Todo lo que sucede en este momento condiciona lo que está por venir. El futuro se construye día a día. No puede haber ni un segundo de descanso en la labor de construcción que deseamos para nuestro país, para nuestras familias y para cada uno de nosotros. Si queremos vivir en Libertad y auténtica Democracia llegó la hora de abandonar todo cuanto pueda perjudicar este objetivo. Personalismos, candidaturitis crónicas, electoralismo sin sentido, intereses de grupo alejados del objetivo y, en fin, lo sabido como perjudicial a la lucha. Debemos recordar que el próximo paso largo tiene que ser poner punto final a la usurpación que se inicia con la salida de Maduro y la plana mayor de la dictadura.
2020 ha sido un año terrible para Venezuela y el mundo entero. Sin embargo, en nuestro caso, el mes de diciembre ha sido escenario de dos eventos reveladores. El primero, las elecciones parlamentarias del 6D convocadas fraudulentamente con violaciones expresas al ordenamiento jurídico existente, fueron rechazadas por más del ochenta por ciento de los venezolanos. Esta clara manifestación de voluntad fue un rechazo directo y claro al régimen que tendrá que profundizar el uso de la fuerza física e institucional para retener el poder concentrado que todavía detenta. También ha provocado graves discrepancias entre grupos y personalidades afectas al régimen que empiezan a desmarcarse aceleradamente. No soportan a Maduro, ni a Diosdado.
El segundo, la Consulta Popular vinculante celebrada el pasado 12D. Aún no tengo el resultado definitivo de participación, pero pareciera que se triplicó la manifestación de voluntad por el cambio y la diferencia entre el SI y el NO ha sido abismal a favor del SI en las tres preguntas de la Consulta. Ahora hay que cerrar estos capítulos y concentrar esfuerzos en el objetivo superior.
Un asunto adicional pero muy importante, es que los partidos políticos ultrajados e intervenidos por la dictadura, retomen plenamente su auténtica legitimidad y asuman el rol que les corresponde como ejemplo y guía que deberían ser de la sociedad civil y también de la militar a los efectos de la coyuntura actual. Tanto el país como la Comunidad Internacional esperan esa pronta reacción. Como pocas veces en el pasado, Venezuela necesita un liderazgo político honesto, intachable y dispuesto a jugarse hasta la vida en esta lucha para construir ese futuro que ya empezó.
Termina un año malo, muy malo, pero cierra con un diciembre esperanzador. La voluntad general de la Nación ha sido expresada con claridad en las dos fechas señaladas. Se trata de un mandato claro dirigido a la dirigencia política y social de esta Venezuela al borde de la desintegración.
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