En Venezuela, intereses de seres mezquinos buscan quebrar lo añorado. Golpean a destajo. Imponen nuevas reglas para la convivencia ciudadana. Ahora es necesario cuidarse y cuidar al otro, no por solidaridad, es por el virus chino, que regaron a placer por el mundo. La muerte acecha en cada paso, hasta el aire que se respira es sospechoso del peligro. El delincuente acosa y es acosado. Los propiciadores de la crisis multiplican con su capricho la distancia y división de los hogares. El ambiente lo hacen sentir pesado, intranquilo, desesperante, advenedizo, vacilante, traumático y humillante. La involución corre calle abajo, anida en el deterioro de la calidad y modo de vida, aupando la miseria, odio y venganza, así lo han planeado. Crece la diferencia pero el ring está distante del debate. Se impone el orgullo, arrogancia, prepotencia y el desorden.
Los amigos han dejado de serlo porque priva el criterio del otro. La correspondencia entre los vecinos es desechada para asumir el maltrato verbal entre ellos. El irse de las manos pasó a ser normal entre hermanos. El caos abunda y la confusión hace de las suyas. La catástrofe pareciera va en ganancia permanente. El verbo culto da paso al grosero sin darse cuenta en qué momento sucedió tal evento. El pedir y mendigar sustituye el trabajo productivo y dignificante. Los ingresos económicos no alcanzan y los perversos creen que la sumisión entra por la puerta grande. Pero, el juego aún no termina, son 9 innings y 27 outs. Hay cambios de jugadores y nuevo pitcher. Se ve venir el empate, y el desenlace será a favor de la mayoría.
Diciembre, mes que marca diferencia entre lo cercano y lo distante de las personas, familias, vecinos, amigos. Evaluación de lo planificado y concretado durante los 365 días del año. Celebración del advenimiento del niño Dios el día de la navidad, que fortalece la fe y esperanza. Refugio para el descanso, agradecimiento y reflexión de lo acontecido. Unión del compartir familiar. Espacio para el reencuentro y el perdón, e inicio del nuevo año, es la puerta para canalizar energías proactivas y encauzar la sinergia a terreno fértil, aceptando los errores cometidos y reconociendo al contrario.
Derrotar la desesperanza, y procurar el abrazo sin diferencia e hipocresía, es el empeño a realizar en horas de mengua. La sociedad se empeña en alcanzar cambios sin traumas, y los dirigentes le han fallado en ese aporte. El restablecimiento de la credibilidad y confianza depende de la conducta y coherencia que muestren en los días por venir.
Los hijos de Venezuela reclaman la bondad de la inteligencia y el auspicio de la sabiduría del hombre para entender el momento por el que se transita, y exigen el derecho a vivir en su tierra con dignidad, porque lloran lágrimas gruesas al tener que encontrarse lejos de sus hogares y familias, y se aferran a esa petición, aún en la distancia.
La navidad abrigue nuestros corazones. Nos leemos nuevamente en enero del 2021 Dios mediante.
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