En ocasión de los 299 años de vida de la UCV y las festividades decembrinas nos permitimos presentar el Nº 34 de la edición 2020 de nuestra Base de Datos, disponible en Saber.UCV.ve y en la Sala de Lectura José María Vargas de la Línea de Investigación Memoria Educativa Venezolana, pulsando la siguiente dirección: Volumen 34 Año Fiscal 2020. Muy pronto en lo que la Universidad venza la parálisis estará disponible a consulta asistida en el Centro de Documentación (CENDOC) del Centro de Investigaciones Educativas de la Escuela de Educación/FHE.
En esa publicación que hacemos todos los años se exponen los datos cuali-cuantitativos que suponemos caracterizan lo ocurrido en materia educativa fundamental durante el año 2020. Se describe con ánimo de explicación históricamente confiable los grandes acontecimientos que marcan el día de la Educación Nacional. De los cuales resalta incidencia de COVID-19 en el conjunto social y particularmente en la Cultura Pedagógica, exacerbando, espoleando el estancamiento-contracción-depresión-educativa que veníamos sufriendo desde el 2007. Agudizando todos los indicadores negativos, minimizando lo positivo que se podía estar haciendo para la formación ciudadana y pedagógica dentro del Sistema Educativo Escolar Venezolano. Sobre todo, tal y cual se visualiza en toda su plenitud la cancelación prematura del año escolar 2019-2020, destaca la imposibilidad real de garantizar la apertura sobre bases más o menos razonables del año escolar 2020-2021. Lo cual configura para la crítica pedagógica un virtual colapso de la Educación Escolar, una dramática acentuación de la brecha entre quienes acceden a una educación de calidad y las mayorías que no lo hacen.
La pandemia puso al descubierto lo que se venía denunciando desde el 2003, que se gobierna la Educación no en función de los intereses y necesidades del conjunto de la población, sino subordinada a los requerimientos de poder de quienes han hecho de la Educación Nacional instrumento de dominación cultural en beneficio privado.
La escolaridad esta profundamente afectadas por una Gestión y Política Pública que coloca a la Educación al servicio de intereses políticos y pedagógicos subalternos en términos constitucionales. Desvarío que implica la conversión del Estado Venezolano en mecanismos instrumental para sostener en el poder a una minoría incapaz de entender que el mundo ha cambiado y el petróleo ya no puede seguir financiando sus extravagancias ideológicas, sus incompetencias y corruptelas.
Gobernar hoy la educación es cosa más compleja que nunca. si se aspirara a democratizar sus efectos benefactores al conjunto social y no a quienes pueden resolver sus problemas pedagógicos privadamente o surfeando el Carnet de la Patria. Se tiene que entender que hoy tenemos proporcionalmente menos escolarizados que en 1999, si se lee con detenimiento lo que pasó en el tercer trimestre del año escolar 2019-2020 y lo que está ocurriendo con el remedo de escolaridad que se experienta en este año escolar 2020-2021. Pese a los anuncios mediáticos, pese al esfuerzo denodado de unos pocos de la burocracia estatal. La pandemia y las medidas de Trump solo excitaron lo que ya ocurría: el estancamiento tornado en regresión de los indicadores fundamentales de escolaridad, luego en depresión, cuando la regresión no se supo atender, para acto final mutarse en colapso del sistema, cuando se derrumbó la institucionalidad educativa al impacto de la plaga y la falta de interés real. Demasiado énfasis en gobernar para seguir gobernando, demasiada preocupación y ocupación de la alta burocracia en atender sus intereses estrictamente personales.
Antes de marzo de 2020 la pandemia y la agresión del Trumpismo el Sistema Educativo Escolar a los ojos de la clase dirigente era instrumento de domesticación de la población. Al ritmo político de una ideología propia del siglo XIX se impulsó la partidización del Sistema Educativo Escolar, al convertir las naturales relaciones patrono-trabajo en Educación en carne de la Plataforma Patria, el sistema de prebendas para los propios y los teóricamente mansos. Se redujo el salario a su mínima expresión, robando al Docente y restantes trabajadores su principal canal a la felicidad aquí en la tierra, como es la remuneración decente y oportuna del trabajo bien hecho. Remuneración al trabajo no prebenda de compensación por quietud domesticada, no remuneración a la lealtad al partido.
Se terminó este año de desquiciar formación docente al calor de programas tales como la chamba juvenil y adulto mayor, quebrando el sistema de formación, contratación y remuneración del trabajo. Reventando las contrataciones colectivas y las relaciones más elementales con los gremios de la Educación, auspiciando un sistema de bonificación del trabajo pegado a la lealtad al régimen y no a la garantía el servicio educativo de calidad para las mayorías. Se estimuló hasta la paranoia la idea de que el trabajo en Educación lo hizo Dios como castigo.
La calidad de la Educación en este año recibió sus heridas más fuertes al estimular una Cultura Pedagógica de espaldas a la Constitución que sanciona al Trabajo y la Educación como las vías privilegiadas para la felicidad de todos. Cuando se terminó de instalar por los hechos la promoción automática sin considerar las virtudes y miserias de estrategias como la Escuela en Casa o la Educación virtual, o el uso intensivo de las tecnologías de la comunicación. Se despreció por los hechos la Evaluación de los aprendizajes como posibilidad para enjuiciar y promover el aprendizaje dentro del Sistema Educativo Escolar, convirtiendo cualquier espasmo de enseñanza aprendizaje en la solución a los problemas que comporta el impacto del Covid-19. Despreciándose la experiencia en el terreno de los educadores que asumieron su tarea pese a los avances de la Pandemia. Se convirtió a la iniciativa privada y experiencias tipo Fe y Alegría en falsas vitrinas de la supuesta preocupación y ocupación en el destino pedagógico del país; tal como lo denuncian todos los días los gremios que agrupan a la iniciativa no oficial y representan altamente calificados de la educación popular que se produce en el país fuera del ámbito estrictamente ministerial.
La Universidad, puede decirse a manera de balance de lo ocurrido en el año, que de no ser por los representantes de los gremios y los rectores de las Universidades constitucionalmente sancionadas como autónomas, aquí no hubiese pasado nada, tal es el grado de opacidad de la información oficial, tal es el grado de alejamiento del deber que tiene el Ministeria del Poder Popular para la Educación Universitaria, que dice poco o nada, que ni siquiera miente más allá del ya clásico 3.000.000 de alumnos en la Universidad. Sin embargo, la realidad es lo que es y no como quisiera el poder que fuese, y todos los las señas que producen instituciones reales hablan en contrario del satisfecho silencio oficial, señalando que todos los indicadores de inclusión y calidad del trabajo están a la baja. En la UCV el abandono oficial fue caldo de cultivo del derrumbre de techo de la plaza cubierta de la facultad de humanidades, la pesadilla de saqueo que vive la UDO y el incendio provocado de su biblioteca, del vandalismo que agobia a las instituciones reales incluidas las de gobierno. Lo mismo ocurre con todas las instituciones que merecen el nombre de Universidad, así como las de gobierno también victimas del abandono que corrompe su institucionalidad. Lo que está ocurriendo en la investigación universitaria es su práctica desaparición en términos institucionales, su quiebra agudizada por la Pandemia. La producción intelectual, la investigación académica está en sus mínimos históricos, como lo muestran los importantes descensos en la publicación nacional en las revistas que participan del circuito internacional de circulación del conocimiento.
La Educación venezolana está en modo de fuga, aunque las incidencias de la Pandemia y el errático comportamiento frente a ella del Gobierno nacional y el de los países que reciben a nuestra migración, haya disminuido la escapada al exterior, pero cosa de tiempo es que se reanude el alejamiento del personal de la educación básica y de la universitaria. Ya se percibe el abultamiento del escape por las fronteras, destacando quienes acumulan mayor escolaridad o dicen trabajar en Educación. Lo cual unido a la catástrofe laboral que genera la política de formación, reclutamiento y desempeño del trabajo en Educación augura serias dificultades para la recuperación de la calidad de lo que se hace, sea investigación, extensión o docencia.
Ahora bien ¿qué hacer, qué se puede proponer para revertir lo dolorosamente señalado como balance parcial del año?. Se nos ocurre que lo más cercano es hacerle caso a lo que dice la Academia especializada, los partidos democráticos y la sociedad por intermedio del Plan País Educativo, la UDSE con sus documentos para el restablecimiento de la Educación como derecho Humano, lo que dicen los gremios respecto a los acuerdos pedagógicos que se necesitan para hacer digna la profesión docente y de investigación en la Educación Básica y la Universitaria. También lo que propone y hace un selecto grupo de trabajo que todavía intenta crear respuestas para los ingentes problemas que incita el sistema de ideas y prácticas del status quo, apto para la post-verdad que para el paciente esfuerzo por superar las graves limitaciones que hoy tiene la gestión y Política Pública Oficial. Se hace impostergable retomar el crecimiento de la atención matricular en básica y racionalizar la universitaria. Estimular desde el Estado la reinstitucionalización del Sistema Educativo Escolar, despartidizándolo y haciéndolo más abierto a la información pública para lo bueno y lo malo que se haga. Hay que empezar a fortalecer el maternal hoy abandonado para desgracia de la mujer que trabaja. Hay que rescatar el salario para hacerlo más asunto de los ministerios de la educación y las representaciones gremiales que del sistema de populismo desmedido que se ha formado para asegurar la pervivencia del régimen que tenemos. Hacerlo más instrumento para la discusión social de lo que conviene para reglamentar las complejas relaciones laborales que supone la inclusión educativa de las mayorías.
Es impostergable abrir una discusión en torno a varios asuntos ideológicamente comprometedores para quienes, (la mayoría) militan en la idea de Estado Docente, como es la apertura de una zona de inclusión educativa popular desde la concertación masiva de la iniciativa oficial y la privada en experiencias como Fe y Alegría, desprovistas de su carga confesional por supuesto. Se necesitaría abrir espacios de tipo cooperativo bajo la idea de propiedad social de escuelas liceos y universidades, tal cual lo pauta la Constitución del 99, por ejemplo. Otra cuestión más asociada a la calidad de lo que se hace para levantar la Educación Popular hoy prácticamente muerta, tiene que ver con la idea de la evaluación en sus tres expresiones históricas: diagnóstica, formativa y valorativa-sumativa. Hay que desechar la idea de promoción automática más allá de las estrictas emergencias pedagógicas, y articular el rendimiento de las instituciones a los esfuerzos que se hagan para el mejoramiento permanente de la calidad de los aprendizajes, desechando la adscripción partidaria e ideológica como demostración de lealtad a los cometidos últimos del sistema social de aprendizaje escolar.
De igual modo hay luchar contra el hambre en todas sus calamitosas expresiones, con ingenio y perseverancia evitando convertirla como se está haciendo hoy, en instrumento de dominación espiritual de los afectados. Erradicar el chambismo que sofoca las ganas de trabajar. Hay que visualizar con urgencia las posibilidades de financiamiento internacional masivo de la inversión que hay que hacer para superar el colapso cuantitativo y cualitativo que padece nuestra Educación, sin miedo al qué dirán quienes hoy son los responsables (directos o como cómplices) de la quiebra de PDVSA. Con quien sea, hay que hacer lo posible por conectar a internet las instituciones, articular su funcionamiento pedagógico a la explosión medios y formas de comunicación, cueste lo que cueste. Hay que desechar las ilusiones de armonía que supone el populismo abyecto que se impuso desde 1999, si no se quiere reproducir por mil los rechazos históricos de una gestión pedagógica complaciente con los pocos, tal cual ocurrió en la Guiria de los tormentos ministeriales.
En suma de lo que se trata es de hacer lo posible, con urgente seriedad, para revertir las grandes (y pequeñas todavía) tendencias que muestra la operación real del Sistema Educativo Escolar, por efectos del abandono oficial anticonstitucional de sus obligaciones educativas, excitado por el drama político que supone lidiar pedagógicamente con el Coronavirus.
827 Memoria Educativa Venezolana, paso a paso