La verdad es que se trató de un proceso, que se llevó a cabo en una forma casi clandestina, y no sólo por la tirantez, que priva sobre todas las actividades proselitistas, que se desarrollan en el terreno de nuestra política, sino además la censura comunicacional; de modo que ni para la televisión y la radio este proceso de la Consulta Popular, que convocó más de 7 millones de personas, existió; a diferencia de las elecciones legislativas del 6 de diciembre, que entonces sí fueron publicitadas a todos los niveles, y los actores, que eran invitados a los programas de opinión, no eran sino aquéllos que iban en las planchas para diputados, tanto del oficialismo, como de la oposición, digamos, pragmática.
Aparte de que sobre sus convocantes, desde Juan Guaidó para abajo pesaba, pesa todavía la amenaza de ser detenidos por organismos de seguridad. “Guaidó tiene que ir preso”: eso no dejó de oírse una y otra vez. Aún así vemos a este sujeto moverse como un peso pluma en ese terreno de nuestra política; cuya perseverancia le ha permitido fortalecer su liderazgo; cuando ha tenido una sensible baja, sobre todo, porque se le ha visto algo errático en alguna de sus jugadas; producto de precipitaciones, como se demostró en el llamado caso del Distribuidor Altamira del 30 de abril de 2019, y donde se asomó Leopoldo López, sin que nadie lo estuviera llamando, o porque en otras oportunidades no le han respondido los factores comprometidos; pues no se olvide que a raíz de los sucesos de ese 30 de abril quedó en el aire lo dicho por Mike Pompeo; de que al gobierno de EEUU le extrañaba mucho el hecho de que a última hora tanto Vladimir Padrino López, como Maikel Moreno no respondieran a los teléfonos al momento de la acción; habiéndose comprometido previamente.
La figura de Juan Guaidó, en ese sentido, se ve como temeraria en la Venezuela de hoy, y no ha dejado de estar en la cuerda floja durante estos dos años, en que se ha mantenido como punta de lanza en la palestra pública. Eso sí, contando con el apoyo político y la garantía de su seguridad por parte de los EEUU; como se ha demostrado cada vez que han intentado “ponerle los ganchos”, como se dice en el argot de los bajos fondos del medio venezolano. ¿Qué pasará con este señor el próximo 5 de enero? He allí una papa caliente, que tendrá el gobierno de Nicolás Maduro; aunque ya se ha oído de parte de uno de los voceros oficialistas, que lo más probable es que, ahora, sí le “pongan aquéllos”, tan pronto cese su inmunidad parlamentaria. Aparte de que tiene “otra piedrita en el zapato”, y es la constituida por la oposición de doble cara; que se ha hecho eco, sobre todo, de una guerra sucia, que lo más probable es que haya sido inducida de uno de esos laboratorios de salas situacionales, guiadas por el G-2 cubano, y en donde no deja de ser acusado Guaidó de manejos ilícitos, en lo que se refiere a la administración de los recursos, que llegan por la vía de la ayuda humanitaria; cuando no, por la otra oposición acelerada, que quiere que Nicolás Maduro dejé de gobernar desde pasado mañana, y entonces, como ve que la cosa no se cumple; como él aspira, descarga sobre Guaidó toda su rabia y frustración; gente que te dice que Maduro todavía está en el poder por la propia oposición, sin tomar en cuenta no sólo la cantidad de militares que están presos o en el exilio; sospechosos de maquinar una conspiración dentro de las fuerzas armadas; sino también la cantidad de presos políticos; con casos de asesinatos y torturas, y como se ha denunciado en todos los organismos que velan por los derechos humanos; tal y como se ha visto en estos días a raíz del pronunciamiento de la Corte Penal Internacional.
Por supuesto, este cerco, que priva sobre todo activismo político, ha alimentado la corazonada de la inacción, con la que mira hoy en día el venezolano el acontecer patrio. No quiere saber nada de política; porque le parece que esa es una calle ciega. No hay salida, y de allí el que no le queda más camino que huir, con el riesgo de ahogarse en alta mar; como acaba de ocurrir con una veintena de compatriotas; que saturaron una barcaza, que los traía deportados de Trinidad, luego de intentar ganar sus costas, y naufragaron en el camino; tratando de escaparse de esta vida de penurias, a que nos ha conducido este grupo de aventureros, que nos desgobiernan. Lo digo porque, en efecto, hay gente que esperaba más. Se considera que la cifra que arrojó esta consulta apenas representa un 30%; algo que no logra explicarse mucha gente; dada la situación de crisis humanitaria, que se sufre a todos los niveles en el país; siendo la oportunidad para que esa gente; que le saca los trapos al sol a Guaidó, cada vez que aborda el tema de esta tiranía en la que estamos sumidos, para que se manifestara, en ese sentido, y que es donde se observa el efecto enajenante que tiene la estrategia propagandística de este desgobierno; por supuesto, manejada desde salas situacionales, y que se basa en volvernos antipolíticos.
Que sería una de las explicaciones que se podrían dar, con respecto a ese 30% de participación, que se hubiera podido esperar más, se repite: el terror que se respira, y que esta vez tuvo la amenaza de quitarnos la comida (el que no vota, no come). De allí que el ciudadano sufra de una gran malicia a la hora del voto; pero lo otro, fue el saboteo, tanto electrónico, como en acciones de violencia de calle, y la que se le vio desatar a los colectivos en los centros de participación presencial; cuando no, fue que se cayó la dinámica interna de la organización del evento por fallas, derivadas de la propia situación que se vive en el país; donde no hay gasolina, y al no haber gasolina, no hay vehículo, y al no haber vehículo, no se pudo enviar el material a tiempo; cuando no, por falta de electricidad, y no se pudo instalar el centro, y así sucesivamente; como decía en su programa aquel colega mío, en los tiempos en que había una televisión libre: no es fácil.
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