Mi primera reacción hacia la pandemia y la cuarentena radical fue el miedo a la enfermedad y a una caída de ingresos. Pero, gracias a compromisos ya adquiridos y a la internet, me sacudí la desorientación que produce el miedo y empecé a trabajar desde casa por internet, y a aprender a convocar reuniones por zoom, google, WebEx; a hacer los talleres de planificación por esta vía; algo antes impensable, más si la internet se cae o se dificulta el audio; pero seguíamos adelante, nos volvíamos a conectar. Hoy día le doy gracias al 2020 por haberme obligado a dejar de hacer lo mismo y darme la oportunidad para hacer otras cosas o hacer las mismas de otra manera.
Asesoré una empresa en escenarios y estrategias de negocios y gané un nuevo amigo; de esos que se hacen ya siendo mayor y que son tan escasos como maravillosos.
Facilité la formulación de un plan estratégico enfocado al mercado para una empresa en dificultades; y ya está saliendo adelante.
El ahorro del tiempo en transporte me permitió dedicarme a terminar mi libro más reciente: “Gánale a la Incertidumbre: Manual de Planificación Estratégica y Formulación de Escenarios”. Ese ahorro del tiempo lo dedico ahora a terminar el Tomo IV de la Centro Democracia: “Manual de Liderazgo Eficaz y Desarrollo Personal”. También lo publicaré por Amazon, dado lo efectivo que es este canal para distribuir internacionalmente; al igual que aproveché de montar en Amazon varios libros anteriores que ya estaban agotados en físico.
El hacerle tiempo al tiempo también me permitió hacer más ejercicios y, junto con la alimentación intermitente, lograr bajar 10 kilos en 9 meses y, con ellos eliminar las pastillas para la tensión y el colesterol.
También he dado decenas de conferencias por la internet, cosa hasta entonces poco común. Esta vía nos facilita dar conferencias o talleres en múltiples localidades y países a la vez; en vez de tener que hacerlos en diferentes fechas y teniendo que viajar.
He tenido que hacer transferencias bancarias y revisar mis cuentas; en vez de depender de otra persona que me las haga.
Claro que me preocupa ver como se deterioran los negocios de algunos clientes, pero también me sorprende como surgen otros. Así como desarrollé nuevos productos para Datanalisis, tales como la Encuesta Nacional Ómnibus de Datanalisis (hace 35 años) y Escenarios Datanalisis (hace 25 años), las circunstancias me han conducido a crear una Encuesta Multisectorial Empresarial y a afinar la metodología de nuestra publicación por suscripción Escenarios Datanalisis para identificar en qué escenario se encuentra el país o la organización que lo formula y validar sus estrategias.
El recogimiento que provoca el estar en casa me ha motivado a realizar, al menos, una meditación diaria, práctica que abre la puerta para sosegarnos, enfocarnos en lo positivo y llegar a la última conclusión de la vida: “Yo Soy”. La meditación incluye concentrarnos en la respiración, lo cual es muy efectivo para el control de impulsos indeseados, como comer compulsivamente, evitar la “rumiación” de pensamientos negativos, y nos permite vivir el presente, en vez de un pasado o de un futuro que no existen.
La meditación me llevó a estudiar el budismo. Esta disciplina y filosofía de vida está enfocada en vivir el presente y la asociatividad, por lo que ha desarrollado todo un tratado de desarrollo emocional y de psicología positiva basado en el concepto de la interdependiencia de todo lo existente. Aquí caí en cuenta de que el cristianismo y el budismo hacen un buen maridaje.
Otra sorpresa agradable ha sido constatar que la vida en pareja no necesariamente tiene que agotarse por el supuesto exceso de convivencia; también puede profundizarse y disfrutar hasta los más sencillos detalles.
El 2020 también me hizo reconciliarme, aceptar con sosiego, que la enfermedad y la muerte están allí esperándonos a todos. Vi claramente que el manejo de la pandemia debe enfocarse como un dilema entre salir a trabajar, aunque sea corriendo el riesgo de enfermarnos; versus quedarnos en casa para no enfermarnos, pero eso implica morirnos de hambre. Una situación dilemática que requiere respuestas ambivalentes: salir a trabajar y cuidarnos mucho. Una reflexión casi anónima, pues firmó “CRM”, expresó mejor que yo este dilema: “Me cuido, pero no obsesivamente. No soy irresponsable, pero tampoco estoy aterrado. No quiero vivir evitando la muerte. La vida es un riesgo permanente desde el mismo momento del nacimiento. Es necesario sabernos finitos. Pero una consciencia corrosiva de la muerte nos vuelve excesivamente temerosos, calculadores, frágiles e hipocondríacos. Es sano y necesario cuidarse, pero también es importante vivir la vida con tanta intensidad como se pueda.”
Sigamos adelante, ocupándonos de lo que sí podemos hacer en vez de preocuparnos por lo que no podemos cambiar y, por ello, demos gracias a Dios.
@joseagilyepes