pasado AMLO aprovechó al máximo la comodidad de no tener quien lo interpelara y tarareó su bolero de logros de la 4T y el “amor” por los pobres de México.

“…Ya están sentadas las bases de la transformación, a dos años de ocupar la Presidencia, puedo afirmar que ya logramos ese objetivo…” dijo. Afirmó que “no se tolera la corrupción ni se permite la impunidad”. Presumió de la austeridad de su gobierno. “En dos años ha aumentado el salario mínimo en 30 por ciento en términos reales, como no sucedió en los últimos 36 años del periodo neoliberal ni en épocas anteriores”. Se “revirtió la tendencia al alza en la mayoría de los índices delictivos”, dijo, y hubo una “disminución drástica” de la defraudación fiscal.

“Esta nueva política económica fincada en la moralidad nos ha permitido financiar programas sociales para el bienestar de nuestro pueblo, en especial de los más pobres y marginados”, afirmó, y se felicitó a sí mismo de que el 71 por ciento de los mexicanos quieren que siga gobernando.

“…el 70 por ciento de los hogares de México recibe, cuando menos, un programa de bienestar o se beneficia de alguna manera del presupuesto nacional, y que el resto, al 30 por ciento de mexicanos con mejores condiciones económicas y de trabajo, tampoco los hemos dejado en el desamparo; ellos obtienen la satisfacción de tener condiciones para seguir progresando y vivir en paz, sin miedos ni temores…”

“Amor con amor se paga. No les he fallado y no les fallaré…” fueron algunas de las últimas frases del informe.

Paternalismo perverso

México arrastra décadas de injusticia, desigualdad, corrupción e impunidad, en el marco de una actitud social oscilante entre el reclamo y silencio, la rebelión y conformismo. La etapa más cruenta, pienso, comenzó en 1964 con el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, cuya masacre de estudiantes aquella terrible noche de Tlatelolco en 1968 mutiló una parte del corazón de la aún muy joven nación.

Luego de 70 años de hegemonía castrante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), México es una nación cuya madurez ha quedado interrumpida. La pobreza y la pobreza extrema son los rostros del sistema de desigualdad diseñado por los que concentran el poder económico y político. A lo largo de las últimas 3 décadas se han creado diversos programas de subsidio a los pobres, pequeñas aspirinas para abatir la “neumonía” causada por las malas políticas públicas. Pero no se han generado estrategias sólidas de mediano y largo plazo que haga autosuficiente a la población para que no dependa de las dádivas del gobierno, ni del crimen organizado. Los pobres han sido rehenes del Ejecutivo de turno, clientela política inagotable y carne de cañón.

 

En 2018, el 41,9 por ciento de la población vivía en condiciones de pobreza, es decir 52.4 millones de personas. Y el 7,4 de la población en extrema pobreza, 21  millones de mexicanos según el Consejo Nacional Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Así encontró AMLO el país.

En 2020, AMLO ha canalizado 300 mil millones de pesos a programas dedicados a dar analgésicos para la pobreza, en vez de medicina que la cure. Su programa emblema es el “Programa de pensión para el bienestar de las personas adultas mayores”, que paga una pensión generalizada a todas las personas mayores de 68 años, sin distingo de clase social y aunque sean pensionados de otras instituciones. Son más de 8 millones de beneficiarios, los cuales aumentaron 57,8 por ciento en los dos años del gobierno. “Apoyo para el bienestar de las niñas y niños hijos de madres trabajadoras” incluyendo niños discapacitados; “Sembrando vida” (un programa pre-existente) de apoyo a personas de comunidades rurales dedicadas a la actividad agrícola y forestal”; “Jóvenes escribiendo el futuro”, que da apoyo económico a jóvenes que estén en segundo año de licenciatura para continuar sus estudios; “Jóvenes construyendo el futuro”, que da becas para jóvenes de entre 18 y 29 años de edad que no estudian, ni trabajan.

Al menos 4 de estos programas no están sujetos a reglas de operación, por lo que no se puede evaluar su eficacia ni el mecanismo para elegir a los beneficiarios. Y ante el anuncio de que para 2021 piensa gastar 303 mil 982 millones el Coneval se ha pronunciado por hacer un gasto más efectivo y estratégico.

Popularidad o pobreza

Por un lado, AMLO quiere ser popular distribuyendo ese dinero público, que repito es solo un pequeño paliativo que se evapora de manera casi instantánea (así ha sido siempre),  pero no quiere sacrificar esa popularidad.

Las políticas de fiscales de un país son esenciales para captar recursos internos y financiar el desarrollo. México es uno de los peores del mundo en esta materia desde hace años, y no ha cambiado en los tiempos de la 4T.

De la lista de 36 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México tiene el peor índice de recaudación fiscal en relación al Producto Interno Bruto. Es solo el 16,1 por ciento, cuando el promedio general de recaudación de los países de la OCDE es del 34,2 por ciento del PIB. El promedio en América Latina y el Caribe es del 22,8 por ciento y el de África es de 17,2 por ciento. 2

Aunque los impuestos escalonados por estrato económico son uno de los medios más frecuentes de recaudar ingresos para financiar el gobierno, de acuerdo a la organización Tax Foundation en 2019,  de una lista de 41 países del mundo de la OCDE y Unión Europea, aunque el gobierno de AMLO ha prometido una redistribución de la riqueza, México sigue siendo uno de los países donde los que más ingresos tienen pagan menos impuestos en comparación con el resto del mundo.

Bélgica y Alemania son los dos países donde los que más ganan más pagan impuestos, con una tasa promedio del 52 y 49 por ciento respectivamente. La tasa promedio de los países de la OCDE es del 36 por ciento, y en México es del 20,1 por ciento.

En contraste, durante 2012 y 2013 fue el mexicano Carlos Slim quien fue considerado por la revista Forbes como el hombre más rico del mundo. En 2014 y 2015 ocupó el segundo lugar. Mientras que en 2019 había 12 mexicanos en la lista de los más ricos del mundo. Dos de ellos, Ricardo Salinas Pliego y Carlos Hank Rhon (a través de su hijo Carlos Hank González) forman parte del Consejo Asesor Empresarial de AMLO y han obtenido importantes contratos durante su gobierno. Más concentración de riqueza.

La situación fiscal del ex Secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, es muy ilustrativa de cómo funcionan las cosas en México para algunas empresas y personas. Su empresa GLAC Security, de la que él y su esposa son los únicos socios, reportó ingresos del 2014 al 2018 de 53,5 millones de pesos, pero dedujo fiscalmente 60,5 millones de pesos, es decir no solo pagó cero impuestos, sino que las autoridades le quedaron debiendo. En ese periodo García Luna gastó al menos 8,2  millones de pesos a través de su tarjeta de crédito en la cual tenía cero adeudos.

En el ranking de efectividad fiscal internacional 2020 elaborado por Tax Fundation, México también está en penúltimo lugar de los 36 países miembros de la OCDE. De acuerdo al último informe 2018 a 2020 ha empeorado. 3

En materia de facilidad para pagar impuestos, México es la segunda nación más tortuosa para hacer el trámite: implica en promedio 102 horas, precedido por Israel con 110 horas. Mientras que en Suiza el tiempo promedio es de 15 horas.

Expertos en materia fiscal a quienes consulté, que conocen las deficiencias y vicios del pasado y el presente, señalan que en México hay una neurosis fiscal que ha empeorado con el tiempo. No es un problema causado por AMLO, pero tampoco lo ha solucionado.

La manera más eficaz para recaudar impuestos y evitar la evasión fiscal es lograr que el trámite sea simple y rápido, y el aumento al Impuesto al Valor Agregado de manera estratégica y escalonada. Esto mismo ha propuesto la OCDE a AMLO, pero la última vez que el IVA fue modificado en 1995 tuvo como costo una gran impopularidad del entonces presidente Ernesto Zedillo.

Aunque el gobierno actual recaudó más impuestos en 2019, es una lenta tendencia que viene de años atrás y no se deriva de un rediseño fiscal de fondo. En particular se enfocó en perseguir a algunas de las empresas deudoras más grandes para que pagaran impuestos rezagados. Sin duda algo necesario, aunque el tratamiento no ha sido igualitario para todas, lo que delata un tufo político. Ese dinero, al igual que los programas de bienestar, son una pequeña aspirina y no ingresos constantes.

Más corrupción

Los números reales de la corrupción son muy distintos a la extinción de ésta que hay en la mente de AMLO. En este y otros rubros los ciudadanos viven en un país distinto al del presidente, como ocurría con sus antecesores.

De acuerdo la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental publicada en mayo 2020 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), órgano del gobierno de AMLO, la corrupción en México ha aumentado en todas sus formas. En 2019 la tasa de población que fue víctima de corrupción al tener contacto con un servidor público fue de 15.732 personas por cada 100 mil habitantes, 7,5 por ciento más que en 2017. Y la tasa de actos de corrupción aumentó del 2017 al 2019 en 19,2 por ciento. Pasó de 25 mil 541 actos por cada cien mil habitantes, a 30 mil 456.

También ha aumentado el costo de la corrupción para los ciudadanos. Aumentó en 64 por ciento de 2017 a 2019, pasando de 7.781 millones de pesos a 12.769 millones de pesos. Dinero que en vez de irse al bolsillo de los corruptos podría irse a gasto de inversión del país.

Y aunque AMLO dijo en su informe “…también hemos avanzado en la solución al grave problema de la inseguridad y la violencia”, lo cierto es que los mayores actos de corrupción que sufrió la población fueron a manos de una autoridad de seguridad pública o un Ministerio Público de acuerdo a las propias estadísticas oficiales del INEGI de 2020.

Sistema de salud empeoró

En vez de hacer un rediseño de la política fiscal de fondo, cobrar más impuestos a quienes más ingresos tienen, y abatir la corrupción y sus costos, AMLO desde 2019 comenzó un recorte presupuestal a sectores prioritarios como ciencia, tecnología, educación y salud. Este recorte puso en crisis la operación de hospitales generales y de alta especialidad, así como el suministro de medicinas desde antes de la pandemia del Covid-19. Provocó, por ejemplo, la muerte de mil 600 niños a  causa del desabasto en el sistema de salud público de medicinas para niños con cáncer.

Desde 2019, la población usuaria de los servicios de salud pública federales y estatales detectaron un deterioro en los servicios, tras la llegada de la 4T de acuerdo a cifras oficiales del propio gobierno no expuestas por el Presidente en su informe 4.

De 2017 a 2019 los usuarios del servicio público de salud señalaron una disminución en la calidad de los servicios del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que da atención a toda la población que tiene empleo formal. Disminuyó la limpieza y orden en las instalaciones, la idoneidad de instalaciones y equipo, detectaron menor cantidad de médicos disponibles y una menor eficiencia en la atención inmediata 5. En general los usuarios se dijeron más insatisfechos con el servicio en 2019 que en 2017.

Por su parte, en el  Instituto de Seguridad Social y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado  (ISSSTE) en general todo empeoró: instalaciones y equipo, capacidad y número de médicos y disposición de medicamentos. La satisfacción de los usuarios decreció notablemente.

Igualmente, en los servicios de salud estatales o Seguro Popular (programa federal) se registró una mayor insatisfacción por la atención de 2017 a 2019. Menos información oportuna sobre estado de salud, menos instalaciones adecuadas y equipo, menos medicamentos disponibles.

Amores que matan

Con todo el contexto antes descrito llegó la pandemia del COVID-19 y el aniversario del segundo año de gobierno de la 4T, mostrando el rostro más doloroso de todas las deficiencias estructurales, demagogia y negacionismo. Aún muy lejos de alguna transformación.

México es el cuarto país con más muertes por COVID-19 a nivel mundial, y al menos hasta el 6 de diciembre pasado, es el país donde más personas infectadas por el virus mueren, con una tasa del 9.9 por ciento 6.

Con la crisis económica generada por la pandemia en México ha crecido aún más la pobreza y la distancia entre pobres y ricos. No es un fenómeno exclusivo de México, pero AMLO afirma que tiene todo bajo control y que no hay crisis, faltando a la verdad.

En este tiempo del virus aumentó el porcentaje de personas que perciben ingresos por su trabajo menores al costo de los productos  básicos. Pasó del 38 por ciento al 44,5 por ciento en septiembre de 2020. Así mismo ha habido una disminución anual en el ingreso laboral real del 6,7 por ciento, mientras que han aumentado el precio de los productos de la canasta básica y el desempleo.

La distancia entre los más pobres y más ricos ha aumentado.” En el tercer semestre del 2019, el ingreso laboral promedio del 20 por ciento de la población con mayores ingresos laborales representó 34.3 veces el ingreso del 20 por ciento de la población con menores ingresos laborales”. En ese mismo período de 2020, la brecha creció a una diferencia de 146,3 veces entre los ingresos de los más ricos y los más pobres, explica en un estudio elaborado por la Universidad de Monterrey el doctor en Economía de la Universidad de Misouri-Columbia, Jorge Garza Rodríguez.

A consecuencia del Covid, señala el estudio, para 2021 aumentará en 16 millones el número de pobres en México, “regresando al país a los niveles de pobreza de 1990”.

Esos muertos tienen el rostro de la pobreza. Desde el inicio de la pandemia hasta octubre de 2020, el 71 por ciento de las personas que han muerto por el COVID-19 tienen una escolaridad de nivel primaria o sin escolaridad. La gran mayoría de las personas fallecidas eran amas de casa, jubilados o pensionados, o desempleados, según un estudio del investigador Héctor Hiram Hernández, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM. Otro estrato eran trabajadores de fábricas, vendedores y trabajadores ambulantes y albañiles.

Más de la mitad de las muertes ocurrió en unidades médicas de población abierta federales o estatales -que ya estaban en crisis desde antes del Covid-19  como se dijo anteriormente-  a donde acuden usuarios que no tienen ningún tipo de cobertura médica como empleados formales. El 30 por ciento de las muertes ocurrieron en el IMSS, donde de cada 100 pacientes de Covid-19 mueren 19.

En los hospitales privados, a los cuales acude población de mayores recursos o cuyos empleos dan seguro médico privado, han ocurrido menos del 3 por ciento de los decesos.

La letalidad del Covid 19 supera el 20 por ciento en los municipios indígenas de México. Esto significa que en los municipios indígenas, de cada 100 personas contagiadas, mueren 20.

La crisis por la pandemia ha causado desastres generales en el mundo, pero lo que indican las estadísticas en México habla claramente de otra cosa. Una negligencia con los más pobres y más vulnerables, quienes no revivirán con las promesas de amor presidencial ni con los pocos pesos mensuales, mientras todo el sistema de salud, educación y cultura colapsa sobre ellos.

Todo parece indicar que hay amores que matan.

Notas a pie de página

CONEVAL. “10 años de medición de pobreza en México, avances y retos en política social”. Agosto 2019

2 Base de datos global de estadísticas tributarias. Diciembre 2019. OCDE

3 International Tax competitiveness Index 2020. Tax Fundation, basada en información de OCDE

4 Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental  (ENCIG) 2019. Mayo 2020.

5 IDEM

6 Universidad Johns Hopkins https://coronavirus.jhu.edu/data/mortality

 

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