Realmente no entiendo cómo podemos vivir en Venezuela pensando en los viejos esquemas: unos servicios generales que funcionen (agua, luz, gas, teléfono, banda de internet): no existen. Se celebra como logros políticos que se esté reparando un tubo de agua que surte a Margarita que tiene 40 años de vida, sin buscar alternativas. Se instala la leña, con la deforestación consiguiente, para sustituir el gas. Se pueden y se deben buscar caminos a los problemas de los servicios básicos con iniciativa y estimulando soluciones.
En el año 2012 estuve en La Habana con motivo de la visita de Benedicto XVI. Me encontré una ciudad oscura, convertida en ruinas. Unos pocos sitios adecentados para turistas, unas avenidas sin luz, unos precios exorbitantes y todo muy pintado y con buena fachada: el Papa estaba en Cuba. La gente estaba vestida con trajes, muy lavados y percudidos: mucha pobreza y precariedad.
Entristece pensar que algunos deseen una réplica de Cuba para Venezuela. Debemos mirar hacia adelante, hacia un nuevo año contando con la creatividad de los ciudadanos y con un Estado que estimule el trabajo y premie la creatividad. Crear las condiciones para estimular el ingenio, caminos, soluciones es imprescindible. Premiar el logro, a la vez que no se acentúen las diferencias es importante. Hay que ver con ojos agradecidos aquellas personas que impulsan emprendimientos, que responden a las necesidades. El estilo dadivoso y parasitario no es lógico que se fomente. El desarrollo siempre es horizontal, en las pequeñas o grandes comunidades.
El ejemplo de San José es maravilloso: honrado, trabajador, emprendedor, servicial como muchos venezolanos. Allí está Cristo que resplandece en las manos de quien trabaja y con su trabajo sirve a los demás.
Mirar hacia adelante, mirar hacia el nuevo año, con pandemia, con inseguridad, con incertidumbres. Pero lo que nunca falta es la ayuda de Dios para emprender y poner nuestro granito de arena para construir una Venezuela mejor. ¡Feliz Año 2021!
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