Se denomina reloj a la máquina dotada de movimientos uniformes que sirve para medir el tiempo en horas, minutos y segundos.
En la época griega y romana, el gallo doméstico común actuaba como reloj; la jornada comenzaba con el primer canto del gallo. El tercer canto, del cual Jesús hablaba a san Pedro, representaba una hora más o menos determinada de la madrugada.
Siglos más tarde, las caravanas que atravesaban el Asia central iban siempre acompañadas de gallos, a fin de que los despertara a hora temprana: un despertador sumamente barato.
Los relojes han existido desde épocas remotas y se han modernizado a través del tiempo, ejemplo: reloj de agua o clepsidra, que mide el tiempo por medio del agua. El de arena, dotado de dos ampollas unidas por el cuello, que sirve para medir cortos espacios de tiempo, mediante el paso de una determinada cantidad de arena que va fluyendo lentamente de uno a otro receptáculo. El astronómico, que da la lectura de tiempos sidéreos. El atómico, cuyo circuito oscilante es alimentado y estrictamente controlado por los fenómenos de transición que presentan los átomos de determinados cuerpos.
El reloj automático funciona mediante la energía suministrada por la aceleración de la gravedad a una masa oscilante.
El de campana, que da la hora con el toque de campana. El de sol, artificio ideado para saber la hora diurna, basado en la proyección de la sombra de un estilo o varilla. Despertador, es el reloj dotado de un timbre o campanilla que suena a una hora fija. Péndulo, el que utiliza como regulador que se mueve por la acción de la gravedad. Reloj de pulsera, es el que se lleva en la muñeca formando una especie de pulsera. El de pared, es el que está adosado a la pared y es al mismo tiempo decorativo. El digital, sin agujas ni cuadrante, en el que la hora se lee mediante cifras que aparecen en una pantalla. El eléctrico, cuyo movimiento pendular es producido mantenido y regulado por una corriente eléctrica.
El cronógrafo mide tiempos sumamente pequeños. Mientras que el cronómetro es un reloj de mucha precisión, que se usa especialmente en las competiciones deportivas y en aquellas operaciones que exigen mucha exactitud.
Los antiguos conocieron varios tipos de relojes. Así como en nuestros días hay relojes con aparatos sonoros y juegos de campanas, los de horología ex aqua y las clepsidras —descritos por Vitrubio Polión, ingeniero militar y arquitecto romano del Siglo I, a. C. — poseían flotadores automáticos que, “para dar la hora”, lanzaban al aire guijarros o emitían silbidos avisadores y de otras especies que nos son conocidas.
Los egipcios medían con la clepsidra los movimientos del sol y de igual medio se valían los astrónomos para sus observaciones.
Las clepsidas y los relojes de sol fueron inventados en Egipto en tiempo de los Ptolomeos: las clepsidras fueron después perfeccionadas por Escipión Nasica —227 aC-222 a. C.—, político y militar romano; y según otros por Ctesibio — 285 a 222 a. C. —, ingeniero hidráulico y matemático de Alejandría.
Se cree que los grandes relojes de pesas y ruedas fueron inventados en Occidente por el monje benedictino Gerberto de Aurillac —938-1003—, quien posteriormente sería electo papa, con el nombre de Silvestre II, durante el periodo del 999-1003, aunque ya con anterioridad se conocían en el Imperio bizantino.
Según otras referencias, el primer reloj del que habla la historia construido sobre principios de mecánica es el de Richard Wasigford, -1292-1336-, abad de San Albano, en Inglaterra, al parecer la invención de Geberto no era más que un reloj de sol.
El segundo es el que Santiago Dondis mandó a construir en Padua hacia el 1344 y en el cual, según refieren, se veía el curso del sol y de los planetas.
El tercero fue el que había en el Louvre de Paris, mandado a traer de Alemania por el rey Carlos V de Francia. El antepasado directo de estos instrumentos podría ser el complejo mecanismo de Anticitera, fechado entre el 150 y el 100 a. C.
En España, la noticia más antigua de la instalación de un reloj de torre data de 1378, de acuerdo a un documento registrado entre el cabildo de la catedral de Valencia y Juan Alemany, maestro de relojes procedente de Alemania, que diseñó un reloj de esfera grande que fue instalado en el campanario. En 1393 fue colocado en la catedral de Barcelona, el reloj seny de les hores. En 1395, el del campanario de la iglesia de San Miguel de la Villa de Cuéllar, en Segovia, y en 1396 el de la catedral de Sevilla.
El primero que diseñó un reloj de bolsillo fue Peter Henleim —1479-1542 — , natural de Núremberg, Alemania.
En 1647, el físico holandés, Christian Huygens —1629-1695 —, aplicó a los relojes de torre o de pared el péndulo, cuyo descubrimiento se debe a Galileo. Huygens, dividió la hora en 60 minutos y estos en 60 segundos. El mismo físico, adaptó en 1665 el muelle de espiral a los relojes de bolsillo.
En 1647, el ginebrino Gruet, residente en Londres, ajustó al reloj la cadenilla de acero que sirve para transmitir el movimiento del tambor al cono, sustituyendo a las cuerdas de vihuela empleadas hasta entonces. En 1649, se inventaron los relojes de repetición.
El Big-Ben, fue diseñado por los arquitectos Charles Barry y Augustus Pugin, e inaugurado el 31 de mayo de 1859, uno de los más hermosos ornamentos del Palacio de Westminster, Londres, considerado el reloj más exacto del mundo.
Dos veces por día recibe la información enviada por el Real Observatorio de Greenwich, y las únicas alteraciones que sufre son los cambios anuales de hora. Junto a la enorme campana está colgado un micrófono ligado a la B.B.C. que todas las noches retransmite las señales horarias.
La esfera del reloj Dokaae es la más grande del mundo, ubicada en lo alto del hotel de 120 plantas Makkah Royal Clock Tower, también llamado Abraj Al Bait Hotel Tower, en La Meca, Arabia Saudí. Mide 43 metros de ancho. Este reloj es seis veces más grande que la esfera de la Torre del Big Ben de Londres.
Los relojes se han utilizados desde la antigüedad. A medida que ha ido evolucionando la ciencia y la tecnología en su fabricación, han surgido nuevos modelos con mayor precisión, prestancia y menor costo de producción. Es uno de los instrumentos más populares que existen actualmente y las personas disponen de uno o varios relojes propios, además de la utilidad que los caracteriza, los ostentan como símbolo de distinción, por lo que existen diversas marcas, finas y costosas.
Gisela Ortega es periodista