¡Qué discurso! Informativo, admonitorio, implorante, reivindicativo. La canciller alemana, Angela Merkel, hizo un llamado imperioso, como nunca antes, a combatir la pandemia de coronavirus con restricciones más duras. Por momentos, se mostró casi sarcástica: “Si de aquí a Navidad tenemos muchos contactos y finalmente esta es la última Navidad que celebramos con los abuelos, habremos fallado en algo, y eso no puede suceder, señoras y señores diputados.”
La última celebración, porque los hijos y los nietos no solo llegan de visita con regalos y cariño, sino también con un virus que se lleva por delante a los abuelitos. Merkel recurrió a la cifra oficial de muertos por coronavirus del miércoles, 9 de diciembre: 590 en 24 horas, un triste récord. La canciller respaldó con decisión la recomendación del Instituto Leopoldina y otros científicos de endurecer las restricciones antes y después del período navideño: cerrar antes las escuelas, no tener contactos sociales fuera de la familia y disciplina. Más disciplina que hasta ahora.
Déficit cero, un tema recurrente
Básicamente, Merkel se extralimitó, porque los primeros ministros de los estados federados son responsables de sus respectivos territorios y de las medidas restrictivas. De esta manera, la siempre objetiva canciller lucha con toda su autoridad contra la pandemia y por las personas que pertenecen a los grupos de riesgo. Merkel recibió un largo aplauso tras su discurso por parte del grupo parlamentario de la CDU, su partido político.
Tal vez sorprendió a alguno de los miembros la canciller, que ha dado cientos de discursos en el pleno y apenas le quedan media docena de intervenciones. En realidad, se respira un cierto aire de despedida. Angele Merkel ha presentado, explicado, defendido y votado el presupuesto del país 16 veces en el pleno del Parlamento. El miércoles (9.12.2020) fue el último de estos discursos. Básicamente, solo los diputados del partido populista de derechas alemán Alternativa para Alemania (AfD) festejan este aspecto. Todos y cada uno de sus oradores celebran a su manera que Merkel no sea responsable del presupuesto del año próximo. Pero están solos en su festejo. Desde hace varios años, el tema recurrente en el presupuesto alemán es el déficit cero. Durante mucho tiempo, Merkel tuvo que trabajar este punto con las distintas coaliciones con las que la CDU formaba gobierno, hasta que, por fin, en 2014, pudo presumir orgullosa de un presupuesto sin nuevo endeudamiento, reducción de la deuda existente y cada vez mayor margen de maniobra. Eso se acabó. Como dice Ralf Brinkhaus, jefe del grupo parlamentario de la CDU, se trata de un “presupuesto coronavirus”, aunque su grupo hubiera deseado que no fuera así.
Presidencia del Consejo Europeo hasta final de 2020
No solo el presupuesto fiscal va en dirección distinta a la que hubiera deseado Merkel. También se tambalea otro de sus temas predilectos, Europa. Estos días, la casa europea cruje y rechina aún más fuerte de lo acostumbrado. Hasta final de año, Alemania ostenta la presidencia de turno del Consejo Europeo. ¿Y ahora qué? Merkel alude a la incertidumbre reinante diciendo que “casi todo está en movimiento”.
Todavía no se sabe en qué condiciones se va a producir el Brexit económico, la salida de Reino Unido del mercado interior de la UE a final de año.
Y, finalmente, cambia el orden político global, con una China cada vez más fuerte, una Rusia como seguro rival, Estados Unidos temporalmente imprevisible y Turquía como socio alejado de Europa. Nada de todo esto puede ser gestionado por el Consejo Europeo.
Todo podía haber sido hermoso para la canciller si, en la recta final de su mandato, su discurso hubiera podido celebrar el déficit cero de su presupuesto y el creciente margen de maniobra para inversiones, así como los logros del Consejo Europeo durante la presidencia alemana. Pero no fue así. Ni siquiera sabemos quién estará al frente de su partido, la CDU, dentro de algo más de un mes.
Pero su empática, emocional y enfática intervención mostró que Merkel está luchando. La canciller lucha contra la pandemia y por la vida de miles de personas mayores. Lucha por el futuro de este país. Lucha porque quiere convencer no solo al difícil grupo de gobernantes regionales, sino también a las personas que departen junto a otros con un vino caliente navideño en la mano. Merecen respeto estos últimos esfuerzos de la canciller.