Gregorio Salazar: Capriles abre juego

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Este chavismo que asoma, después del atípico evento electoral del pasado 6 de diciembre, no es aquel frenético movimiento de masas que, a base de caudillismo y de una maquinaria que puso a sus rivales a competir contra la panoplia de recursos de un Estado asaz opulento, lanzaba grandes expectativas hacia adelante y lucía blindada por todos los flancos.

Las “elecciones” del pasado domingo han diseccionado a la cúpula del poder y exponen a la vista del mundo las interioridades de un cuerpo en agotamiento, de demagógicas vísceras resecas, un corazón que no bombea aliento ni entusiasmo y de pulmones trombosados por los dislates ideológicos y los fracasos.

Nada espera la población de esa privilegiada élite chavista, ya de caras ajadas, que ahora vuelve a la AN fingiendo euforia por “la gigantesca victoria” que proclamó Jorge Rodríguez. Ni un ápice de esperanza conserva la antigua hueste del oficialismo rojo de ser rescatada por ellos de las condiciones de vida abyecta y sin derechos ciudadanos a las que fueron condenados, precisamente por “los vencedores” del 6D.

Pero el chavismo se autoevalúa por sus resultados en términos de acumulación de poder (ojo, que lo deja peligrosamente emplazado para nuevas vueltas de tuercas perpetuadoras) y soslaya la significación de la descomunal abstención, la mayor en la historia del país.

Ese grupo en el poder, que solo planifica, invierte y se organiza para su aseguramiento es, no obstante, derrotable en el terreno en el que el 6D ha evidenciado su consunción: el del apoyo popular, que se le sigue esfumando aceleradamente, sin que nadie claramente opositor capitalice esa fuerza de cambio.

De cara hacia los torneos regionales que están en puertas, esa etapa parece dirigirse, por fortuna, hacia otros estadios como se desprende de las declaraciones esta semana de Henrique Capriles. Pero de elecciones también habla hoy en el exilio Leopoldo López, quien por ahora solo menciona las presidenciales.

Ahora que Capriles ha reiterado oportunamente su apuesta de mediados de año por la lucha electoral, el primer combate que se declarará y que tendrá que encabezar será, obviamente, por las garantías electorales para las elecciones de gobernadores. ¿Por qué ha de renunciar el pueblo opositor a defender las cuatro gobernaciones que controla y a arrebatarle todas las que pueda al chavismo?

Uno francamente duda que si la dirigencia se enrumba a luchar por esas instancias de poder no se produzca una reacción favorable de la ciudadanía, acogotada por la devastación nacional del agonizante sector empresarial, que está viendo cómo se hunden todos las unidades productivas, los trabajadores con míseros salarios y desprotección de su salud para ellos y su familia, la propia Iglesia, que ha clamado por la construcción de políticas que vengan a acabar con las aflicciones de la población y, por supuesto, de todas las fuerzas democráticas.

Garantías relancinas no las concederá la dictadura. Pero desde hace casis dos años, cuando la fantasías de la gran misión aerotransportada que vendría del norte colmó la imaginación de la mayoría opositora, los esfuerzos por conseguirlas quedaron de lado. Hay tiempo suficiente para que la comunidad internacional, probablemente con Europa y EEUU ahora alineados, den un apoyo más vigoroso.

Esta semana la oposición ha participado de la Consulta Popular, con la cual se quiere dar —y sin duda se dará— una respuesta de contundente rechazo al régimen de Maduro y basamento al interinato de Guaidó. Como se ha dicho antes en este espacio, eso no bastará.

Se necesita un liderazgo para la nueva etapa que se abre y esa, no hay señal en contrario, es disputar cada espacio del poder regional. Capriles ha abierto juego. ¿Quién sigue?

Gregorio Salazar es Periodista. Exsecretario general del SNTP – @goyosalazar

 

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